—¿Ha aterrizado?

—Estoy en ello. Al principio da vértigo porque yo vengo de la asistencia pura y dura. El sábado 9 salía de guardia y aterricé aquí, una perspectiva completamente diferente. Pero no querría nunca olvidar de dónde vengo.

—No es la primera vez que la han reclamado desde la Administración. ¿Por qué esta vez dijo sí?

—Es verdad que me habían ofrecido cosas, pero soy muy vocacional en mi trabajo, una ginecólogo muy convencida de lo que hago y lo disfruto mucho. En ese sentido, cuando me llamaron en otras ocasiones, no tenía duda de que mi papel era seguir siendo ginecólogo en un mundo en el que me movía con soltura y disfrutaba. Pero se dio esta pandemia, una dificultad respecto a incertidumbre, preocupación, miedo de los profesionales, jornadas exhaustas... y me dio la sensación de que, ocupando un puesto en primera línea y siendo consciente de las dificultades que teníamos en ese momento los sanitarios, si me daban la oportunidad de aportar mi experiencia desde un puesto de responsabilidad, por mi vocación de servicio público no podía decir que no.

—¿Se convenció o se dejó convencer?

—Hablé con Lambán y mucha más gente. Con amigos, familia, compañeros de profesión, otros que están en esta institución y gente de confianza. No solo médicos, también enfermeras, celadores... compañeros de trabajo en suma. Todos me dijeron que tenía que estar aquí en este momento. Tenía muchas incertidumbres y me sentía inexperta en muchas facetas, pero me convencieron de que esta consejería necesitaba una persona que viniese de una primera línea como yo.

—¿Qué le pidió Lambán?

—Me dijo que necesitaba una persona de mi perfil en la consejería y que reunía las condiciones que en ese momento se necesitaban. Aunque yo nunca había estado en política.

—¿Y usted qué le pidió?

—Que me dejase hacer lo que yo consideraba que tenía que hacer. Me dijo que sin ningún problema, que confiaba plenamente.

—En política no había estado, pero sí rodeada de políticos desde que nació.

—Sí, procedo de una familia de políticos (abuelo, padre, hermano y marido), pero la política no me resulta desconocida. Lo que pasa es que siempre me había rozado y nada más. Mi madre me decía, además: «Tú no, por favor» (risas). Pero, al final, las circunstancias obligan y tengo el apoyo de toda mi familia.

—¿De su madre también?

—Sí, sí (risas).

—Fue una de las firmantes de la carta en la que los sanitarios cargaban contra la anterior consejera pidiendo su dimisión. ¿Cómo se siente con eso ahora?

—Cuando firmé esa carta era un sanitario más. Entendimos que eran unas declaraciones desafortunadas, pero yo en ningún momento podía haber previsto que mi vida iba a dar ese vuelco en tres días. Me uní a mis compañeros en esa reclamación sin tener ningún tipo de pretensión.

—¿Qué fue lo más le molestó de aquellas palabras de la anterior consejera en las que consideraba que era un estímulo para los sanitarios fabricar sus propios equipos de protección?

—Fueron desafortunadas. Nosotros teníamos una sensación de desprotección y había una situación que teníamos que solucionar sin dejar nuestro trabajo en ningún momento. Hubo un conjunto de cosas que nos molestaron, pero estoy convencida de que no se hizo con desprecio ni mala intención. Fue un falta de consideración, vamos a decirlo así.

—¿Ha hablado con Pilar Ventura después del relevo?

—No he hablado nunca con Pilar Ventura.

—¿Su nombramiento ha sido bien acogido entre los profesionales del sector?

—Me consta que sí. Creo que ha sido porque soy una persona que llega de ese campo. Quizá también por mi carácter empático. Me gusta mucho dialogar, escuchar... Soy rocera, soy de pueblo, de Caspe. Me gusta mucho la gente de mi pueblo y de mi tierra y me gusta mucho tocarlos y abrazarlos, que es lo que peor llevo en estas circunstancias. Eso no solo me pasa a mí. Hay que tener en cuenta que no hemos podido atender a nuestro pacientes como a nosotros nos gusta. No poderlos tocar, no poderlos abrazar, no poder estar con ellos hasta el último momento y darles un consuelo final. La mitad de la medicina es trato con el paciente, palmadas, abrazos, consejos... Eso nos ha roto psicológicamente.

