Construir un hospital con capacidad para 105 camas en cinco días no es sencillo, pero lo parece. O al menos esa es la impresión que uno se lleva cuando contempla el trabajo de los operarios que están montando en la sala Multiusos de Zaragoza las instalaciones del nuevo centro de atención para enfermos de covid-19. Los trabajadores van haciendo, andan de aquí para allá, siempre cargados, y en cuestión de minutos crean habitaciones de la nada. En China presumían de edificar un hospital desde cero en diez días. Aquí hemos aprovechado instalaciones ya existentes, lo que no resta mérito, sino al contrario. Es más rápido y menos costoso.

Rápido porque está previsto que el lunes, cuatro días después de que se empezase a montar, esté acabado. Y lo de menos costoso habrá que imaginarlo, porque el presidente del Gobierno aragonés, Javier Lambán, dejó bien claro que ni le importaba ni sabía lo que había costado. El hospital de habilitado en la sala Multiusos tiene 105 camas, y si se cumplen los mejores pronósticos, ninguna de ellas será ocupada.

Cada una de las habitaciones mide seis metros cuadrados. Tres de largo por dos de ancho. Están equipadas con una cama eléctrica, una mesilla de cámping, iluminación individual y potencia eléctrica suficiente como para aguantar varios aparatos conectados a la vez. Son individuales y se aíslan del exterior con una lona, las cuales han llegado esta misma mañana. El blanco de las paredes contrasta con el intenso azul de estas cortinas (que harán las delicias de los zaragocistas) y sobre todo con el colorido suelo: vinílico y apto para ser fregado y desinfectado las veces que se requiera. Todo del material ha sido comprado y de momento no constan donaciones de equipamiento para esta instalación.

Dentro de la sala Multiusos se han levantado dos enormes carpas, en las que están las habitaciones, para facilitar la climatización

Los pacientes contarán también con camerinos, duchas y servicios portátiles, aunque también podrán utilizar los ya existentes en las instalaciones del auditorio. Dentro de la sala Multiusos se han construido dos carpas (de 900 y 600 metros cuadrados cada una) que facilitarán la climatización de este hospital, que va a contar con máquinas específicas para ello, aunque también se utilizará el sistema general que regula la temperatura de la sala. En el centro de ambas habrá un ancho pasillo que las conectará y que será utilizado por el personal de enfermería. Fuera, se va a habilitar una caseta que hará las veces de control de accesos.

En el montaje están participando actualmente 55 trabajadores, pero mañana se les sumará una brigada del ayuntamiento para ayudar. Otro de estos equipos se desplazará también hasta la Feria de Muestras, en donde se está levantando otro hospital provisional y de similares características pero con capacidad para 400 personas. El personal médico, en el caso de que estas instalaciones tengan que ser utilizadas, provendrá del Sistema Aragonés de Salud. Habría entonces una reorganización del personal, porque hay áreas de los hospitales que estos días están infrautilizadas. Además, la consejera Pilar Ventura no descartó la contratación de más enfermeros para cubrir vacantes ni tampoco el recurrir a alumnos de sexto de medicina para que ayuden en labores de asistencia.

Ayer mismo había ya equipos de limpieza desinfectando las recién construidas habitaciones. Los cubos en los que se transportaba el agua jabonosa estaban decorados con marcas de cerveza, lo que da cuenta de que el uso más habitual de la Multiusos no es precisamente el que va a tener en las próximas semanas. Además, el Ayuntamiento de Zaragoza ha desbloqueado a los trabajadores de las contratas limpieza y de mantenimiento del Auditorio para que colaboren en el proceso de instalación.

Carlos Madariaga es el gerente de Mandrade Consults, la empresa -aragonesa- a la que se le ha encargado el reto de construir este hospital. Lo particular de este pedido, cuenta, es el plazo de ejecución ya que, aunque están acostumbrados a levantar este tipo de instalaciones para operaciones militares o en zonas catastróficas, suelen tener algo más de tiempo, “aunque no mucho más”. “Nuestro negocio es agridulce, porque trabajamos más cuando pasan cosas malas. Damos servicio a la gente que nos necesita, pero lo ideal sería que no tuviéramos que hacerlo”, concluye Madariaga. De momento, este hospital permanecerá vacío. Y sería bueno que lo estuviera siempre.