Lo que determina el peligro de un agente infeccioso en líneas generales es la combinación de tres factores: el vector de contagio, la morbilidad y la mortalidad.

El covid-19 tiene un vector de contagio tres veces superior a la gripe esto es una evidencia que cada vez es más consistente. Además, a diferencia de la gripe y de otras infecciones por coronavirus, el covid-19 se contagia también durante las dos semanas de incubación, antes incluso de dar los primeros síntomas.

Si hablamos de la forma de enfermar y de la mortalidad de esta infección, los datos más fiables nos dicen que de cada mil personas que se contagien, 900 lo pasarán asintomáticamente, incluidos niños y jóvenes. Las cien personas restantes mostrarán síntomas, y de ellos ochenta lo pasarán como una gripe con síntomas inespecíficos de tos seca, dolor de cabeza y muscular, cansancio generalizado y fiebre. De los veinte que quedan, quincedesarrollarán posiblemente una neumonía bilateral, que requerirá ingreso hospitalario para tratamiento. Por último, los cinco restantes tendrán una fibrosis pulmonar que exigirá inmediato ingreso en la UCI. De esos cinco enfermos, tres morirán, y los dos que se salven presentarán secuelas que obligará posiblemente a medidas extraordinarias como puede ser un trasplante pulmonar.

El problema del covid-19 es que, a diferencia de la gripe, ante la cual una parte de la población se vacuna y además ataca progresivamente a lo largo de cinco meses al año, está infección se desarrolla a modo de onda. De forma que en dos/tres meses se van a producir todos los contagios. Si extrapolamos los datos generales a España, de los casi 50 millones de españoles, cinco millones van a tener síntomas. De ellos, unos cuatro millones lo pasarán como una gripe en su propio domicilio. Habrá aproximadamente 700.000 ciudadanos que necesitarán ingreso hospitalario, y de estos 300.000 necesitarán ingreso en la UCI. El problema es que en España existen, entre el sistema sanitario público y el privado, 200.000 camas hospitalarias y 3.800 camas de UCI. En consecuencia, el auténtico problema no es la enfermedad en sí, sino que, debido a sus características epidemiológicas, infectará a toda una población que no tiene inmunidad previa en cuestión de 2-3 meses, y la consecuencia de todo ello puede ser el colapso del sistema sanitario.

¿Qué podemos hacer entonces? Durante las próximas semanas es importante salir lo menos posible. No debemos comer fuera, no tenemos que ir a ninguna reunión, no utilizar transporte público, en definitiva, seguir las pautas claras y precisas dadas por las autoridades sanitarias.

Hay que tener presente que el que una persona sufra la enfermedad asintomáticamente, como una gripe o necesite ingreso hospitalario, dependerá fundamentalmente de la edad y del estado inmunológico de la persona. Pero la capacidad de respuesta ante la enfermedad también depende de lo que se llama carga viral, es decir, la cantidad de millones de virus que han entrado en nuestro organismo en el momento del contagio. Mientras mayor sea esa carga viral, más daño nos puede hacer el virus, mientras se produce la necesaria organización de nuestro sistema inmunitario y se fabrican los anticuerpos necesarios frente al virus.

Estamos ante una situación nueva, aunque tenemos elementos para su control y reducción de daños. Hay que evitar a toda costa el pánico y el contagio emocional, que pueden ser mas dañinos incluso que el propio virus. Ello depende de la madurez que tengamos como individuos y como sociedad.

Espero y deseo que seamos capaces de dar muestras de esa madurez, y que dentro de unas semanas todo lo ocurrido desde el comienzo del año sea una situación superada y bajo control. En gran medida está en las manos de cada uno de nosotros.