—¿Cree que un consejero de Sanidad siempre debería provenir del sector?

—Creo que sí. Estás tratando con los proveedores de la salud. La primera línea es muy importante porque todo el sistema está dirigido al ciudadano, ahí pilota todo el sistema. Haber estado ahí te permite saber qué es lo que necesita el paciente, el médico, el personal... Conozco las necesidades básicas, la esencia del sistema sanitario, que es cuidar a las personas.

—Cuando juró el cargo tendió la mano a los profesionales. ¿Había faltado diálogo antes?

—Es lo que había vivido y lo que me habían transmitido. He tendido la mano a todo el mundo, es fundamental escuchar y aprender. No es que sintiéramos que no nos tenían en cuenta a la hora de tomar decisiones, sino que probablemente había faltado compromiso, falta de escuchar.

—¿Qué primer análisis haría de la gestión que se ha hecho de la crisis desde su departamento?

—Cuando entré me sorprendió la entrega del personal, que trabajaba día y noche, sin descansar los fines de semana... Me refiero a todo el personal, sobre todo los servicios de salud pública y los directores generales. Vi un trabajo encomiable que me sorprendió y tuve que hacer una inmersión completa. Soy consciente de que todas las deficiencias que se produjeron no se deben en absoluto a dejación de funciones ni a la falta de previsión. En aquellos días, todos los países tuvieron verdaderos problemas para proveerse de sistemas de protección de calidad. Se subastaban los aviones, no teníamos opciones de comprar a ningún precio. Se llegó a comprar material a 80 veces su precio de base y aun así no había proveedores suficientes. Fue una situación dramática, desconocida, difícilmente previsible. A toro pasado es muy fácil decir las cosas, pero yo soy consciente de que en ese momento sufrimos todos, tanto en primera línea como aquí por la incapacidad de darnos lo que tenían que darnos.

—¿Qué se debió hacer mejor?

—Caímos todos en el mismo error: no supimos ver la dimensión de lo que nos esperaba. La enfermedad nos llevaba la delantera y era absolutamente desconocida. A toro pasado es fácil decir lo que podíamos haber hecho. A lo mejor nos faltó sinceridad, transparencia y explicar las cosas tal y como estaban. Era un periodo de mucha confusión y cualquier noticia se podía entender en otro sentido, desde las mascarillas defectuosas hasta la falta de métodos de protección. Si algo pudo fallar fue un poco de empatía, de conocimiento, de saber escuchar.

—¿Qué es lo que no se puede volver a repetir?

—No nos puede pillar una segunda oleada sin estar preparados, pero para eso nos hemos tenido que emplear a fondo desde el primer día. Uno de los indicadores que nos piden para pasar de fase es tener reservas estratégicas suficientes para afrontar una segunda pandemia de las mismas características en condiciones de seguridad. Eso está garantizado. No solo tenemos provisiones de material sino que estamos garantizando suministradores estables de productos, preferentemente de industrias aragonesas. Algunas empresas se han reconvertido para la fabricación de batas, mascarillas... También tenemos una reserva estratégica de respiradores y aparatos de diagnóstico. Y tenemos un hospital de 400 camas en Plaza preparado para funcionar en cinco días. Estuvimos al borde del colapso, pero no llegamos y no hubo necesidad de utilizar los hospitales de campaña. No obstante, están dispuestos por si en una segunda oleada tuviésemos que utilizar estas infraestructuras.

—Hay mucha gente segura de que habrá un nuevo brote en octubre. ¿Por qué?

—Responde a la historia natural de las epidemias. Como la gripe, por ejemplo, cuya incidencia baja en verano y sube al comienzo del otoño. Eso es lo que puede ocurrir con cualquier tipo de epidemia vírica como es el coronavirus. En la gripe tenemos vacuna y lo tenemos solucionado, algo que no nos ocurre con el covid-19.

