CARMELA, paciente con fibrosis pulmonar: "Es la enfermedad del aislamiento"

Carmela fue al hospital Miguel Servet el 11 de marzo y todavía no ha podido volver a su casa. Luchó contra el covid-19 en la uci durante 53 días, de los cuales 40 estuvo sedada. Ahora, ya en planta, logra recuperarse de los «golpes» que deja el virus y vuelve a tener un contacto humano más cercano. «Es la enfermedad del aislamiento, te sientes completamente aislada, pasaba todo el día prácticamente sola», expresa.

En su caso, no tiene claro cuándo se contagió, cree que fue en su viaje a Dubai. «Esta enfermedad me ha dejado una fibrosis pulmonar», explica. «Me han dicho que es pequeña, que se puede ir recuperando, pero son cicatrices en el pulmón», detalla. Añade que el pulmón se le puso como «una tabla», «se cerraron los alveolos, me tuvieron que poner boca abajo a ver si reaccionaba», indica. Lo que hizo que a su marido le advirtieran, «le llamaron diciendo que se despidiese», dice.

La albaceteña, que lleva viviendo en Zaragoza desde los años 70, trabaja por otra parte por recuperar la movilidad de su brazo izquierdo. «La mano no la puedo cerrar», lamenta. Una consecuencia física que relaciona con el tiempo pasado en uci. Carmela, a través del teléfono, cuenta lo agradecida que está con la labor de los profesionales del hospital de la capital aragonesa. «Tengo la libertad de irme cuando quiera, aquí solo estamos recuperándonos», apunta.

A sus 66 años, ha tenido que recordar cómo caminar, empezó a hacerlo hace solo unos días, «no sabía», comenta y hace hincapié en que es «un volver a empezar». Pese a todo, no pierde el humor y mantiene el ánimo.

CLARA, Adolescente con manifestaciones cutáneas: "Mi hija sale como mucho media hora"

El coronavirus también está afectando a los más pequeños. El caso de una aragonesa de 13 años con manifestaciones cutáneas es ejemplo de ello.

Clara (nombre ficticio) tuvo unas pocas décimas de fiebre y vómitos dos días en el mes de febrero. Fue en marzo, justo después de que se decretase el estado de alarma, cuando le salieron unas manchas en la piel por debajo de las rodillas. «Eran como unos picotazos y como había estado en el pueblo con animales, pensamos que podía ser una pulga, porque tenía bastantes», detalla su madre. Tras ponerle crema, le desaparecieron, pero volvieron a resurgir a los 20 días. Tras enviarle una foto a la pediatra, la llamaron para hacer un test rápido, cuyo resultado fue positivo leve. Después, fue una prueba PCR y salió negativa.

«Consideramos que se contagió en febrero y la secuela le salió a posteriori», comenta. Siguen realizando consulta en dermatología y análisis de sangre, además de recetarle corticoides orales y una crema.

Sin embargo, esta no es la única manifestación del virus. «Le provocó problemas de coagulación y una vasculitis, y creo que está relacionado con el virus», explica. Después de dos meses, las marcas están desapareciendo, pero el proceso ha sido largo y duro. «Al no haber sido un caso leve, que no ha requerido hospitalización, hemos estado tranquilos. El problema que ella tiene es que no puede realizar una vida normal, puede andar como mucho una hora, pero se le cargan las piernas, ha tenido mucho dolor en los gemelos, no podía andar, ya que le salió en la planta del pie», añade. «Mi hija sale como mucho media hora o así», lamenta. Ahora la joven está más animada y esperando a que todo se resuelva «para dar una vuelta con sus amigas», dice.

Por otra parte, el calor tampoco es bueno para ella. «Está siendo un proceso lento», expresa la madre, a quien junto al padre, le hicieron también el test, con resultado negativo.

RAMÓN, Paciente con problemas de movimiento: "Trabajo para recuperar la movilidad"

La historia de Ramón con el covid-19 empezó con un malestar en casa que, al cabo de una semana, se convirtió en una falta de aire. El 24 de marzo fue ingresado de urgencia en la unidad de cuidados intensivos. Allí pasó 15 días luchando contra el virus.

Una vez vencida la infección, explica, sintió que su brazo derecho había quedado totalmente inmovilizado. Los médicos le explicaron que posiblemente se trataba de un nervio que había quedado maltrecho tras tantos días de forzado reposo en camilla.

«Ahora estoy trabajando para recuperar mi movilidad», explica como paciente del programa de rehabilitación motora del Vall d’Hebron, en el que se trabaja para tratar este tipo de afectaciones neurológicas y motoras, a través de disciplinas como la fisioterapia o la terapia ocupacional con los pacientes post-covid-19 dados de alta, entre otros.

«El primer día de rehabilitación recuerdo que no podía ni coger el móvil. Ahora hago terapia una vez al día y, tras dos semanas de trabajo, ya noto que voy recuperando algo de fuerza. Antes no podía comer solo, ahora sí», relata orgulloso. Su recuperación total, explica, podría tardar hasta un año en llegar.

Los especialistas siguen desde ya su evolución. Sus pulmones parecen no haber quedado demasiado resentidos. Tampoco hay signos de daño en otros órganos.

«Tengo la suerte de que no cargo con demasiadas secuelas. Pero sí me gustaría decirle a la gente que no se tome a la ligera esta enfermedad, porque ya hemos visto el daño que puede hacer», comenta.