Felipe VI tiene un papel muy delicado en la crisis del covid-19. Las informaciones más graves sobre las finanzas de su padre, Juan Carlos I, explotaron a la vez que la pandemia, a principios del mes de marzo, y han supuesto un lastre para la gestión de la jefatura del Estado en un momento histórico como este.

Este viernes de nuevo, una noticia sobre una donación desconocida hasta ahora, enturbió el ambiente en la Zarzuela. Juan Carlos, cuando todavía era jefe de Estado, en 2010, entregó en Ginebra a su gestor suizo, Arturo Fasana, un maletín con 1,9 millones de dólares (1,7 millones de euros). Estos hechos los relató Fasana en octubre del 2018 a Yves Bertossa, fiscal de Ginebra. Bertossa dirige una investigación secreta sobre los fondos de procedencia sospechosa del monarca emérito cuyo resultado puede dificultar, hasta extremos todavía desconocidos, el reinado de Felipe VI.

Fuentes de la Casa del Rey no quisieron comentar ayer esta noticia, adelantada por 'El País', y recordaron que Juan Carlos ha designado a un abogado, Javier Sánchez-Junco, para representarle y ser su portavoz. Esas fuentes sí que quisieron recordar que, nada más llegar al trono, Felipe VI aprobó, en julio de 2014, una normativa que prohíbe a los miembros de la familia real aceptar dinero o regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía. La familia real, según lo que decidió el nuevo Rey entonces, está compuesta por su esposa, sus hijas y sus padres. Dejó fuera a sus hermanas, Elena y Cristina; su cuñado, Iñaki Urdangarin, y sus sobrinos.

Sin referencia al escándalo

Las informaciones sobre las supuestas donaciones recibidas por el antiguo Monarca se multiplicaron en medios de comunicación en el Reino Unido, Suiza y España días antes de la declaración del estado de alarma. El domingo 15 de marzo por la tarde, Felipe VI anunció en un comunicado que renuncia a cualquier herencia que pueda corresponderle de su padre. También le retiró la asignación anual que recibía (194.232 euros). Fue su manera de hacer un cortafuegos para evitar que esas noticias afectaran a la Corona.

Con ese contexto, Felipe VI ha tenido que hacer frente a la pandemia de coronavirus como jefe de un Estado que es el segundo con más contagiados del mundo (215.216) y el cuarto en número de muertos. El 18 de marzo, el Rey se dirigió a los españoles, pidió unidad ante este desafío mundial y no hizo ninguna referencia al escándalo de su padre. En aquel momento habían fallecido 600 españoles. Ahora ya alcanza la desgarradora cifra de los 24.824 muertos.

Con la sociedad civil

Desde entonces, sus actividades públicas no se conocen previamente y los servicios de comunicación de la Zarzuela distribuyen a posteriori fotografías y vídeos de todo lo que hace. El control de la imagen es total. El Monarca muestra su preocupación por la situación a través de decenas de imágenes conversando en su despacho con miembros del Gobierno y por videconferencia con la sociedad civil (médicos, empresarios, representantes del tercer sector, deportistas...). Los actos fuera del Palacio de la Zarzuela son contados por el confinamiento decretado y tampoco se informa previamente de ellos.

Felipe VI ha preferido centrar sus mensajes en los asuntos sanitarios y de solidaridad y evitar mandar nuevos mensajes a los políticos, que continúan sus batallas partidistas a pesar de la gravedad de la situación. La autoridad lograda durante sus cinco años de reinado se ha visto laminada por el pasado y le entorpece el papel de árbitro que le reserva la Constitución. Ese rol, siempre difícil, deviene casi imposible en estos momentos en los que cualquier comentario sobre la falta de comunicación del Gobierno PSOE-Podemos y la oposición podría volvérsele en contra.

Fuentes de la Casa del Rey no quieren comentar el difícil equilibrio del Rey ni tampoco aclaran si va a asumir un papel más relevante en las próximas semanas. Señalan que, debido al contexto, no se puede informar de sus actos previamente.