—¿Cuándo llega la vacuna?

—Hay muchas investigaciones y creo que va a ir mucho más rápido de lo que nos imaginamos, aunque sacar una vacuna es muy complejo porque hay que comprobar que esa vacuna es segura, es decir, que no tiene efectos secundarios en otros ámbitos de la salud. Y eso es tiempo que no podemos adelantar.

—¿Se podrá autoabastecer Aragón?

—No. La capacidad de fabricación de las empresas aragonesas no da para las necesidades que puede tener. Hay que tener un stock de todo y mantenido y recurrir a los mercados internacionales. Hay materiales que solo fabrica un país determinado y hay que garantizarse esos suministros para después fabricar aquí. Hay que tener también una previsión de proveedores de mercados internacionales.

—Se ha hablado mucho de la gratificación que planteó a los sanitarios y no a todos les ha parecido bien. ¿Cómo la quiere hacer?

—Cuando se habla de gratificación, se entiende que es económica. Utilicé ese término porque fue con el que se dirigió a mí el señor Morón en las Cortes. Pero no es tanto una gratificación lo que necesitamos, sino un reconocimiento de prestigio social. Lo que queremos es un reconocimiento de nuestra profesión, tener una mejora en las condiciones de trabajo y que se dé salida a nuestras necesidades.

—El reconocimiento ciudadano sí lo han tenido. Y muy grande.

—Por supuestísimo. Y ese reconocimiento es recíproco y nos hacía llorar (se emociona) cada día a las ocho de la tarde. El comportamiento de toda la población ha sido tan ejemplar, con pacientes, familiares, policías, bomberos.. La reacción sacó lo mejor de todos nosotros (sigue hablando mientras le caen las lágrimas), jamás habríamos pensado que nuestra profesión podía estar tan reconocida. Cuando te dedicas a esto es por vocación y los pacientes son lo primero para ti, así que ese reconocimiento nos llegó muy dentro (se entrecorta pero no para). Nos sentimos muy agradecidos a todos los aragoneses por la actitud que han tenido, todos. Todos es todos, lo que hemos vivido es muy distinto a lo que se ha visto en otras comunidades. Me siento muy orgullosa de ser aragonesa, de ser médico, de pertenecer a esta región.

—No todos han aceptado de buen grado el premio Princesa de Asturias de la Concordia para los sanitarios. ¿No es un bonito reconocimiento?

—Claro. No me puede caber en la cabeza que alguien lo cuestione.

—¿Qué reconocimiento le gustaría darles en Aragón?

—Me gustaría mejorar sus condiciones de trabajo y que esas mejoras fueran consolidadas.

—¿Se ha planteado acometer cambios en el organigrama?

—Sí. He pensado muchas cosas. Me bullen las ideas y cuando estás aquí todavía más porque ves potencialidades importantes, cosas que se pueden mejorar. Sé que es muy difícil abordar cambios estructurales, pero si tengo posibilidad lo haré. Lo primero es pasar esta pandemia, pero después sí sería interesante.

—¿Qué podrían aportar si llega la segunda oleada, además de las reservas estratégicas?

—Tenemos desarrollados los sistemas de información para volcado de datos en tiempo real y actuación rápida, tanto en la población general como en poblaciones de alto riesgo. Hemos evolucionado en tiempo récord y tenemos preparados sistemas de información interrelacionados de tal forma que seremos capaces de detectar un caso y hacerle un seguimiento en cualquier límite de Aragón. Esta evolución del sistema tan brutal es la que nos ha permitido plantearnos otro tipo de medicina más virtual, la telemedicina. Para pedir consulta en lugar de pedir cita, tener una interconsulta de los profesionales, encajar la atención primaria con la especializada, que el paciente se sienta cercano. Esto lo hemos preparado en tiempo récord y ha venido para quedarse.

