"Cuando se instauró el estado de alarma y se impuso el confinamiento en casa tenía una enorme sensación de impotencia al no poder colaborar de forma activa en la lucha contra la pandemia. Sentía que toda esa satisfacción que me daban los 40 años de trayectoria profesional se venía abajo y me encontraba vacío. Tenía que hacer algo". Hace menos de dos años, Sebastián Celaya abandonaba su cargo como consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón para emprender otra aventura, pero la irrupción del coronavirus interrumpió su inactividad. "No podía seguir viviendo sin ayudar en estos momentos tan duros para el sistema sanitario. Sabía que podía aportar mi conocimiento y mi experiencia en esta dura lucha”. Así que, cuando la DGA habilitó oficialmente el retorno del personal jubilado acudió a la bolsa de empleo para trasladar su "absoluta" disposición a volver y, poco después, una llamada del jefe de servicio de la uci del hospital Clínico le anunció su regreso. "Tenía claro que debía pasar al frente y que solo con el esfuerzo de todos podíamos superar el colapso sanitario y sacar esta situación adelante".

La decisión contaba con el respaldo familiar. Su mujer, también sanitaria en activo, le animó a volver. “Ella también pensaba que debía hacerlo. No podía quedarme al margen porque estoy en condiciones físicas para aportar”. A los 67 años, Celaya regresaba el pasado viernes a la acción. Lo hace en una de las ucis habilitadas en otros espacios del hospital. "Hubo que doblar camas en uci y crear una en la sala de reanimación y otra en prequirófano, en la que trabaja el consejero junto a otro compañero también jubilado. "Colaboramos con los anestesistas en la asistencia a pacientes de uci que no están contagiados de coronavirus. Son enfermos de pancreatitis, convalecientes de neurocirugías o de insuficiencias respiratorias que requieren esos cuidados intensivos pero no están infectados”, expone Celaya, que al ser mayor de 60 años figura entre la población de riesgo. "Además, no tengo la experiencia propia de haber vivido y trabajado con la evolución de la pandemia, por lo que mi labor se centra en colaborar y apoyar a los anestesistas, si bien todo el hospital está echando una mano. Voy un rato por la mañana y otro por la tarde para que los profesionales siempre tengan colaboración nuestra".

El panorama que se encontró a su llegada parece haberse aclarado algo en los últimos días. "Veo la situación un poco más relajada y se ha notado cierto descenso en el número de ingresos. Se ve algo de luz", celebra el exconsejero, que resalta la “extraordinaria profesionalidad” de los trabajadores. "La gente está preocupada y asumiendo un riesgo evidente, pero está dándolo todo y entregándose en cuerpo y alma tanto el personal sanitario como el de limpieza y todos en general". Su presencia, en todo caso, no pasa desapercibida. "Pero es que yo soy muy tímido. Me han recibido muy bien y me han mandado muchos mensajes, pero solo pretendo aportar mi granito de arena para, asimismo, trabajar por un futuro para mis hijos y nietos, cuya actitud también está siendo ejemplar".

Las peores noticias también parecen haber quedado atrás en lo que a la provisión de material de protección se refiere. "El momento más duro ha pasado y se va mejorando también en este apartado, aunque lo que más urge son respiradores para la uci. Están un poco antiguos y se están usando los de anestesia y reanimación, que no son los más adecuados, pero son suficientes".

Celaya seguirá en el frente "hasta que me digan". Sus planes de futuro solo pasan por “ayudar y colaborar en lo que se me necesite” porque "todo el mundo está haciendo lo que puede. Cajeros de supermercado, repartidores, conductores de autobús.. todos hacen lo que hay que hacer mientras algunos supuestos expertos opinan y creen saber la solución a todo esto”, expone mientras renuncia a cualquier valoración de la gestión política de la crisis. "Yo solo estoy aquí para hacer lo que pueda. No me meto en eso", zanja.

Celaya confía en que la evolución de la pandemia permita ir recuperando poco a poco la actividad quirúrgica que ahora no puede hacerse. Y no mira atrás, sino al frente. Siempre al frente. “Estoy orgulloso y muy contento de haber tomado la decisión de volver. Estaba enjaulado y tenía que hacer algo".