Los centros de Educación Especial se preparan para una vuelta al cole complicada, con unos alumnos que llevan demasiados meses sin recibir la atención educativa especializada y terapéutica que precisan y que ha ralentizado, en parte, su aprendizaje y desarrollo. El Gobierno de Aragón ha decidido que el curso sea presencial y con jornada continua para garantizar en todo momento su asistencia. Sin embargo, este horario genera un problema importante a la hora de conciliar de sus familias ya que se trata de alumnos con una autonomía reducida que requieren de una mayor atención en el hogar.

«Las familias son las primeras interesadas en que sus hijos vuelvan al colegio, ya que son las que más ven las consecuencias que ha tenido este parón, pero a la vez tienen más miedo porque muchos de estos tienen patologías asociadas que les hace ser más vulnerables», explica Isabel Gil, coordinadora de la mesa de Educación del Cermi Aragón y del centro de postemprana de la Fundación Down de Miralbueno.

En estos centros, debido a las necesidades de sus alumnos, la ratio media es de seis escolares por clase, con una profesora y una auxiliar de educación especial (o dos, según la autonomía del grupo) que se convertirán ahora en grupos burbuja, es decir, no se relacionarán con el resto. Tampoco para comer, dado que lo harán en su aula, ni para salir al patio, donde tendrá cada grupo su espacio.

Los padres reclaman que se estudie un plan alternativo a las extraescolares. Desde Plena Inclusión sugieren que se siga el protocolo diseñado para las colonias de verano de la DGA Abierto por Vacaciones. «Las familias llevan muchos meses de sobrecarga y arrastran un sobresfuerzo y un cansancio emocional. Además sus hijos necesitan recibir los tratamientos específicos como logopedas o fisioterapeutas», comentan.