Los aerosoles están detrás de, por lo menos, el 75% de las transmisiones del covid-19, frente a la teoría defendida al comienzo de la pandemia por la cual las personas solo se podían contagiar por gotículas. Así lo manifestó ayer el investigador zaragozano y experto en aerosoles, José Luis Jiménez, que además es miembro honorario de la Asociación Americana de Investigación en Aerosoles y catedrático de Química y Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado. «La OMS y distintos estamentos médicos le cuesta mucho aceptar esta idea y es algo que viene de lejos, llevan 100 años diciendo que esto es imposible y es un error y esta pandemia lo ha destapado», explicó Jiménez, que se mostró tajante ante este tema.

Jiménez es uno de los 239 científicos de 32 países que instaron a la OMS en una carta abierta a reconocer el contagio por aerosoles después de meses de trabajo. En este aspecto, Jiménez comenta que «hay muchísimas más evidencias de contagio por aerosoles que por gotas, esto solo es una creencia», comentó.

Jiménez hizo hincapié en que la distancia social funciona y que si se habla con alguien «muy cerca, te contagias más fácil de enfermedades respiratorias y si te vas alejando te vas contagiando menos». Esta observación empírica «es correcta» y ocurre con varias enfermedades que se transmiten muy bien con la proximidad de las personas pero otras veces no. «La gente piensa que si se transmite por el aire significa que los enfermos están siempre expulsando una cantidad igual de aerosoles pero se sabe que no es así y que solo pasa en un periodo muy corto y que además es esporádico».

En cuanto a las medidas de seguridad para prevenir el covid-19 Jiménez comentó que si se está en exterior, con distancia de seguridad y con mascarilla «es casi imposible contagiarse». El problema se encuentra cuando es inevitable estar en el interior de un local, como ocurre en colegios o centros de trabajo, donde hay que ventilar para «limpiar el aire» y que el aire contaminado por el virus no vuelva a ser inhalado por otras personas.

Actualmente los centros educativos están realizando esta medida preventiva para evitar posibles contagios y explicó que la única manera de controlar cuánto hay que ventilar es con medidores de CO2, que tienen un precio de 150 euros. En una situación normal suele haber 400 partes por millón de moléculas y es recomendable que en el ambiente no sea superior a 700 partículas por millón. «Si un sitio hay 800 partes por millón quiere decir que el 1% del aire es aire que alguien ya ha exhalado y hay posibilidad de contagio». En este aspecto, Jiménez contó que en zonas como las aulas o zonas de trabajo, si no se ventilan correctamente, se pueden llegar a acumular hasta 5.000 partículas y esto es «algo muy peligroso».