FÁTIMA SÁNCHEZ (FUNCIONARIA)

Tener a la familia a 500 kilómetros de distancia es una realidad que sufre Fátima Sánchez y su marido, residentes en Calamocha y provenientes de Elche y Murcia.

En Teruel no tienen quién puedan ayudarles con el cuidado de su hija de 7 meses, Gloria. Su marido trabaja en la gasolinera de Villafranca, un oficio que ha seguido activo y que cuenta con turnos complicados para conciliar. Ella es funcionaria interina y aunque ha tenido la suerte de acogerse al deber inexcusable, ya ha tenido que incorporarse a su puesto en un 30%, «pero el día 25 si pasamos de fase, tenemos que estar al 100% y a día de hoy no sé si va a haber guardería o no», explica.

Ha contratado a una persona por 7 euros la hora, un precio que no podrá asumir en una jornada completa. «Necesitaría buscarme otro trabajo para pagar», comenta. O bien acogerse a una excedencia.

MARIANA RALUCA (AUXILIAR DE ENFERMERÍA): “Es duro, te come la impotencia”

La conciliación ya suponía un reto antes de la pandemia para las familias monoparentales, y ahora se ha agravado.

Mariana Raluca y su hijo Antonio, de 16 años y con un grado del 58% de discapacidad, viven en Alcañiz y tampoco tienen familiares cerca. Ella trabaja de auxiliar de enfermería y se redujo la jornada a dos horas, pero no puede seguir en esa situación. «Si no nos morimos del virus, nos morimos de hambre», expresa. Tampoco puede contratar a nadie que cuide de Antonio, «te supone la mitad de sueldo», indica. Si no continúa con su contrato completo, «no tengo cómo darle de comer a mi hijo», lamenta, ya que el sueldo de una jornada de 2 horas no le es suficiente para hacer frente a todos los gastos.

«Es muy duro, te come la impotencia pensando qué será de nosotros. Me gustaría tener algo más de apoyo, pero no quiero ayudas, quiero trabajar, sentirme útil, y que mi hijo esté atendido. Quiero un apoyo para conciliar», subraya.

Otra de las opciones que baraja es esperar a que se reactiven los vuelos para que vayan sus familiares, contactar con alguna amistad o hablar con integración social para saber si tienen disponible algún canguro.

CRISTINA PÉREZ (PELUQUERA): “Aguanto con el ERTE, pero no sé por cuánto tiempo”

Cristina Pérez es una de las miles de aragonesas afectadas por un ERTE en su trabajo. Ella es peluquera en Zaragoza y admite pasar por una situación complicada porque «de momento me aguantan en el ERTE, pero no sé cuánto tiempo me queda. Ahora estoy pensando cómo hacerlo». Se refiere al cuidado de su hija Naia, de 21 meses.

Su jefa le comunicó que le mantiene en esta situación hasta que la obliguen a tener toda la plantilla trabajando. Su marido es transportista y está fuera de la capital toda la semana, sus suegros viven en Calamocha y su madre trabaja en una residencia. «Si yo empiezo a trabajar y me contagio no quiero que mi madre también se contagie, ya que las residencias son las más afectadas», comenta. Las alternativas son escasas, «estoy pensando si trabajar por las tardes o llevar a mi hija a Calamocha toda la semana y verla solo el fin de semana», detalla.

NOELIA CASTILLO (INGENIERA): “Es como tener otro empleo”

En casa de Noelia Castillo, su pareja es quien se encarga de cuidar a sus dos hijos, de 3 y 6 años. Sin embargo, eso no le exime de la carga educativa.

Trabaja en la industria como ingeniera y con el mismo ritmo y horario que antes de la pandemia. Es su pareja la que ha tenido que hacer cese de actividad porque se dedica al turismo. «Cuando llego a casa, tengo que ocuparme de las tareas, tengo que ser maestra. Toda la semana es llegar a casa, mirar el correo, ver las actividades, hacerlas y pasarlas a la profesora», explica. Afirma que la presión y la ansiedad han crecido. «Es como tener otro empleo, quieres que tus hijos sigan con una educación», indica.

Aunque es una persona formada, admite no ser maestra, lo que a veces le genera dudas «de si les enseño bien o mal». Desde su punto de vista, su conciliación actual es eventual, «va a pasar», comenta, pero le preocupa el cambio de vida de los niños, «no se relacionan con nadie, además de hacer fichas y aprender y leer, es importante socializarse con otros niños, es parte importante del aprendizaje», señala.

Por otro lado, comenta que tiene la suerte de contar con la ayuda de los abuelos.