El fin del estado de alarma ha reabierto las fronteras entre las comunidades autónomas y ha comenzado a reactivar, aunque muy lentamente, el transporte de larga distancia. La posibilidad de viajar por toda España sin restricciones ha sido recibida con los brazos abiertos por diferentes sectores: establecimientos turísticos, empresas de autobuses de viajeros e incluso taxistas confían en que su carga de trabajo comience poco a poco a animarse. Este paso hacia la nueva normalidad ha empezado a percibirse este lunes en la estación Delicias de Zaragoza, aunque su actividad todavía está a años luz de la etapa precovid. «Hoy se ha notado por fin algo más de movimiento tras semanas en que esto parecía un edificio fantasma», aseguraron ayer en Cibershop, un pequeño negocio de alimentación, recarga de móviles o envíos de dinero situado en la estación de autobuses de Delicias.

Si la actividad se ha incrementado en la intermodal también ha sido gracias a que el número de trenes AVE que enlazan Zaragoza con Madrid o Barcelona se ha duplicado este lunes. En las últimas semanas tan solo circulaban nueve trenes de este tipo, mientras que a partir de ahora serán 18, lo que supone una oferta total de 6.300 plazas diarias. Además, se han reactivado las conexiones con Andalucía a través de dos AVE diarios a Sevilla y otro a Málaga y con el norte del país (dos trenes con destino a Bilbao y San Sebastián y un servicio diurno a Galicia).

Renfe también ha incrementado los trenes de media distancia en Aragón (con conexiones a Huesca, Canfranc, Calatayud, Teruel, Pamplona o Lérida) y asegura que la oferta se irá ampliando «según la evolución de la demanda». La DGA ha incidido este lunes en la importancia de que se recuperen todos los servicios ferroviarios que se prestaban antes de la pandemia, algo «fundamental» para la movilidad en la comunidad.

En la estación de autobuses de la intermodal también se veía algo más de movimiento, ya que las empresas han reactivado algunas de las líneas que conectan Zaragoza con otras comunidades. Todo ello y el fin del estado de alarma han permitido que muchos familiares se reencuentren tras más de tres meses. De hecho, buena parte de los viajeros que circulaban por la estación Delicias respondían a este perfil. Era el caso de Ricardo, un joven zaragozano de 22 años que estudia Derecho en Madrid y que llevaba desde Navidad sin ver a su familia. «Tenía previsto venir en Semana Santa, pero llegó el confinamiento y se truncó todo», ha lamentado.

Los establecimientos hosteleros también confían en que la posibilidad de poder viajar entre comunidades impulse poco a poco el turismo, así como la llegada de franceses al Pirineo. Se prevé así que los pasos transfronterizos comiencen poco a poco a registrar más tráfico tras más de tres meses en los que solo se ha permitido el paso de trabajadores, la entrada de residentes y el transporte de mercancías. De hecho, el flujo de vehículos por el Somport, el Portalet y el túnel de Bielsa se ha reducido de forma notable durante la pandemia. Habitualmente, por el Portalet pasan en un día laboral unos 400 vehículos (en fin de semana la cifra aumenta mucho).

En las últimas semanas este flujo de coches se ha desplomado, algo que empieza a cambiar gracias al fin del estado de alarma. No en vano, el pasado domingo ya se percibió más actividad en los negocios ubicados en el lado español, sobre todo gracias a los franceses que cruzaron la frontera para comprar alcohol y tabaco. Ahora, en el Pirineo solo se espera que la llegada de visitantes, tanto de Francia como de otras comunidades, se acelere.

"Llevo medio año sin ver a mis padres"

El fin del estado de alarma va a permitir que muchos familiares vuelvan a reencontrarse tras varios meses sin poder hacerlo por culpa de la pandemia. La estación Delicias ha sido este lunes lugar de paso para muchos de los que ya contaban las horas para ver a sus seres queridos. «Yo llevo medio año sin ver a mis padres y a mi hermano, desde Navidad; la verdad es que ya hay ganas», explicó Jorge, un joven ingeniero de telecomunicaciones de 26 años que se fue a estudiar la carrera a Madrid y ya se quedó allí a trabajar. «Mi idea es estar en Zaragoza una temporada porque voy a poder teletrabajar desde aquí», apuntó.

Jorge no era el único que apuraba los minutos para reencontrarse con su familia. Daniel, un paraguayo que trabaja de carnicero en Sallent de Gállego, esperaba paciente en la estación a que saliera su autobús a Bilbao, donde podrá «abrazar» a su mujer y su hija de cuatro años después de cinco meses. «La verdad es que esto ha sido duro; llevo un año trabajando en Sallent porque en Bilbao no encontraba empleo de lo mío y nunca había estado tanto tiempo sin ver a mi familia», explicó Daniel, que llegó hace once años a España junto a su esposa en busca de una vida mejor.

Sobre las 13.30 horas, este era el perfil mayoritario de los viajeros que circulaban o esperaban en la estación intermodal de Zaragoza. De hecho, muy pocos viajaban por trabajo o por motivos laborales. Sí había quien viajaba por placer. Era el caso de Pilar, una joven de 31 años que se dirigía a un pueblo de Tarragona para «pasar unos días de descanso»: «Tenía ganas de ver a unos amigos y relajarme un poco en la playa, así que la semana pasada decidí no esperar más y organicé el viaje para este mismo lunes».

Todos estos viajeros conseguían que la intermodal no pareciera una estación fantasma, como ha ocurrido en los últimos meses, aunque la actividad habitual aún está lejos de recuperarse.

Basta un dato para comprobar la parálisis que ha vivido la infraestructura ferroviaria durante la pandemia: sus cafeterías todavía seguían cerradas este lunes, aunque está previsto que este martes abran de nuevo sus puertas con la esperanza de que la normalidad regrese poco a poco.