La pandemia generada por el covid-19 ha tenido una honda repercusión en todos los ámbitos de la sociedad y, como no podía ser de otro modo, nuestra universidad pública, la Universidad de Zaragoza, se ha visto afectada en todas sus misiones: la docencia, la investigación, la transferencia y la gestión. La respuesta ofrecida para hacer frente a esos cambios ha estado cargada de compromiso, agilidad y solidaridad.

El profesorado, el personal de administración y servicios y el estudiantado se esforzaron por adecuar su desempeño a la no presencialidad en un tiempo muy corto, logrando que la labor docente se viera escasamente afectada. Las tareas de investigación y de transferencia acusaron el obligado cierre de instalaciones, sin embargo, la actividad de investigación en el ámbito de la lucha contra el virus ha sido muy notable. Los números ayudan a comprender el alcance: se han solicitado 33 proyectos dirigidos por personal investigador de la institución y otro cuatro en los que participa como colaborador.

La mayoría se enmarcan en el ámbito biomédico, pero hay que destacar que más de la mitad se orientan hacia otras ramas de conocimiento, mostrando que las situaciones complejas necesitan aproximaciones poliédricas.

La respuesta ha sido solidaria desde el primer momento. Ahí está la cesión a las autoridades sanitarias de material de protección y de instalaciones de la universidad, o la inversión en material informático y en soluciones de conectividad para estudiantado que manifestó que este tipo de problemas le impedía seguir la docencia no presencial.

También ha sido una respuesta ágil, con instrucciones y resoluciones para adecuar la actuación a las distintas fases, siempre coordinados con la consejería, los centros y los representantes del personal y del estudiantado, colaborando en distintas comisiones de la conferencia de rectores y del ministerio.

El estado de alarma ofreció ventajas para adquirir material necesario, tanto informático como de seguridad, demostrando que es posible conjugar la agilidad en el uso del dinero público con la transparencia y la rendición de cuentas.

Esta pandemia nos deja algunas lecciones. En primer lugar, la importancia de la docencia presencial y, a la vez, la demostración de que las distintas modalidades de docencia no presencial pueden ser un complemento y apoyar en la captación de estudiantes de otras naciones y en la formación a lo largo de la vida. La segunda lección es la importancia de la inversión en investigación. Las respuestas a los distintos retos no se improvisan, es preciso disponer de equipos de investigación competitivos, lo que solo se logra con una inversión sostenida en el tiempo.

No olvidemos que, aunque esta pandemia los oscurece, los retos de la humanidad para asegurar un futuro sostenible siguen presentes y buena parte de las soluciones pasan por la investigación.

Hemos aprendido también la importancia de las respuestas transversales en una sociedad compleja y en continuo cambio, que nos planteara retos y necesidades desconocidas que precisarán de profesionales con una gran capacidad de adaptación y aprendizaje. Son lecciones que nos deja esta pandemia.