A Manuel le cuesta reaccionar a la llamada. Lleva años siendo voluntario de Cruz Roja --quince como presidente de la delegación de Ejea de los Caballeros-- pero nunca ha esperado un reconocimiento. Tampoco le interesa. Ni trabaja por eso. Le digo que este perfil no se escribe por él, sino porque es necesario contar lo que está ocurriendo y, quizás, en el mejor de los casos, por generar una cadena de solidaridad.

Este segundo argumento le convence y empieza a hablar (nunca de sí mismo). Su delegación atiende toda la comarca de las Cinco Villas. Tiene a medio centenar de voluntarios con él, trabajando codo a codo. Estos días, sus labores se multiplican.Siempre ha sido la suya una delegación muy activa, entre ayudas a domicilio, ambulancias, transporte asistido, el ropero, la atención al punto de encuentro y mil cosas más. Pero ahora su labor dificilmente se puede separar en programas. Desde que el virus apareció en las vidas de todos, más que otra cosa, actúan «a demanda». Sobre todo, intentan ayudar. Y ayudar, a veces, es escuchar al teléfono. O es «asistir a dos personas mayores de Lacorvilla --una localidad de 47 habitantes según el censo del 2019-- y que llamaron diciendo que no podían hacer la compra, porque hasta tenían el coche averiado, y sentían miedo de salir a la calle».

Es una de las llamadas que les ha llegado estos días. La mayoría, son necesidades de atención en toda la comarca, para personas mayores que precisan que les lleven la compra o medicamentos. También porque las ayudas a familias vulnerables (con entrega de alimentos) ahora se hacen a domicilio. Y a ello se ha sumado la asistencia a niños que antes tenían una beca escolar de comedor (a los que ahora llevan determinados productos a sus casas).

La delegación ha acabado implicada en todo. Allí no existe una infraestructura como la que pueda tener una gran ciudad pero sí tienen el conocimiento de quién puede necesitar algo, desde un mensaje de «ánimo» hasta una llamada de asistencia. Sacando tiempo del tiempo, los 50 voluntarios de la comarca, han logrado incluso poner en marcha un sistema de llamadas para tener controlados a 124 mayores, a través del programa Enrédate de Cruz Roja en la zona. Se reparten las tareas y centralizan los esfuerzos de quienes ofrecen ayuda.

La ciudadanía devuelve también el esfuerzo. «Solo en el centro cívico, hay veinte modistas que se han puesto a hacer mascarillas», explica Manuel (o José Manuel Romeo, aunque nadie usa su nombre completo). «Nosotros las recogemos y ayer fueron 5.000; pero mañana serán muchas más».

Él, que se enamoró de Cruz Roja y del voluntariado «en la mili», que roba horas a las horas y al esfuerzo de tener una empresa en el sector ganadero, dice que hay muchos más. Que en su comarca les quieren. En Ejea, los de la Cruz Roja han sido hasta pregoneros. Espera que, en este tiempo, quizás aprendamos a ser más solidarios. Dice que, a su alrededor, hay grandes personas. Ese medio centenar que le roba horas al día. Ahora más. «¿Sabes lo que hago siempre? Todos los días les doy las gracias». Eso es un arte. Para tomar nota.