La voz de Joaquín Carbonell, una de las más emblemáticas de la denominada Canción popular aragonesa formando con José Antonio Labordeta y La Bullonera el triunvirato más destacado de dicho movimiento, se ha apagado este sábado para siempre a causa de una neumonía provocada por el coronavirus en el Hospital Clínico de Zaragoza, en cuya Unidad de Cuidados Intensivos ingresó el pasado 27 de julio.

Carbonell, periodista, poeta y narrador además de cantante recibió el 23 de abril del 2019 la Medalla al Mérito Cultural del Gobierno de Aragón, y se había embarcado en una gira para conmemorar sus 50 años en la música, efeméride que celebró a lo grande con un concierto en el Teatro Principal el pasado 2 de diciembre.

Carbonell nació en la localidad turolense de Alloza el 12 de agosto de 1947, hijo de una catalana y de un maestro aragonés republicano represaliado al finalizar la guerra por el régimen franquista. Estudió interno cuatro años en los Salesianos de Sarriá (Barcelona). Con 15 años abandonó los estudios y, como a él siempre le gustaba recordar, entró a trabajar de botones en el hotel Subur de Sitges para continuar con su dedicación a la hostelería en localidades de la costa catalana, como pasavinos y camarero, aunque en invierno trabajaba en el molino de aceite de su familia en Alloza.

Años más tarde, en Teruel, retomó la actividad estudiantil en el Instituto Nacional de Bachillerato Ibáñez Martín (1966-1969), donde se encontró con profesores de la talla de José Antonio Labordeta, Eloy Fernández Clemente o José Sanchis Sinisterra, luego consagrado como un gran dramaturgo. Durante ese periodo, al igual que otros chicos de la provincia que estudiaban en la capital, residió en el Colegio Menor San Pablo de Teruel. De ahí que Joaquín Carbonell, junto con el pintor Gonzalo Tena, Federico Jiménez Losantos, Pedro Luengo, Carmen Magallón, Pilar Navarrete, Rafael Navarro e incluso el ex-gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, o el que fuera presidente de Endesa, Manuel Pizarro, forman parte de la denominada Generación Paulina. En ese mismo entorno nacieron el movimiento de la Nueva Canción Aragonesa y la revista Andalán.

Esta etapa turolense fue muy productiva. La iniciativa y el dinamismo del equipo docente ofrecían continuamente gran variedad de actividades intelectuales y culturales, y Carbonell participaba en la mayoría de ellas. Al llegar al Instituto en septiembre 1966 se inscribió en el Festival de la Canción, sin saber tocar la guitarra, y en una semana aprendió los acordes de 'Crying in the chapel', de Elvis Presley, en versión española de Francisco Heredero, con la que consiguió el primer premio. Junto a Cesáreo Hernández formó un dúo que musicaba poemas y actuaba en todo tipo de escenarios, y a veces junto a su profesor José Antonio Labordeta. Pusieron en pie 'Discodelismo-68', un programa semanal de radio donde Joaquín hacía sonar la música que seleccionaba para la página musical en el diario Lucha (actualmente Diario de Teruel), con el título 'Siete por redondo'. Además, formó parte del grupo de teatro La Balumba que, dirigido por Labordeta, quedó segundo en el concurso nacional celebrado en Orense, poniendo en escena La zapatera prodigiosa, de Federico García Lorca.

En ese Teruel surgió, de la mano de Labordeta, el movimiento de la Nueva Canción Aragonesa, que incluye a Tomás Bosque, La Bullonera, o al propio Joaquín Carbonell, que en aquel entonces había descubierto las canciones de Georges Brassens gracias a su profesor de literatura, José Sanchis Sinisterra, y ya comenzaba a componer. Aunque como él contaba su pasión por la música venía de atrás: cuando tenía nueve años su abuelo José Martí le regaló para Navidad una armónica cromática y en un par de días aprendió a tocarla.

En 1969, ya en Zaragoza, conoce a Javier Mas, compañero de pupitre en la Escuela de Publicidad con el que pasa tres años ajenos a la materia y sumergidos en la música. Con él asistió a una sesión del Club de Folk de Radio Popular, organizado por el locutor Plácido Serrano y, después de mostrar su repertorio acompañado de Javier a la guitarra, el locutor decidió incluirle en el ciclo Las mañanas del Pax, festival dominical donde actuó lo mejor del folk español (Patxi Andion, Joaquín Díaz, Nuestro Pequeño Mundo,…) y Joaquín Carbonell como telonero de ellos.

En 1973, Carbonell fue uno de los participantes en eI I Encuentro de la Canción Popular celebrado en el Teatro Principal de Zaragoza. Organizado por la Asociación Cultural El Cachirulo, en un ambiente de máxima expectación y bajo la estrecha mirada gubernativa, actuaron juntos por primera vez José Antonio Labordeta, Pilar Garzón, Joaquín Carbonell, Renaxer, Tomás Bosque, Tierra Húmeda y La Bullonera. Este encuentro musical y social supuso el espaldarazo definitivo para un tipo de canción que aunaba la música y la cultura con las reivindicaciones sociales y políticas, dando origen a un nuevo aragonesismo caminando en paralelo con el movimiento de los cantautores que había surgido en toda España. Eso sí, de todos ellos, el de Alloza fue el autor más poético y menos político de aquel grupo y el que más tiempo se mantuvo en activo.

Así, en 1976 sale al mercado su primer disco, Con la ayuda de todos (RCA), que contenía algunas de sus canciones más emblemáticas que le acompañaron ya en toda su trayectoria, como Doña Peseta, La Paca del Cañizar, Me gustaría darte el mar, La beata o el tema que da nombre al álbum.