—Decía antes que faltó un poco contar la situación tal cual era a la gente, darles la información. Pero a ustedes también les faltó información.

—Sí. Nos faltaba y a la vez nos invadía por las redes sociales, y el mismo Salud con instrucciones, normativas, procedimientos, cambios, órdenes, investigación, tipos de tratamiento... Fueron momentos de mucha confusión pero también de mucho intercambio, muy enriquecedores.

—Aragón entra en la fase 3 con solo una preocupación latente en Aragón, el brote de Fraga.

—En Aragón hacemos bien los deberes, somos muy aplicados y mejoramos muchísimo en poco tiempo. Nos han felicitado incluso de cómo hemos llegado a los estándares de funcionamiento en cuanto a sistemas de información. Los aragoneses somos responsables, ejemplares en comportamiento y nuestros indicadores son buenos. En cuanto a los brotes de Fraga, eran esperables y hemos podido preverlos. Sabíamos que iba a ver una campaña de recogida de fruta de temporeros y era inevitable que se produjeran brotes. Anticipándonos a eso repartimos una orden a todas las explotaciones agrícolas y se han hecho todas las medidas para que el control sea rápido como está sucediendo. En Fraga se han habilitado dos alojamientos y vamos por delante porque ya previmos que podía pasar.

—Casi 4.000 aragoneses llevan más de seis meses esperando una intervención quirúrgica. ¿Cómo se hace frente a una lista de espera tan grande?

—Con un plan específico a medio-largo plazo y aplicando todas las medidas al alcance. Primero, disponiendo de la mayoría de recursos humanos. Por eso se ha contratado a todos los residentes que han acabado la especialidad en nuestra Comunidad, a más de 200 enfermeras y se han habilitado todos los quirófanos que se puede en Aragón, no solo en la pública sino también en la privada. Lo que hay es lo que vamos a disponer: personas y quirófanos. Pero vamos a priorizar las intervenciones que tienen urgencia o puedan tener posibles consecuencias. La lista de espera no es solo un número, son personas, y hay que sacarla adelante sin que tenga un repercusión negativa.

—¿Qué puede decir de los hospitales de Alcañiz y Teruel?

—Con Alcañiz se ha rescindido el contrato con las constructoras y en cuanto tengamos posibilidad legal vamos a licitar de nuevo las obras por lotes. No nos queremos demorar, el periodo será el mínimo posible. Respecto a Teruel, está pendiente de algunas modificaciones que se puedan abordar sin que supongan un retraso importante.

—La atención primaria siempre se ha sentido el patito feo del sistema. ¿Piensa reforzar el área?

—Es la puerta de entrada, el primer contacto del enfermo con el sistema. Por las peculiaridades de Aragón, con población dispersa, tenemos una ratio de médico por habitante mayor que en ninguna otra Comunidad. Hemos potenciado los servicios de atención primaria para que sea igual en cualquier lugar de Aragón con médicos, enfermeras y todo el equipamiento necesario para el área rural y la urbana.

—¿Qué opina de la sentencia que ha condenado al Gobierno de Aragón por no suministrar equipos de protección sanitarios durante el inicio de la crisis?

—No es una sentencia firme porque hemos recurrido e imagino que no será la última. Todo es interpretable. Yo no considero que esta circunstancia se pudiera prever o evitar, más bien lo contrario, que era imprevisible e inevitable. Así lo han visto otros jueces. Lamento profundamente que los sanitarios no pudiésemos tener los materiales de protección que necesitábamos, pero es algo que sucedió en todas las Comunidades y países. No quiero interpretar la sentencia, pero lo que dice es que proveamos de material a nuestros sanitarios, algo para lo que ya estamos preparados.

—¿Mantiene relación con Fernando Simón, el director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias?

—Tenemos una buena relación desde niños, cuando compartíamos pandilla en Caspe. Luego coincidimos también estudiando Medicina en la Universidad de Zaragoza y a partir de ese momento nuestros caminos se separaron. Yo me dediqué a la ginecología y él a la cooperación internacional. Le puedo decir que es una gran persona.