Atreverse a ponerle números al colosal parón económico provocado por el coronavirus no deja de ser un ejercicio de alto riesgo. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será la trayectoria de la pandemia, ni cuánto durarán las medidas de contención, si habrá una segunda oleada del virus o cómo y cuándo se reactivará la economía. Pero hasta las proyecciones más conservadoras arrojan un escenario pavoroso para el 2020. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial vivirá este año su peor descalabro desde la Gran Depresión (1929-1933) del siglo pasado. En la caída, nadie se salva, ni los países ricos ni los emergentes. Y España sale particularmente mal parada. Tanto que podría cerrar el ejercicio con un crecimiento negativo del 8%, una contracción que dobla a vivida en el 2009 tras el estallido de la crisis financiera.

No es el apocalipsis, pero se le parece bastante. "Nunca en nuestras vidas habíamos experimentado un colapso de la actividad de semejante magnitud y rapidez", ha dicho la economista jefe del Fondo, Gita Gopinath, al presentar este martes en Washington las proyecciones económicas mundiales del organismo multilateral. Sus analistas prevén para este año una contracción global del 3%, lo que representa una caída de más de seis puntos respecto de lo previsto en enero, cuando el nuevo coronavirus empezaba a asomar la cabeza en China y todavía se esperaba que la modesta recuperación siguiera su curso.

Recesión global

"Esto convierte al 'Gran Confinamiento' en la peor recesión desde la Gran Depresión, bastante peor que la crisis financiera global", dijo Gopinath. En el 2009, el PIB mundial, se contrajo solo una décima. A diferencia de otras crisis, esta no ha tardado en globalizar el sufrimiento, en un baile perfectamente acompasado. Está previsto que los ingresos per cápita caigan en 170 países y que, por primera vez en casi un siglo, tanto las economías avanzadas como las emergentes entren al mismo tiempo en recesión, según el FMI.

China, la excepción

China es uno de los pocos países llamados a salvarse de los números rojos, lo que podría darle un empujón en el pulso que mantiene con Estados Unidos por la hegemonía mundial. Crecerá el 1,2%, muy lejos del 6,1% del 2019, pero mucho más que su rival geopolítico, que espera un desplome cercano al 6%.

Peor es el descalabro de la zona euro (-7,5%), arrastrada por la contracción de todas sus economías, grandes y pequeñas: Italia (-9,1%), España (-8%), Francia (-7,2), Alemania (-7%). El Fondo señala que aquellos países que dependen del turismo, la hostelería o el entretenimiento están sufriendo perturbaciones particularmente acentuadas. Un modelo productivo en el que entra España, que estaba llamada a crecer este año el 1,6%. Ahora se enfrenta a lo que Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, ha descrito como la "peor crisis desde la guerra civil".

Ligera deflación

Una crisis que dejaría este año una ligera deflación (caída sostenida de los precios) y cuatro puntos de aumento del paro. Si se cumplen las previsiones del FMI, quedaría en el 20,8% de la población activa, cifra que doblaría la media de la eurozona. También se espera que los efectos colaterales del virus se manifiesten con particular crudeza en el mundo en desarrollo. Naciones que a la factura sanitaria y productiva han empezado a añadirle el coste del desplome de las materias primas, las fugas masivas de capital extranjero o las crecientes dificultades para acceder al crédito en los mercados internacionales. Las previsiones del Fondo, en cualquier caso, hay que tomarlas con enorme cautela. Se basan en la incierta premisa de que la pandemia retrocederá en la segunda mitad del año e irá acompañada por la reapertura gradual de la economía a medida que se levantan los confinamientos. Es, por tanto, el mejor de los escenarios posibles, un escenario que sitúa en el 2021 el inicio de la recuperación, con niveles de crecimiento superiores al 4% en la zona euro.

"El coste económico dependerá de factores que interactúan de un modo muy difícil de predecir", reconocen los economistas del Fondo. Desde el curso que adopte la pandemia, a la efectividad de las medidas de contención, la perturbación en las cadenas de suministros o los posibles cambios en los patrones de consumo una vez se recupere algo parecido a la normalidad. Entre tanto, el FMI calcula que podrían evaporarse hasta nueve billones de dólares en los dos próximos años, el equivalente a la riqueza anual combinada de Alemania y Japón.

Para salir del agujero coyuntural, susceptible de convertirse en estructural si la crisis se eterniza y la vacuna tarda en llegar más de lo previsto, el FMI recomienda que continúen los estímulos fiscales para reflotar a los hogares y las empresas, así como la lluvia de liquidez de los bancos centrales para evitar el contagio del sistema financiero y garantizar que el crédito sigue fluyendo. Sus dirigentes huyen ahora de la austeridad prescrita hace una década. El organismo que dirige Georgina Georgieva aboga por aumentar el gasto sanitario, así como las ayudas directas a los trabajadores. También cree que los estímulos serán más efectivos cuando el virus remita y la población recupere la libertad de movimientos.