El desplome sin precedentes de los ingresos empresariales provocado por las distintas fases de restricciones para contener el coronavirus desde marzo del año pasado ha disparado la necesidad de endeudarse de las compañías para sobrevivir. El saldo total de créditos a empresas, así, era el pasado febrero un 7,1% superior al del mismo mes del año pasado, el último antes del estallido de la pandemia, según datos del Banco de España. En cambio, los préstamos a hogares han caído el 0,94% en el mismo periodo debido al menor consumo por las medidas de contención de la enfermedad, la pérdida de ingresos familiares provocada por el aumento del paro, y la incertidumbre sobre el futuro que lleva a primar el ahorro sobre el gasto.

En el caso de las empresas, se trata del mayor aumento en más de una década, desde abril de 2009, merced a un alza de 57.207 millones de euros en doce meses, hasta los 948.615 millones. El incremento ha sido posible principalmente por dos factores. Por una parte, ha sido clave que el Gobierno lanzase la pasada primavera la línea de 140.000 millones de euros en créditos bancarios a compañías avalados por el Estado a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), ya que ha evitado que las entidades cerrasen el grifo de los préstamos por miedo al aumento de los impagos en un momento de gran incertidumbre sobre la duración y alcance de la crisis sanitaria. Pero también ha sido fundamental el saneamiento y reestructuración del sector financiero de la última década, que ha permitido que los bancos partieran en esta crisis de una posición mucho más sólida que en la anterior.

El crédito a empresas comenzó a crecer con fuerza en 1997, aumentó por encima del 10% desde principios de 1998 y llegó a dispararse hasta un 28% a finales de 2006. El inicio de la crisis financiera en 2008 provocó el estallido de la burbuja inmobiliaria y de la financiación empresarial que la acompañaba, y los préstamos a las compañías cayeron de forma casi ininterrumpida desde el otoño de 2009 hasta finales de 2016. Desde entonces venían aumentando a ritmos moderados por debajo del 3%, pero la pandemia ha acelerado esos crecimientos. A finales del año pasado bajó ligeramente el saldo, pero el estallido de la tercera ola del coronavirus con las consiguientes restricciones y caídas de ingresos ha provocado un aumento del endeudamiento empresarial de 4.665 millones en los dos primeros meses de este año.

Racha truncada

En el caso de los hogares, se ha producido el efecto contrario. Los préstamos a las familias venían creciendo más del 9% al año desde que el Banco de España comenzó su actual serie histórica de medición en 1995 y llegaron a repuntar más del 21% en la primavera de 2006, con las hipotecas disparadas en plena burbuja inmobiliaria. El estallido de esta provocó que comenzaran a caer en 2009 y hasta el verano de 2018. Entonces iniciaron una recuperación muy suave (alzas máximas del 0,6%) apoyada en el crédito al consumo, a la que la pandemia ha dado fin. En doce meses han bajado en 10.005 millones de euros, hasta los 692.634 millones, con el mayor retroceso porcentual desde octubre de 2017.

A partir del próximo mes, es más que probable que los ritmos de variación del crédito a empresas comiencen a descender. En marzo, abril y mayo del año pasado fue cuando más crecieron los préstamos a compañías por el confinamiento, con lo que habrá un efecto estadístico por la comparación internaual. Además, la línea ICO está cerca de agotarse (a finales de marzo ya se había concedido 122.942 millones) y lo que enfrentan ahora las empresas son problemas de solvencia, no de liquidez, de ahí la necesidad y el debate generado en torno a la concesión de ayudas directas, como las de 7.000 millones aprobadas por el Gobierno. En el caso de los hogares, lo lógico es que se vaya produciendo el efecto contrario, que los descensos sean más moderados, ya que las restricciones son ahora menores que en la primavera pasada.