El cierre total de actividades no esenciales decretado por el Gobierno español ha sumido en el caos y la confusión a la industria aragonesa que se mantenía en activo. Aunque se veía venir desde hace unos días, la medida ha pillado por sorpresa a empresas y trabajadores por las dudas que existen sobre la interpretación de qué se considera imprescindible en el actual de estado de alarma. Hay negocios que a priori deben parar pero que reclaman su continuidad por considerar que son claves para las cadenas de suministro de la alimentación o los productos sanitarios. Los empresarios están indignados por la situación creada y por no haber sido consultados para la aplicación ordenada de una medida tan trascendente.

«No se puede parar la industria de manera irracional, a la brava, sin consultar a quien conoce la realidad», denunció el presidente de la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ), Javier Ferrer, muy molesto por la «improvisación» con la que el Ejecutivo central ha tomado esta decisión, cuyos pormenores no se conocieron, recordó, hasta la media noche del domingo.

«Hay muchas empresas en total de desamparo, que no saben si están dentro o no de las restricciones», aseguró Ferrer. Prueba de ello es el aluvión de consultas que la FEMZ ha recibido por este motivo. «Nadie sabia esta mañana -del lunes- si tenía o no que ir a trabajar. Un desbarajuste absoluto», criticó.

RIESGO DE ROMPER CADENAS DE SUMINISTRO BÁSICAS

Los industriales piden sensibilidad e «inteligencia» para que sigan en marcha actividades aledañas a los servicios básicos --energía, alimentación y transporte, por ejemplo- o ligadas a la lucha directa contra la pandemia. Como ejemplo de ello, señalan lo que ocurre con un fabricante de camas de hospital —en Aragón hay uno, Industrias Pardo-, que necesita un proveedor de piezas para mantener su producción y este a su vez requiere que funcione la siderurgia para abastecerse de acero. «Nos podemos encontrar un problema grave en algunas cadenas de suministro que ahora son vitales», advirtió Ferrer. «Hay que hacer las cosas con inteligencia, no con una norma general y ahí te las apañes», añadió.

Desde la patronal del Metal acusaron también al Gobierno de Pedro Sánchez de tomar medidas «con cierto sectarismo y sin hablar» con las organizaciones empresariales. En este sentido, advirtieron de los problemas de liquidez que pueden darse en algunas empresas, al tener que «dar vacaciones y pagarlas sin estar facturando». A este respecto, lamentaron que se plantee una suspensión en el pago de impuestos. Otras de las preocupaciones del sector es la demora con que se están tramitando los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).

Por su parte, el Consejo Aragonés de Cámaras advirtió que el cese de la actividad en la industria y la construcción supone un «punto de inflexión» en esta situación de crisis que acarreará «graves consecuencias» para las empresas, especialmente para pymes y autónomos.

LAS GRANDES INDUSTRIAS YA ESTABAN CERRADAS

Los efectos de la restricción de la actividad económica y laboral eran perceptibles este lunes en los grandes polígonos industriales de Zaragoza, que amanecieron más vacíos si cabe de lo que lo estaban la semana pasada. La paralización podría ser mayor en los próximos días al haberse establecido un día de moratoria.

Lo cierto es que el parón de la industria aragonesa era ya de por sí muy elevado, sobre todo entre las grandes compañías. PSA, Pikolíng, BSH o CAF ya habían interrumpido su producción. Antes de que se ordenara el cierre total, los empresarios y sindicatos estimaban que habían cesado su producción entre el 60% y el 80% del sector, un rango que oscilaba según la rama de actividad. En el metal, en el que se inscribe la todopoderosa automoción, este porcentaje se acerca al 90%.

La mayor industria que se mantiene abierta es el grupo Saica. Los cinco centros productivos que tiene en Zaragoza, por los que pasan a diario una media 300 trabajadores, seguían a pleno rendimiento», aseguraron fuentes de la compañía, cuyas actividades entran dentro del perímetro de las esenciales ya que sus productos (cartón, embalajes, envases plásticos y reciclado) se consideran básicos para la distribución alimentaria.

INDIGNACIÓN DE LOS TRABAJADORES DE SCHINDLER

Otras compañías tratan de evitar el cierre, en algunos casos con ciertas argucias. Es el caso de la fábrica zaragozana de Schindler, que hace dos meses fue condenada al cierre por la compañía suiza -que se materializará a finales de año- y este lunes funcionaba al 100%. La compañía quiere que la actividad de la planta sea considerada esencial al vincularla al mantenimiento de ascensores, lo que ha levantado ampollas entre los trabajadores, ya de por sí indignados porque en cuestión de meses perderán sus empleos.

Fuentes de la plantilla denunciaron además que la factoría no se está fabricando repuestos «ni nada imprescindible» para el transporte vertical, sino nuevos equipos y piezas para la planta de Eslovaquia, la misma a la que se trasladará su producción cuando esta se clausure. La polémica está servida y el asunto podría llegar a la Inspección de Trabajo. No obstante, a última hora de este lunes, Schindler anunció que iba reducir la carga de trabajo al suspender el turno de tarde y dejar el de mañana a la mitad de su capacidad, según el comité. La empresa rehusó hacer cualquier valoración.