Quizá fue Lola Ranera, jefa de la oposición en el Ayuntamiento de Zaragoza, la primera que entendió que la ciudad necesitaba de un gran pacto, de un acuerdo sólido entre los dos grupos dominantes en el salón de plenos. Así se lo contó a Jorge Azcón, el alcalde, en una carta que le remitió a principios de abril y en la que le explicaba la necesidad de reunir a expertos de los diferentes ámbitos, sobre todo agentes económicos y sociales, aunar fuerzas y olvidar inclinaciones políticas para reflotar cuanto antes el municipio. El día después empezó el 6 de abril, jornada en la que el primer edil recogió el guante de la socialista y se dispuso a poner en marcha la Comisión por el futuro de Zaragoza. Terminó ayer esta mesa etérea después de reunir el apoyo y la firma del 85% de los participantes. No fue el final perfecto, no hubo el consenso esperado. El Gobierno PP-Cs sí lo entendió y lo contó como un gran acuerdo. Quizá lo sea, pero solo se verá cuando a los propósitos les acompañen concreciones económicas y temporales. De momento, Vox se marchó hace días y ZeC se abstendrá en la votación de este viernes.

La falta de conformidad general ha estropeado las buenas intenciones con las que nació esta comisión que ha firmado nada menos que 286 medidas en un documento del que a ultimísima hora se desmarcó Zaragoza en Común. Así explicó el porqué Pedro Santisteve: «El documento no da respuesta al cambio de modelo necesario y las medidas no cuentan con compromiso presupuestario, ni garantías de ejecución ni seguimiento de ningún tipo», dijo el portavoz del grupo municipal, que aprovechó para dejarle un aguijón a Azcón: «El trabajo de un alcalde no es hacerse fotos constantemente. Ni siquiera se ha votado el dictamen y ya han anunciado una foto para el viernes con los agentes sociales», incidió el portavoz de ZeC, que remató: «El alcalde entiende el gobierno como un negocio privado».

«El dictamen tenía que ir agarrado a una serie de compromisos, pero nada, es un brindis al sol», concluyó Santisteve, que anunció una abstención «activa, vigilante», palabras parecidas a las que pronunció Lola Ranera, que aseguró que la firma no significa «un cheque en blanco» y que su compromiso era «hacer un pacto por las personas» porque esta crisis «no es derechas ni de izquierdas», motivos suficientes para seguir «aunque tampoco sea el documento que nos hubiera gustado firmar, hemos tenido que renunciar a temas importantes».

Por el mismo camino se encontró a Podemos: «No es lo que hubiéramos querido, pero se han hecho concesiones y se ha decidido respaldarlo por responsabilidad hacia la sociedad civil que reclama el acuerdo y ha sido tremendamente generosa en la elaboración del texto».

La vicealcaldesa y portavoz del grupo municipal de Ciudadanos, Sara Fernández; y la concejala de Hacienda, María Navarro, se mostraron satisfechas de las medidas reunidas tras varias semanas de trabajo en la Comisión a la que han asistido con carácter permanente CEOE, Cepyme, UGT y CCOO, así como los representantes de las entidades vecinales FABZ y Unión Vecinal Cesaraugusta, y un representante de Ebrópolis.

Sara Fernández criticó que ZeC, con su abstención, «no quiera ser partícipe de este compromiso cuando las medidas acordadas las han aprobado en reuniones anteriores y muchas de las 286 son suyas. «Hay que lamentar que no tenga altitud de miras. Cuando hay miles de muertos y millones de parados, no se qué necesitan Vox y ZeC para entender que no es momento de siglas».

Sobre la dotación económica, María Navarro solo pudo precisar que la consignación será conforme a los fondos que lleguen del Gobierno central, de la UE y de la DGA. «Hoy gana Zaragoza. Esto no es una foto, es un acuerdo. Esto no es un paripé, la palabra es consenso», concluyó Navarro. Pero no, no hubo consenso, aunque sí aprobación. Falta saber en qué se traducirá este proyecto que, de momento, es abstracto, con más intenciones que concreciones.