Ante un nuevo aluvión de críticas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tuvo que echarse atrás. El mandatario revocó este lunes la medida provisional que había aprobado el domingo por la noche y que permitía a los empresarios no pagar a sus empleados hasta durante cuatro meses.

En un intento de apaciguar la tormenta, Bolsonaro anunció también estímulos para las regiones y municipios, con los que el dirigente ha tenido roces por cuenta de la gestión de la crisis. Solo unas horas más tarde de haber aprobado la suspensión de contratos, el presidente rectificó.

"Decidí la revocación" del artículo 18, que "permitía la suspensión del contrato de trabajo por hasta cuatro meses sin salario", escribió Bolsonaro en su cuenta de Twitter.

No puede con la presión

El jefe de Estado había llegado a afirmar que la medida era "una forma de preservar empleos". La oleada de críticas que recibió por parte de sindicatos, políticos e incluso empresarios le forzaron a retractarse.

También en las redes sociales, el presidente comunicó un plan de inyección económica tasado en 85.500 millones de reales (unos 16.600 millones de dólares) para los 27 estados y más de 5.000 municipios del país, donde al menos hay 34 muertos y 2.000 infectados por la COVID-19.

Una parte del montante irá destinado para reforzar los servicios de salud -transferidos a los estados- y a la asistencia social. Brasil, uno de los países más desiguales del mundo que tiene a unos 50 millones en la línea de la pobreza (5,5 dólares por día), revisó sus previsiones económicas a la baja debido a la pandemia.

La mayor economía sudamericana prevé un estancamiento (+0,02 %) en 2020, aunque la mayoría de analistas del mercado consideran esas previsiones muy optimistas y ven al país abocado a la recesión.

Impacto económico

El motor económico del país, el estado de Sao Paulo, no detendrá su producción industrial, aseguró este lunes el gobernador de la región, que suma 46 millones de habitantes y es responsable de un tercio del PIB brasileño.

"Todas las fábricas de Sao Paulo tienen que seguir operando con los cuidados sanitarios necesarios. Las fábricas no tienen público. No vamos a pararlas", afirmó Joao Doria, en la víspera de que el estado entre en cuarentena obligatoria, que afectará sobre todo al comercio y a los servicios.

La ciudad de Sao Paulo, la mayor del país con 12 millones de habitantes, ha empezado a prepararse ante el probable aluvión de infectados por el coronavirus. Este lunes se iniciaron las obras de un hospital de campaña en el estadio municipal de Pacaembú, donde será erguida una tienda de lona de 6.300 metros cuadrados.

La bolsa de Sao Paulo retrocedió este lunes un expresivo 5,22 % y su índice Ibovespa, referencia del parqué, se situó en los 63.569 puntos. La semana pasada perdió un 19 % de su valor. En el mercado de divisas, el dólar se apreció un 2,17 % frente al real brasileño y terminó la jornada negociado a 5,134 reales para la compra y 5,135 reales para la venta en el tipo de cambio comercial. Tras apreciarse un 4,44 % la pasada semana, el billete verde ya acumula una subida de un 28 % frente a la moneda brasileña en lo que va de año.

La popularidad de Bolsonaro

A pesar de sufrir caceroladas diarias de protesta por restar importancia a la enfermedad, Bolsonaro continúa con una sólida capa de seguidores que apoyan su manera de lidiar con la crisis. Según un sondeo de Datafolha publicado este lunes, el 35 % de los brasileños aprueba al dirigente ultraderechista, quien ha criticado la "histeria" en torno al combate a la COVID-19. Un 33 % considera que la gestión ha sido mala y un 26 % regular.

Pero durante toda esta crisis ha emergido una nueva figura política, desconocida para el gran público. De acuerdo con Datafolha, el 55 % de los encuestados aprueba la gestión del ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta.

De carácter discreto y tono didáctico, Mandetta ha insistido reiteradamente en la necesidad de que la gente permanezca en casa, un mensaje que ha colisionado con la forma de pensar del propio Bolsonaro, quien ha censurado a los gobernadores que han adoptado medidas draconianas contra el patógeno.