Luego vendrían el single Romance de Chalamera (1976) y los álbumes Dejen pasar (1977), que él consideraba su peor disco, aunque cuenta con canciones destacabales como la que le da título, que siempre cantó, Nana de las mil cunas, Cuando vayas a Huesca o Las flores de ayer; Semillas (1978), todo un canto al mundo rural y Sin ir más lejos (1979), en el que se rodea de un magnífico quinteto de jazz entre los que estaban Santi Arisa a la batería y Carles Benavent, al bajo.

Su segunda etapa

Llegan los tiempos de cambio a España y, en 1982 gana las elecciones y Felipe González es elegido presidente. "Entra el socialismo y con cierto criterio dice 'hemos salido del túnel oscuro así que ahora vamos a pasarlo bien' y todos a salir y a bailar por la noche. Es cuando entran Alaska y los Pegamoides, toda la movida, y me doy cuenta de que lo que yo hacía no tenía sentido". Así explicaba Joaquín Carbonell a este diario su decisión de dejar la música a principios de los 80. Es un momento en el que el hasta entonces cantautor empieza a dedicarse por completo a su otra gran pasión, el periodismo. Comienza a colaborar con el naciente diario El Día y en 1984 en TVE, donde entre otros conduce los programas Tres asaltos y Musicaire, donde graba por primera vez a un incipiente grupo llamado Héroes del Silencio.

En 1988 regresa a El Día para elaborar el suplemento Los aragoneses, junto a Roberto Miranda, y en 1990 ingresa en El Periódico de Aragón, donde llegaría a hacer más de 7.000 entrevistas. También aprovecha para escribirpoesía, novelas y libros de humor junto a Roberto Miranda. Pero esta es otra faceta que merece un espacio aparte.

El caso es que, volcado en el periodismo, Carbonell pasa 13 años de parón hasta que Brassens le vuelve a meter el gusanillo en el cuerpo. Y comienza a cantar los temas del trovador francés traducidos al castellano en conciertos casi íntimos todos los miércoles en el bar La Saganta que culminan con un conciertoen el Teatro del Mercado. "A mí me gustaba cantar, entonces me proponen cantar canciones de Brassens y ví que tenía éxito, Y ahí empecé a escribir cosas y a componer y vi que tenía canciones para un disco nuevo y entonces grabé Tabaco y cariño", contaba en su última entrevista con este diario.

Comienza así una segunda y muy activa segunda etapa en la que antes de este 'Tabaco y cariño' (1998) graba 'Carbonell canta a Brassens' (1996), disco que cuenta con las colaboraciones de, entre otros, Joaquín Sabina y Quico Pi de la Serra. Luego vendrían 'Homenage à trois' (2000), en el que vuelve a grabar temas de Brassens junto al grupo francés Tonton Georges Trio, y los de temas propios 'Sin móvil ni coartada' (2003) y 'La voz del trompetista' (2005). Luego vendrían también 'Clásica y moderna' (2008) o 'El carbón y la rosa' (2017), además del recopilatorio '1 vida & 19 canciones'. Discos todos ellos en el que la sensibilidad del poeta se mezcla con grandes dosis de ironía dando como resultado un nuevo Carbonell, reinventado pero plenamente reconocible.

Es también una época muy fructífera en la que además de sus propios discos se embarca en proyectos junto a sus viejos compañeros de batalla y amigos como son José Antonio Labordeta y Eduardo Paz (de La Bullonera) para alumbrar giras conjuntas por todo Aragón y discos como Cantautores en directo. El concierto (2007), impulsado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, o Vayatrés! (2009), con canciones nuevas o inéditas de los tres cantaurores.

Además, de un disco con canciones dedicadas al Real Zaragoza, Carbonell se embarcó en esos momentos en un proyecto paralelo con Roberto Artigas (Gran Bob) y David Giménez, con el que recrea canciones de los años 60 dando rienda de nuevo a su sentido del humor. Formación con la que graba 'Live in San Martín' (20016) y 'Live in Cariñena' (2018).

Y así llegó a esos 50 años sobre el escenario que celebró el 2 de diciembre del 2019 en un escenario del Teatro Principal lleno a rebosar, después de haber conseguido un reconocimiento nacional que le llevó a actuar en numerosas ciudades españolas y en casi todos los lugares de Aragón, entre los que destacan, como a él le gustaba recordar cuatro actuaciones en la plaza del Pilar ante 200.000 personas y un entrañable concierto en Salcedillo (Teruel), un pueblo de tan solo 9 habitantes.

Fue también un habitual en el Festival Barnasans, el más importante de España dedicado a los cantautores, festival que se encargó de organizar el concierto del Principal y editar el disco consiguiente de celebración de sus 50 años de carrera. Fue también asiduo a festivales en ciudades francesas (Pau, Nantes Toulouse, Burdeos, Montpellier...) y en países sudamericanos (argentina, Chile, Uruguay, Costa Rica, República Dominicana...). Pero sobre todo fue un cantante aragonés, que actuó en casi todas las localidades de la comunidad, grandes o pequeñas, y cantó a esta tierra con pasión, con un cariño entrañable, letras cargadas de poesía y con la esperanza en un futuro mejor. "Me gustaría darte el mar...".

Las reacciones a su fallecimiento no se han hecho esperar y personalidades de todos los ámbitos de la sociedad aragonesa han mostrado su tristeza al conocer la noticia.