La crisis del coronavirus está trastocando por completo las coordenadas del mercado de trabajo en Aragón. Un ejemplo de ello es lo ocurrido con la contratación temporal, que se sitúa en mínimos históricos, con un nivel más bajo incluso que en los peores años de la Gran Recesión del 2008. La tasa de este tipo de empleo respecto al total de trabajadores es del 19,4% al cierre del segundo trimestre del año, 2,2 puntos porcentuales menos que a final del 2019, lo que supone el menor bajo de una serie estadística que se remonta hasta principios del 2002, según datos de Encuesta de Población Activa (EPA).

La reducción de la temporalidad debería ser una buena noticia por ser uno de los rasgos de la precariedad laboral. En este caso, sin embargo, no lo es porque el origen de este descenso no es debido al incremento de la contratación indefinida, sino que es consecuencia de la destrucción de empleo causada por la pandemia. Cabe recordar que en España, uno de los principales mecanismos de ajuste para las empresas cuando la actividad económica se resiente es la extinción o no renovación de los contratos temporales, que cuentan con indemnizaciones bajas en comparación con los contratos indefinidos. La actual crisis económica no ha sido una excepción.

Casi uno de cada dos empleos suprimidos en Aragón entre abril y junio ha sido temporal. En concreto, la comunidad ha perdido 23.700 ocupados en el último trimestre, de los que 12.400 indefinidos (el 52,3%) y 11.300 temporales (47,7%). Y en lo que va de año se han volatilizado 31.900 ocupados (15.200 y 16.700, respectivamente).

SUBEN LOS TEMPORALES EN EL SECTOR PÚBLICO

El varapalo de la contratación temporal no ha sido mayor porque en el sector público se ha producido el efecto contrario: entre abril y junio crecieron en 3.100 los efectivos eventuales para hacer frente a la pandemia, sobre todo en el ámbito sanitario y asistencial. Esto ha compensado el golpe sufrido en el sector privado, donde se esfumaron 14.400 empleos de este tipo en el segundo trimestre y 17.900 desde que empezó al 2020.

De este modo, el número de trabajadores aragoneses con un contrato de duración limitada ha caído hasta 89.900, el valor más bajo desde el primer trimestre del 2014 (88.600), cuando el empleo tocaba fondo tras la crisis financiera mundial.

Por género, el descenso del empleo temporal ha sido más intenso en los hombres que en las mujeres. En el primer colectivo se han perdido 11.700 en los dos últimos trimestres y la tasa de temporalidad se encuentra en el 17,3%, mientras que en el segundo se han eliminado 5.000 y el porcentaje se sitúa en el 21,7%.

TEMOR A LOS ERE

"Muchas empresas no han terminado de incorporar a los trabajadores en ERTE y, en muchas de ellas, ha habido acuerdos con el comité para no hacer contrataciones temporales hasta que se recupere la totalidad de la plantilla”, explica Pura Huerta, secretario de Empleo de UGT en Aragón, quien asegura que esto se producido en todos los sectores, pero especialmente en los más tocados por la crisis, como son la hostelería, el ocio o el turismo. “El problema que vamos a tener es que los ERTE pasan a ser EREs (extinción de empleo)”, apuntó. Por ello, reclamó que se prolonguen los expedientes temporales con la legislación civid —que finalizan en septiembre—, hasta al menos el final de año.

A nivel nacional, la pérdida de empleo temporal ha sido más acusada. Tres de cada cuatro puestos destruidos en el segundo trimestre eran de este tipo, lo que ha devuelto la tasa de temporalidad a niveles de 2013. Esta disfunción del mercado laboral ha reabierto el debate en torno al contrato único con indemnización por despido creciente, lo que plantea el inconveniente de decidir si el coste se ajusta al alza o a la baja. Ha sido el Banco de España el que lo ha vuelto a traer a la actualidad después de que en sus últimos informes económicos haya insistido en que la solución pasa por alcanzar un "reparto más equitativo" de la protección entre los trabajadores con diferentes modalidades contractuales.