-¿Cuál es la situación actual en cuanto a disponibilidad de material de protección por parte de los profesionales sanitarios?

-Tenemos problemas en lo que se refiere a la dotación de equipos de protección. No se hicieron bien las previsiones y desde el primer momento faltaron equipos. En algún sector sí se echaron bien las cuentas, pero en los hospitales aragoneses y en Atención Primaria se ha puesto en evidencia una falta de previsión en cuanto a enviar y revisar equipos. En general, las quejas se refieren a esa carencia en protección individual y que ha dado pie a fabricaciones caseras o gafas de buceo. Estamos cerrando filas con la Administración, pero no nos están cuidando como deberían.

-Cemsatse ha reclamado la intervención de fábricas o explotaciones que permite el estado de alarma.

-A raíz de la aplicación del decreto se puede realizar eso pero si se hubiera empezado a tomar medidas diez o veinte días antes, cuando ya se veía lo que estaba pasando en Italia, esa falta de equipos no sería tan grave. Ahora dicen que el ministerio no enviará mascarillas hasta mediados de semana pero las llevamos reclamando desde hace diez días o más. No sé qué no están entendiendo.

-¿Su queja se dirige al Gobierno autonómico o al conjunto del Estado?

-Había márgenes para que cada comunidad autónoma hubiera actuado como hubiese querido en lo que a compras se refiere. Hasta que se ha tomado la decisión de regularlo todo con un decreto cada comunidad era competente para hacer lo que considerara adecuado, y la sensación es que la mayoría de ellas sufren ahora ese déficit de material por falta de planificación.

-El colectivo también denuncia la falta de acceso a las prueba de detección del virus.

-Tenemos verdaderos problemas con eso. Se nos está negando a los profesionales sanitarios algo para lo que no se escatima con los políticos. Además desde los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales, seguramente por el desbordamiento, hay colectivos sensibles como embarazadas y trabajadores con patologías previas a los que no se les está adaptando el puesto de trabajo.

-¿Existe un protocolo único para todos?

-Se aplica con variabilidad, es decir, hay uno pero con un margen que habilita a cada sector a actuar de una manera. Por ejemplo, en lo que se refiere a qué profesionales se mandan a casa de cuarentena para que no pongan en peligro al resto. Todo esto también debe mejorar.

-¿Cómo valora que el Gobierno haya anunciado la contratación masiva de residentes?

-Ahora resulta que, a los ​residentes de cuarto ​y quinto año, que tendrían que acabar en mayo, les quieren prolongar el contrato de residencia que ya de por sí es precario en lugar de ser especialistas en mayo. Es el colectivo y el eslabón más débil y nos oponemos a eso cuando se podría optar por culminar antes ese contrato de residencia, como se hace ya en las especialidades deficitarias. Exigimos para ellos contratos como Facultativos Especialistas de Area y no prórrogas de su periodo de residencia.

-¿Cuál es el estado de ánimo? ¿Tienen miedo?

-Nos dejamos la piel todos. Los liberados volvemos al trabajo asistencial y todos estamos a disposición de nuestras gerencias, pero no podemos callarnos ante ciertas cosas. Y esa falta de material, de detección, la variabilidad del protocolo o lo de los residentes no nos parecen bien. ¿Miedo? No, estamos formados para esto, pero es cierto que el personal no se siente del todo apoyado desde arriba. El domingo hubo una reunión de gerentes y directores pero al profesional que tiene que intubar a un enfermo con el riesgo de contagiarse no se le consulta, sino que se le echa incluso la bronca por usar una mascarilla. No es miedo, es frustración y desencanto por no sentirse respaldados por sus direcciones. Falta de empatía, al cabo.

-¿Qué otras medidas plantea?

-Muchos jefes de servicio están proponiendo, como en Navarra, medidas acertadas, como dividir un servicio en dos equipos para que trabajen en días alternos. Y nos consta que desde el Salud el coordinador asistencial, dentro del gabinete de crisis junto con los gerentes, se esfuerzan intentando que todo vaya bien y eso hay que ponerlo en valor. Pero algo no se está haciendo bien y hay un fallo gordo en el engranaje a pesar de que nos consta el esfuerzo que se está realizando. Se trata, sobre todo, de que no están contando con los profesionales cuando la realidad es que son los que atienden al enfermo.

-Lo que sí tienen es el reconocimiento unánime de la calle. Los aplausos improvisados son una clara muestra de ello.

-Sabemos que la población nos valora mucho, con y sin coronavirus. Estamos encantados con la gente y con las ganas que tienen de ayudarnos, como lo demuestran las donaciones que estamos recibiendo. Nuestra queja es hacia el poco valor que nos otorga la Administración. El Gobierno de Aragón no invierte en Sanidad lo que debería. Son días de turnos extenuantes y un gran esfuerzo que debemos asumir con esas carencias.