En la vertiginosa carrera para encontrar la vacuna contra el covid-19 todo son prisas, atajos y promesas de las autoridades para encontrar cuanto antes la fórmula que permita recuperar la anhelada normalidad. Pero de vez en cuando se lanzan advertencias que suenan a baño de realidad, como la que ha lanzado este martes el director de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. En una comparecencia ante el Congreso, Robert Redfield ha afirmado que no espera que la vacuna esté disponible para la mayoría de la población hasta la segunda mitad del 2021. Una vez lo esté, será gratuita para toda la ciudadanía, según ha confirmado este miércoles el Gobierno federal.

Redfield ha subrayado que, si bien las primeras inoculaciones podrían estar listas en octubre o noviembre, el suministro será inicialmente "muy limitado" y tendrá que priorizarse su administración para vacunar primero a los trabajadores en primera línea o a las personas de riesgo. “Si lo que me pregunta es cuándo estará disponible de forma generalizada para el público estadounidense, de un modo que nos permita recuperar nuestra vida normal, creo que tendremos que esperar hasta el tercer trimestre o finales del segundo trimestre del 2021”, afirmó el jefe de los CDC.

Sus palabras contrastan con el mensaje que está vendiendo el presidente Donald Trump. El republicano no deja de presionar para que la vacuna se apruebe antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y en ningún momento ha explicado que la población tendrá que esperar turno para recibirla. “Estamos a unas semanas de conseguirla”, insistió el lunes durante un ‘town hall’ televisado. Trump no solo ha demostrado una enorme incompetencia durante la gestión de la pandemia, sino que él mismo reconoció ante el periodista Bob Woodward que minimizó deliberadamente sus riesgos “para no crear pánico”. Es decir, que le mintió a la población cuando la vida de cientos de miles de personas estaba en juego.

Pero ahora trata de desdecirse. “No la minimicé. De hecho, en muchos sentidos, la exageré si te fijas en las acciones que tomamos”. Una vez más insistió en que el virus “desaparecerá” con o sin vacuna, una vez se alcance lo que llamó “mentalidad de rebaño” para referirse a la inmunidad de rebaño. No es solo Trump el que sigue en el ojo del huracán. También están siendo muy cuestionados los CDC, otrora una de las instituciones sanitarias más prestigiosas del mundo. Diversas investigaciones periodísticas sostienen que los CDC ocultaron información a las autoridades locales en los primeros meses de la pandemia y contribuyeron a minimizar los riesgos sobre el nuevo coronavirus.

La caótica respuesta estadounidense, muy politizada por Trump, alcanzó dosis de paroxismo el lunes, cuando el principal portavoz del Departamento de Salud, nombrado por el presidente al principio de la pandemia, acusó en Facebook a los científicos de la Administración de estar conspirando para hundir a Trump y pidió a sus seguidores que se preparen para levantarse en armas después de las elecciones si Biden se niega a aceptar su eventual derrota. Durante su diatriba conspiranoica, Michael Caputo llegó a decir que ve “sombras alargadas” en el techo de su apartamento.

Tras el escándalo generado por sus llamamientos a la insurrección, Caputo ha pedido disculpas y ha anunciado que se cogerá una baja por enfermedad. Son buenas noticias para los CDC, ya que han sido Caputo y otros cargos políticos nombrados por Trump los que han tratado de descafeinar las recomendaciones y advertencias sanitarias de la institución.