Los alumnos de primero de ESO del colegio zaragozano Montessori abren a EL PERIÓDICO las puertas de su nueva aula, una clase virtual a través de una plataforma online. Con la cámara de sus ordenadores encendida y activando el micrófono solo cuando la profesora de lengua castellana y literatura, Alicia Bellido, les da la palabra, estos jóvenes de entre 12 y 13 años nos cuentan que llevan cómodamente el confinamiento al que les ha obligado a adaptarse la pandemia por covid-19.

Algunos de ellos afirman llevar estas semanas «bastante bien». «No sabía que lo pudiera llevar tan bien, me he sorprendido a mí mismo», asegura Mario Miguel del Río, para quien lo más diferente es que hay que estar pendiente del micrófono y «no puedes hablar con un compañero, aparte de la profesora», subraya, aunque agradece el poder estar en contacto con sus amigos de clase. Para Gabriel Tayar es extraño comunicarse a través de una pantalla y «no es lo mismo hacer deporte en el colegio que en salón de tu casa», detalla. Los más de 20 alumnos comparten en esta clase especial sus aficiones durante estas semanas. Por ejemplo, Lucía Isasi hace videollamadas con sus amigas, Pablo Gómez se ha convertido en todo un chef, cocinando postres y crepes y Paula Redondo juega con su familia en el minigolf que tienen montado en el salón.

Crear sus propios métodos de estudio les facilita seguir el curso con la mayor normalidad posible

Ellos se entretienen con muchas actividades fuera del horario lectivo, pero cuando es el momento de «hincar codos», cada uno tiene sus propios métodos. «Yo me estoy organizando muy bien porque lo que hago es seguir el horario, sino mi cabeza explota», comenta Julia Pobes. La carga de trabajo varía según la asignatura y el día de la semana, a algunos les estresa el ritmo de videollamadas. Otros, como Gabriel Tayar, elaboran sus «calendarios mentales» y cada día se marca un límite de ejercicios.

El estado de alarma priva a los más pequeños de sus actividades extraescolares, como a Nacho Rodríguez, quien solía tener cada semana cuatro entrenamientos de baloncesto. Otros, como Paula Romeo, siguen clases, en este caso de guitarra, por videoconferencia y María Pinilla extraña sus sesiones de tenis, porque «tengo otras amigas que no son del colegio», subraya.

La profesora de lengua castellana y literatura Alicia Bellido, durante una clase.

Los estudiantes aragoneses aprovechan el confinamiento para valorar el tiempo que pasan en casa. Julia Pobes ha sacado brillo a su creatividad e incluso se cortó el pelo ella misma. También ven positivo poder disfrutar de momentos con la familia, llegar ordenar a la perfección su habitación y ver series que tenían en la lista de «pendientes».

Los estudiantes zaragozanos del Montessori quieren mandar, a través de este diario, mucho ánimo al resto de niños y durante la clase todavía les queda tiempo para contar anécdotas de los últimos días. Por ejemplo, los contratiempos con el resto de vecinos, que en el caso de Julia Pobes, se rodea de músicos. «No es necesario estar en una continua discoteca, no podemos abrir ya las ventanas porque tenemos a los vecinos con la música a tope», apunta. Pero además, tiene que lidiar con un vecino que canta ópera por la noche.

Al final de la sesión, la alumna Laura Jasanada se anima a leer una noticia que, sin sorpresa alguna, trata del coronavirus.