Las terrazas han pasado de moda. Lo que se lleva ahora, recién inaugurada la fase 3, es buscar una barra en un bar en la que poder hincar el codo. Hace justo ahora cuatro semanas, Miguel Ángel Almau, uno de los dueños de la mítica taberna Bodegas Almau, en el Tubo de Zaragoza, se mostraba contento por haber podido reabrir su terraza, aunque lamentaba ser el único en esta zona de tapas de la ciudad que había recuperado la actividad. “Poco a poco El Tubo se va animando y van abriendo más bares, aunque por zonas. Hay algunas calles muy estrechas con bares pequeños en las que no ha abierto nadie. Hasta el 1 de julio no abrirán la mayoría…”, dice ahora mirando a su alrededor.

En Bodegas Almau están trabajando a un 40% del rendimiento. La mitad de la plantilla sigue en ERTE, y hasta que la normalidad no haga acto de presencia teme que no se recupere del todo el negocio de los hosteleros. “Está siendo complicado, porque además de atender tenemos que hacer de policías intentando que la gente no se junte y asegurándonos de que todo el mundo cumpla las normas”, cuenta Almau. Dentro, en su barra, ya había esta mañana una persona acomodada en la barra. “Había muchas ganas. La barra forma parte de la cultura de bar en este país”, aseguraba el hombre, amigo de la familia.

En una cafetería cercana, en Lalmolda, su propietaria, Reyes, también presume de que ya ha habido clientes que han experimentado de nuevo qué era eso de tomarse algo sentado en la barra de un bar. “Hay muchos a los que les gusta sentarse en la barra tomarse un cafecico rápido e irse”, aseguraba. La gente, decía, “va viniendo poco a poco”. La cosa va “despacico”, vamos. Solo abren por las mañanas, aunque la pastelería que tienen en frente, también de su propiedad, va algo mejor. “Es verdad que la gente tiene ahora menos miedo. Y todos llevan mascarilla”, comentaba.

Las tiendas de ropa y los comercios en general ahora pueden abrir con aforos más grandes. En la puerta de casi todos ellos un cartel establece la limitación. En los establecimientos grandes ya no se ven filas como se vieron durante los primeros días que pudieron abrir. Y en los pequeños confían en que los ánimos de la gente, cada vez más altos, animen precisamente a consumir. “La gente sigue viniendo. Desde que abrimos hemos ido aumentando el aforo y bien. Estamos sacando algo del stock que nos quedó en primavera rebajado, pero muy poco. La gente ya está pensando en el verano”, explica la dependienta de la tienda Algo Bonito, en la calle Alfonso.

En otra tienda de ropa, esta algo más especial, las expectativas no son tan halagüeñas. En Dress Bori, en la calle Don Jaime, están especializados en trajes para bodas y celebraciones. “Casi todo se ha aplazado al 2021. Nosotros abrimos ya en la fase 0 porque trabajamos casi siempre con cita previa”, explicaba José Luis Bori, uno de los socios del negocio. Con la llegada de la fase tres, las bodas pueden reunir hasta a 150 personas al aire libre, pero solo serán capaces de recuperar lo que estos meses no se ha vendido si la situación en general amaina. “Si el paro sigue subiendo y la economía se hunde no habrá recuperación”, decía Bori, que se muestra muy crítico con el Gobierno central: “Que suban más los impuestos sí, que eso es justo lo que hace falta. Y las prejubilaciones a los 45 y que las pague el Estado”, ironizaba.

A pie de calle el miedo va remitiendo y parece que el mayor de los apuros es no reconocer a la gente por la calle. La mascarilla lo pone difícil. “¡No te había visto!”, se gritaban dos personas al cruzarse que habían estado mirándose durante rato hasta reconocerse. “Pasar a la fase 3 es un soplo de aire fresco”, decía más tarde un joven por la calle. No porque se hayan aumentado los aforos y porque vayan abriendo nuevos tipos de establecimientos, “sino porque supone estar más cerca de la nueva normalidad”. “Después de cuatro semanas con los bares abiertos la gente ha visto que no ha habido rebrotes, y sí que es cierto que muchos le han perdido el miedo a salir. Sigue habiendo respeto, eso sí. Nos parece que el coronavirus se ha diluido y no es así”, recordaba.

Y ya en la plaza del Pilar esta mañana ha ocurrido otro de esos eventos que parecen reflejar que estamos más cerca de recuperar lo que antes considerábamos normal. Por segunda semana consecutiva, las plataformas de lucha por las pensiones dignas en Aragón recuperaron su espacio frente al consistorio para concentrarse por su causa. “Ha venido menos gente, sí. Muchos jubilados siguen teniendo miedo a salir de casa, y es normal. Pero aquí estamos. Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”, clamaba una de las organizadoras. Una vez se ha comenzado a leer el manifiesto, eso sí, el speaker ha pedido distancia. “Hay que cuidarse”, le recordaba una mujer a otro de los asistentes. “Sí, yo tengo claro que esto no ha pasado todavía”, concluía él.