La crisis sanitaria producida por la expansión del brote de covid-19 nos ha llevado a permanecer encerrados en casa durante ya casi dos meses, cuando aún no se han levantado todas las restricciones y muchas de las medidas de seguridad continúan. Esto ha supuesto una ruptura total en el estilo de vida que estábamos llevando a todos los niveles. Nuestra forma de trabajar, relacionarnos con nuestros vecinos o ir a hacer la compra ha cambiado, y otras situaciones más significativas también se han roto, como irse de vacaciones o celebrar una boda. Si esto ya es complicado, más lo es si tenemos en cuenta que esto está dejando en nosotros diferentes consecuencias a nivel emocional y cognitivo que no van a desaparecer inmediatamente con nuestra salida a las calles. La pérdida de contacto con la realidad no es permanente pero sí interfiere en nuestras vidas.

Cada hecho cotidiano y cada evento de nuestra vida conformaba un puzle en el que nos sabíamos desenvolver y que todas las predicciones indicaban a que podíamos seguir así, con pequeñas crisis puntuales, como los divorcios, los despidos o la muerte de personas de nuestra vida. Sin embargo, no entraba en nuestra concepción del mundo el vivir una pandemia ni que, lejos de que sea algo puntual donde estamos encerrados una serie de semanas, vayamos a sufrir consecuencias que van a acompañarnos un tiempo. Hay diferentes puntos que nos empiezan ahora a hacer sonar nuestras alarmas y que pueden desbordarnos.

Daños colaterales

Cualquier cosa que ocurra en nuestra vida, aunque nos parezca pequeña, puede tener consecuencias realmente significativas. Situaciones laborales de estrés, una mala relación de pareja o vernos privados de libertad durante un tiempo acaba generando en nuestro cerebro modificaciones, algunas de ellas relacionadas con el estrés postraumático. Pero no todo implica que haya secuelas ya psicológicas, sino que algunos daños solo serían temporales, interfiriendo en la cotidianidad durante un tiempo. Dentro de estos daños colaterales podemos encontrarnos la desorientación espaciotemporal, esos momentos donde puedo notar cómo mi memoria falla, pierdo la concentración o dejo de saber en el día que vivo. No implica que sea algo nocivo o peligroso pero que sí tienen tal vez que cambiar nuestras estrategias en el día a día.

Debemos tener en cuenta que cuando alga escapa a nuestro control, lo normal es sentir miedo y ansiedad, lo que ya nos va a empujar a que ciertas habilidades cognitivas se vean mermadas. El confinamiento prolongado ya tiene de por sí efectos psicológicos negativos. Si sumamos todo, es normal que la desorientación espaciotemporal aparezca. Por eso, es importante que reconozcamos lo que nos pasa, sepamos que entraría dentro de la normalidad y podamos usar diversas estrategias para compensarlo. A continuación, podemos ver qué signos hay que tener en cuenta y qué herramientas tenemos que poner en práctica:

1. Fallos en la memoria

Podemos observar cómo en el día a día olvidamos pequeños detalles y nos encontramos en mitad de la casa sin saber qué íbamos a hacer. En este sentido, podemos llevar una agenda pequeña o usar post-it por la casa que nos puedan ayudar.

2. Pérdida en la atención

Ocurre, sobre todo, al no salir de casa y vernos agobiados o con ansiedad. Tenemos que usar estrategias de relajación, ya que nos permitirán concentrarnos mejor.

3. No saber qué día es

Cuando llevamos muchos días sin salir de casa, perdemos la noción del tiempo. Si hay algo importante en un día concreto a recordar, debemos ponernos una alarma en el móvil.

4. Alteraciones en el sueño y la alimentación

Intenta adaptarte a lo que tu cuerpo te pueda ir pidiendo. No es necesario levantarse tan temprano ni comer siempre a la misma hora, pero sí ir manteniendo una coherencia a lo largo de los días.

5. Cambios de humor

Todo lo anterior sumado a la privación de libertad altera significativamente nuestro humor. Hay que validar nuestras emociones y darles espacio. Están ahí para ser escuchadas.

El confinamiento provocado por la crisis sanitaria tiene como fin protegernos y evitar una mayor propagación del virus. Aunque sea por nuestro bien, tiene consecuencias emocionales y cognitivas en nosotros. Lo que sentimos se extrema y empezamos a tener la sensación de que falla nuestra memoria o no sabemos el día en el que vivimos. Esto, a medida que vayamos saliendo, irá desapareciendo. Mientras tanto, podemos usar diferentes estrategias para paliarlo.

* Ángel Rull, psicólogo.