Los transportistas son un eslabón imprescindible en la cadena logística, y en estado de alarma, su labor cobra una importancia todavía mayor, siendo esencial para el abastecimiento de los ciudadanos.

A pesar de su esfuerzo y el riesgo que conlleva exponerse al contagio, las condiciones en las que han trabajado estas primera semanas de confinamiento distan mucho de lo que consideran como digno. Encontrar una área de servicio donde disponer de lo básico, como ir al aseo, tomar un café, darse una ducha o comer un plato caliente, ha sido una ardua tarea. «Si ya de por sí la vida en la carretera es dura, ahora más. En los primeros días no se ha cumplido el decreto del Gobierno de mantener los servicios. Ahora se están dando cuenta de que hace falta solidaridad y las vías que faltaban de abrir lo van haciendo», explica José Antonio Moliner, presidente de Tradime Aragón, la asociación empresarial de transportes discrecionales de mercancías por carretera.

Una situación que se extiende a los centros donde se dirigen los transportistas. Moliner subraya que «muchas plataformas de carga y descarga donde vamos a hacer el servicio no nos dejan utilizar los aseos, es un problema añadido. No nos dejan ni bajar de la cabina siquiera. Qué menos que ir al servicio, andar un poco… no sentarte a conducir de nuevo».

Gonzalo Malo, de Caminreal, es camionero autónomo y transporta en su ruta Zaragoza-Valencia bovinas de papel, que sirven por ejemplo para hacer productos de primera necesidad como cartones de leche. «Nos han dejado desamparados», cuenta. «Nos tratan peor en los sitios, no nos dejan entrar en ningún lado, está todo cerrado. Ni tomamos café ni almorzamos, yo ahora me llevo bocadillo de casa y café en un termo». Asegura que las empresas grandes de productos alimentarios están «apurando a los chóferes, les están cargando horas en vez de buscar y reforzar con más camiones». También reivindica que, tras la crisis sanitaria, «en el mes de agosto, se acuerden de los camioneros, porque en época de vacaciones nos hacen parar más para que no haya tráfico. Si paráramos una semana, España se moriría de hambre, y solo se acuerdan de nosotros en estos casos». Además, critica que «en caso de enfermedad por el virus, nadie ha dicho nada sobre los camioneros autónomos».

Antonio Muñoz es utrillense, trabaja de chófer de la empresa Sesé en la ruta de Levante y también transporta bovinas. Aunque la pasada semana durmió en casa, normalmente lo hace fuera y tiene compañeros que durmieron en malas circunstancias. «Los servicios y las duchas están en malas condiciones, por ejemplo en Amposta. Están cerrados y tienes que pedir la llave para poder usarlos. Hay sitios que no sé cómo la gente se ducha, ahí yo no ducho ni a mi perro, son sitios sin higiene», añade.

«Lo mínimo sería disponer de un sitio curioso donde poder hacer nuestras necesidades. De Zaragoza a Valencia está fatal. En Andalucía tienen muchas más ventajas y me alegro por ellos. Allí han abierto más restaurantes para los transportistas», comenta. Ante el cierre de algunas estaciones de servicio, él adquiere el alimento en los supermercados. Y recuerda que «si nosotros paráramos, no habría absolutamente nada, y sin embargo no estamos valorados. Es lamentable».

El calamochino José Antonio Vicente, residente en Zaragoza, es autónomo dedicado en la actualidad a cercanías, transportando contenedores. Aunque hasta hace un mes y medio hacía la ruta de Levante con 700 kilómetros diarios, ahora tiene la suerte de ir a casa todos los días. «No tengo los problemas que tienen algunos compañeros que están fuera de casa toda la semana y no tienen restaurantes ni servicios. En algunas empresas no puedes entrar a los baños por medidas sanitarias», comenta. «Algunos compañeros hacen sus necesidades donde pueden y eso lo tienen que solucionar, porque si abastecemos a los sitios para que tengan de todo, es normal que pusieran a disposición servicios para nosotros», concluye.

Como otros muchos camioneros, se topa con la incertidumbre de no conocer los sitios a los que va y las medidas que ahora han tomado. Conducen sin saber dónde dan un plato caliente o poder ir al baño. Defiende que «las áreas de servicio deberían estar abiertas para poder comer y seguir con la jornada, porque todo el mundo no tiene la suerte de ir a casa a diario».

Es el caso de Juan Francisco Simón, autónomo y vecino de la Puebla de Alfindén, quien pasa toda la semana fuera de casa con su camión. Desde su punto de vista, el mayor problema es la falta de aseos. «No hay duchas habilitadas. Esta semana parece que han abierto algún baño más, pero la comida escasea porque no hay sitio donde ir, y comer frío es un problema», explica. Además, reitera la opinión de otros camioneros, afirmando que «te tratan como un apestado, parece que seas el infectado. Hay un trato vejatorio hacia el transportista en las empresas en las que cargamos o descargamos, aunque no en todas es así».

Razón por la que Tradime Aragón hace hincapié en que «tiene que haber un antes y un después en el sector. Del respeto de la sociedad hacia el transportista, ya que sin el transporte, no funciona nada». Denuncia la falta de empatía y solidaridad en las plataformas logísticas. «Pedimos a la sociedad que se dé cuenta, porque no somos los que estorbamos en la carretera, somos los que llevamos lo necesario», según Moliner.