El botellón ha vuelto a las riberas del Ebro de Zaragoza a las primeras de cambio. El primer fin de semana desde el pase a la fase 1 y el inicio del desconfinamiento ha sido aprovechado por grupos de jóvenes que se han juntado para beber y divertirse en los lugares habituales, desde el anfiteatro del Náutico a la arboleda de Macanaz, sin olvidar la parte inferior de los puentes, desde el de Santiago al de Hierro.

Pero la situación actual es distinta de la de marzo, con un grave y acuciante problema sanitario todavía no resuelto. De forma que ahora no solo hay riesgo por el rastro de basura, latas y bolsas de plástico, sino también por la posibilidad de una rápida propagación del coronavirus por no respetar la distancia de seguridad entre las personas.

Un botellón con los bebedores muy separados no es realmente la fiesta que andan buscando quienes tienen esta afición. De ahí que el control de este fenómeno juvenil pueda convertirse, a nivel local, en un nuevo frente en la batalla contra la pandemia.

El regreso del botellón, es cierto, empezó la noche del viernes tímidamente, pero no cabe descartar que vaya cogiendo auge. De hecho, ya en la noche del sábado se veían pandillas de chicos y chicas en los bancos de los parques situados junto al río, así como en los espacios más resguardados existentes bajo los puentes.

«Ya están de nuevo por aquí, ha habido unas semanas de calma, pero se les vuelve a ver», señala Antonio, un jubilado que estaba paseando a su perro a media mañana junto a la calle Sixto Celorrio. «Y esto trae aparejada mucha suciedad, desde vómitos a orines y restos de comida abandonados», añade.

La base del botellón es que prescinde de la oferta hostelera tradicional, que en el caso de las riberas del Ebro consiste en los bares, terrazas y restaurantes que se estrenaron con la Expo del 2008. Algunos de estos locales, capaces de absorber una demanda limitada, han vuelto a abrir sus puertas a lo largo de la pasada semana y es fácil que no den abasto.

Sus propietarios, camareros y clientes son los primeros interesados en que el botellón no complique la situación higiénica de esa parte del anillo verde de la capital aragonesa.

Pero la atenuación del confinamiento ha revelado que los parques paralelos al Ebro presentan graves problemas de mantenimiento que no son nuevos, sino que se arrastran desde hace mucho tiempo atrás. Además, se agudizaron con la huelga de jardineros del pasado invierno, todavía no desconvocada de manera tajante y definitiva.

«Hace ya cinco años que los parques que hay junto al río, en la margen izquierda, solo reciben un mantenimiento superficial, lo que son labores de baldeo, corte de césped y retirada de las bolsas de las papeleras», apunta Rafael Tejedor, presidente de la asociación vecinal Arrabal Tío Jorge.

Bicis y peatones

«Pero no se quitan las pintadas de los bancos ni se podan los árboles ni se arranca la maleza que prolifera en muchos lugares», denunció. Además, desde hace algún tiempo, explicó, se ven guantes y mascarillas «tirados por todas partes». Un abandono que causa una gran preocupación a los usuarios de las zonas verdes.

Pero donde el abandono es más visible, comentó Tejedor, es en la franja más próxima al agua, en ambas orillas. «Allí se va acumulando la basura y no se limpia hasta que llega una crecida de Ebro y arrambla con todo», explica.

El problema, asegura el representante vecinal, es que las administraciones, desde el ayuntamiento a la DGA, pasando por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), no se ponen de acuerdo sobre a quién corresponde el cuidado de esa franja de terreno, una disputa de competencias que pagan quienes pasean por las riberas.

Una molestia más, al fin y al cabo, según manifiestan los vecinos, que están cansados de que las bicicletas irrumpan en espacios que consideran de uso exclusivo para peatones. «Estos días, desde que se ha suavizado el estado de alarma, el peligro de atropello es continuo», denuncia Carlos, el primer cliente de la terraza del Macanaz, un negocio de hostelería que ayer abrió sus puertas tras el encierro.

Delimitar los usos

«Se lo he dicho ya a la Policía Local varias veces, pero ningún agente sabe a ciencia cierta si los ciclistas pueden circular o no por estos andadores», continúa el usuario del parque. «Y, mientras tanto, el carril bici que hay más arriba va vacío», lamenta.

Para Rafael Tejedor, este conflicto entre viandantes y ciclistas deriva de la falta de delimitación de los usos en el paseo de la Ribera. «Hace tiempo que pedimos que se peatonalice y que se establezcan zonas para los paseantes, los ciclistas y los deportistas como forma de evitar accidentes», manifiesta el presidente de Arrabal Tío Jorge. Solo la práctica del botellón se quedaría al margen de la nueva planificación. Y eso que su reaparición preocupa ahora más con el covid.

Lambán encarga un plan de concienciación ciudadana

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, ha encargado a la consejera de Presidencia, Mayte Pérez, la elaboración de un plan de concienciación ciudadana, a través de mensajes en los medios, para intentar frenar los comportamientos incívicos que se están viendo en estos primeros días de desescalada, con escaso respeto por las precauciones sanitarias y la distancia social.

Unas actitudes que él sería partidario de castigar con dureza mediante sanciones, apuntó, porque ponen en peligro a toda la sociedad. Lambán hizo «un llamamiento a la responsabilidad», recordando el ejemplo que han dado los aragoneses al asumir el confinamiento, que deben de seguir ejerciendo en el uso de esta «libertad».

A su juicio, «no tendría sentido» que se desperdiciase el esfuerzo realizado en dos meses de confinamiento por hacer caso omiso ahora de las precauciones más básicas. El fomento del «sentido cívico» y la responsabilidad ciudadana será el objetivo de esta campaña de concienciación que el Ejecutivo autonómico está preparando, y que se prevé que sea lanzada en breve.