El Banco de Alimentos no ha sido una excepción y, debido a la situación que estamos atravesando por causa de la pandemia de covid-19, hemos tenido que variar nuestros protocolos de actuación con el objeto de cumplir las normas de seguridad que las circunstancias actuales nos imponen y que debemos respetar, como no podría ser de otra manera.

Nosotros formamos un grupo de voluntarios amplio en el que muchos son ya personas que están jubiladas o prejubiladas por razón de su edad, por lo que corrían un mayor riesgo en caso de contagiarse de la enfermedad. Es por esta cuestión, para evitar males mayores, que durante el periodo álgido de la pandemia hemos tenido que realizar un triaje entre los voluntarios que tenían patologías previas, invitándoles a no venir a trabajar. Siempre por su salud. Así, hemos tenido que complementar nuestro trabajo con voluntarios externos y más jóvenes que se apuntaron para colaborar a través de nuestra página web y demás herramientas digitales.

Recuerdo también que tuvimos que estar dos días cerrados porque no teníamos los medios de protección necesarios para poder protegernos a nosotros y a nuestros voluntarios de la enfermedad. Una vez lo conseguimos, gracias al Ayuntamiento de Zaragoza y algunas entidades colaboradoras, nos pusimos en marcha de nuevo para tratar de realizar nuestra labor como siempre lo hemos hecho a lo largo de los años.

Cuando retomamos la actividad éramos un pequeño retén de voluntarios de reducido número que atendimos solamente a cuatro entidades. Posteriormente, conforme los días pasaban y la pandemia seguía presente, hemos ido aumentando el número hasta llegar a las nueve diarias. Y desde que entramos en el mes de junio estamos inmersos en la normalidad anterior a la crisis: estamos distribuyendo 15 toneladas diarias de alimentos. Llegamos a doce o catorce entidades cada jornada.

Durante estos días, en nuestra labor hemos dado preferencia a las entidades que no habían recibido parte de los 308.000 kilogramos que repartimos gracias al Fondo Europeo de Ayuda a los desfavorecidos.

A lo largo de estos meses también hemos visto como se incrementaban en un 30% aproximadamente el número de personas que atienden las casi 200 entidades que tenemos registradas en Zaragoza capital y provincia. En estos momentos llegamos a un total de 27.000 personas en todo este territorio. También ha tenido y tiene especial incidencia en este incremento el asunto de los temporeros en la comarca del Valdejalón, así como las personas que vivían hasta ahora de la economía sumergida.

Tenemos que agradecer a las empresas del sector alimentario que nos han ayudado, pero también a otras que no con alimentos pero si con donativos se han volcado con sus ayudas para que podamos cumplir nuestra labor. Y también al Ayuntamiento de Zaragoza y CaixaBank por sus aportaciones.

Gracias a todos ellos y a las iniciativas de grupos de scouts, comunidades de vecinos, agrupaciones deportivas y por supuesto a las personas particulares que con sus donativos nos impulsan para seguir atendiendo a las personas en riesgo de exclusión social a través de las diferentes entidades.

Muchas gracias a los aragoneses por su generosidad.