Como cada 1 de septiembre, este martes muchos niños lloraron en la puerta de su guardería. El covid-19 no ha acabado con esa tradición, pero sí que la ha reducido drásticamente; no porque hayan entrado más contentos, sino porque se ha despeñado la asistencia.

A la espera de que en las próximas semanas arranquen las públicas (en Cataluña, será el 14), las privadas han sido las primeras en estrenarse y, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana la media de inscripciones de 0 a 3 años ha caído a la mitad respecto al año pasado en estos centros, que son mayoritarios en la autonomía en esta etapa no obligatoria pero concertada y que a nivel estatal copan la mitad del alumnado. La Junta de Andalucia ha cifrado la reducción de sus inscritos en centros públicos y privados en un 8,9%. Aún no hay un dato global estatal pero la tendencia es clara.

PROTOCOLOS Y PAÑALES

A las nueve de la mañana, en el amplio patio de Ebl Valle, en el barrio de Campanar de València, los esperados berrinches sonaban, además, acolchados por el espacio de separación entre familias que llegaban a dejar a sus hijos. Una de las muchas medidas anticontagio que han tomado estos centros. En esa entrada ya se podían ver otras: toma de temperatura al entrar, limpieza de manos con hidroalcohol y de pies en una alfombra con líquido desinfectante.

Dentro les esperaban grupos estables de convivencia, lavado frecuente de manos con jabón, desinfección cíclica de juguetes y otros materiales y comida en las propias aulas. En el caso de los más pequeños, toca limpiar el cambiador tras cada cambio de pañal. Adaptadas a los espacios de cada centro, las medidas son similares. "La vida se hace en el aula y salen del aula por turnos para hacer actividades al aire libre", explica Sebastián Ferrer, director del centro.

En la cola de entrada las conversaciones a distancia entre los padres tenían un argumento común: las obligaciones laborables no dejan otra opción que traerlos. En el caso de esta veterana escoleta, tienen un 30% de inscritos respecto al año pasado. "Por un lado están la experiencia y los miedos de cada familia y por otro la situación laboral", cuenta Ferrer. La proliferación de los ertes y los despidos favorecen que no se matricule a los más pequeños al haber más gente en las casas.

Pese a la poca asistencia, al final de la jornada las sensaciones eran positivas. "Estamos contentos porque de momento todo ha ido bien. Ahora toca cruzar los dedos y que poco a poco se vaya regularizando todo. Hay muchos padres que están llamando para preguntar y que te dicen que la semana que viene o ya en octubre", explica el también portavoz de la Sectorial de Centros de Educación Infantil de la patronal ADEIV-ACADE, que pide la reapertura de solicitudes de ayuda y el aumento de desgravaciones. "Si no, muchos se quedarán en casa", advierte.

CIERRE DE GRUPOS

Un segundo tema de conversación manda en la puerta tanto por la mañana como por la tarde: qué tiene que pasar para que envíen de vuelta a los niños a sus casa. Para empezar, en El Valle, no llegarán a entrar en el caso de que lleguen con fiebre. Son varias las comunidades autónomas que tienen previsto hacer firmar a los padres una declaración en la que se comprometen a no llevar a sus hijos con síntomas compatibles con el coronavirus.

Si la subida de temperatura se da durante el horario escolar, se aislará al alumno en un aula especial a la espera de que los que padres lo recojan. La idea es que de allí vayan al pediatra y que sea este profesional el que determine si es pertinente hacer la prueba.

"Si aparece un caso positivo debemos entregar la lista a Salud Pública y ellos harán el contacto para realizar las pruebas. Si solo fueran uno o dos se mantendría el grupo con un control pero si hay más se cerraría ese aula dos semanas", explica Ferrer.

INCORPORACIÓN

Con lo que sí que ha acabado el covid-19 es con la incorporación progresiva de los más pequeños. La presencia de los padres en las aulas queda vetada y solo algunas escuelas han podido ajustar los horarios y protocolos a que los menores fueran conociendo poco a poco su nuevo lugar de referencia.

"Los padres lo entienden y todos los centros tenemos algún sistema para que los padres vean o sepan de sus hijos sin entrar al aula, algunos con cámaras y otros como nosotros vía Whatspp o agenda electrónica", explica.