-¿Cómo está la situación en el Miguel Servet actualmente?

-La situación está correctamente controlada. La afluencia de pacientes está siendo según lo previsto y no tenemos problemas en este momento ni hay nada que nos haga prever que los vayamos a tener a corto plazo y en los próximos días. A largo plazo no lo sé, pero camas de hospitalización no deberíamos tener problema salvo que ocurra algo muy raro.

-¿Hay problemas de ucis?

-El problema que podría darse es la disponibilidad de equipos de respiración asistida. El talón de Aquiles de la asistencia a estos pacientes, con un virus que produce daño pulmonar severo, está ahí. Cuando hay muchos en esta situación requieren de estos equipos para soportarlos con vida hasta que pasan los días y por ahí podemos llegar a tener serias dificultades. Ahora partimos de una situación muy buena. El Servet tiene una muy buena dotación de ucis, con un equipo de aparatos respiratorios considerable, pero el número de casos que estamos viendo con estas características en esta epidemia es algo que puede llegar a desbordar la situación. El cualquier caso seríamos capaces de adaptar numerosos espacios para atender a cada paciente y afrontar la epidemia. Nuestras cuatro ucis, las salas de reanimación, las mesas de los quirófanos o la zona antigua de Hemodiálisis... Todo está preparado en nuestro plan de contingencia para ser usado y readaptado a las necesidades.

-¿Falta material como han denunciado los sanitarios?

-En ningún momento ha llegado a haber falta real de los equipos de protección individual en los sitios donde hacían falta, pero sí es cierto que estamos muy escasos. En algunas cosas como gafas o las mascarillas más elementales sí estamos haciendo equilibrios para distribuir de una forma más racional los recursos. El problema viene dado por una falta de suministro. China, principal fabricante, cerró fronteras y ahí estamos esperando. Pero insisto, en este momento a quien tiene que enfrentarse a un paciente contagiado por coronavirus se le está dando el material necesario.

-¿Cuándo cree que vamos a llegar al pico de la epidemia?

-La estimación es que la máxima afluencia sea hacia el final de esta semana, sábado, o un poco más. Entonces podremos valorar muy claramente cuando llegara el pico o si podría estar dándose ya.

-¿Cree que las medidas adoptadas ayudarán a aplanar la famosa curva del coronavirus?

-Ya lo estamos haciendo. Veo cada día los test que entran y aunque el número de muestras va creciendo, el porcentaje de casos positivos no sube de manera muy franca. Hay más afectados porque hacemos muchas más pruebas, pero no da la sensación de que esto esté fuera de control.

-¿Esto se podría haber previsto o atajado antes?

-Con China no nos podemos comparar porque es un país distinto y sus medidas no son extrapolables. Eso sí, allí dijeron que a parar y aquí eso cuesta. Creo que la secuencia de medidas adoptadas ha sido correcta. El problema ha venido dado por la distribución de productos sanitarios. Nos hemos encontrado de golpe con que no había y eso debe llevarnos a una reflexión sobre los peligros de la globalización.

-¿Cuántas pruebas están haciendo al día?

-Cuando empezamos esta técnica no existía y nuestros microbiólogos aprendieron. A los cinco días el Salud nos preguntó cuántos test podríamos ser capaces de hacer en los peores momentos de la epidemia. Dijimos que entre 50 y 60 diarios y se sorprendieron, por el tipo de técnica. Pero lo hemos superado con creces y el miércoles se hicieron 160 y cada día logran siete u ocho más. El suministro de reactivos en España está justo, así que los test rápidos bienvenidos serán.

-¿Qué consecuencias va a dejar esto en la sanidad?

-Como defensor de la sanidad pública, donde llevo trabajando más de 40 años, confío en que esto nos sirva para percibir de manera más clara la necesidad de tener un sistema sanitario público y potente. Es el único con capacidad de respuesta ante una crisis de esta envergadura. Todo lo demás son adornos y generar falsas expectativas que, en el momento de la verdad, defraudan a la población. Tenemos un sistema sanitario potente y con capacidad de respuesta, pero no podemos andar reinvirtiendo dinero para mantenerlo en buenas condiciones. Los discursos de la rentabilidad se pueden aplicar a otras cosas, pero no a la salud del gentes. El margen con el que deberíamos contar para pasarnos de los costes previstos en sanidad tiene que ser bastante mayor.

-¿El coronavirus viene para quedarse, como la gripe?

-Sin lugar a duda. Ha venido para quedarse, es algo incuestionable. Confío en que se irán encontrando combinaciones de fármacos eficaces para los casos más graves y también soy optimista con los retrovirales y la vacuna.

-Dentro de todo lo malo, siempre quedarán los aplausos...

-Eso va a ser lo que nos va a quedar después de todo y nos va a unir y enseñar a afrontar las siguientes (se emociona). Quiero dar las gracias a todo el mundo, sin excepción. A los ciudadanos y a todos los trabajadores. En mi interior predomina una sensación de satisfacción por estar al frente de una organización de profesionales con este nivel de dedicación.