Después de estallar la crisis del 2008 y antes de que el covid dominara el mundo, el número de establecimientos de comercio en Aragón había pasado de 8.400 a 6.200 en esos 12 años según la consultora GFK. Es decir, un 25% menos. «Cuando llegó el cierre forzoso hace ahora un año, vaticinamos en las patronales de comercio (Confederación de Empresarios de Comercio) un 20% de cierres en el sector del comercio», explica el presidente de la Federación de Empresarios del Comercio y Servicios de Zaragoza (ECOS), José Antonio Pueyo. No se ha alejado mucho pese a que no dispongan de la cifra exacta. ¿Cuántos han cerrado? «Pues eso, un 20%. De los 6.000 locales que había tendremos aproximadamente mil menos».

El asunto no tiene visos de mejorar. Muchos de los comercios resisten o languidecen por razones varias. «Por la proximidad de la jubilación, los créditos ICO, los empleados que tienen en erte o los arriendos rebajados de precio temporalmente por ejemplo. No es desatinado decir que habrá más cierres este año, sobre todo por la caída del consumo o por la no adaptación de algunos negocios al canal online», explica Pueyo.

Se han salvado de la quema los establecimientos de alimentación debido a que el consumo habitual en la hostelería se ha trasladado a los domicilios. También han sobrevivido los comercios dedicados al equipamiento del hogar «por la mayor inversión que hemos efectuado en nuestros hogares tras meses de forzada permanencia en ellos: electrodomésticos, muebles, decoración, ferreterías».

Las diferencias se han notado, sobre todo, en Zaragoza. La caída en el consumo y la presencia de las grandes superficies en la periferia, una de ellas abierta en plena pandemia (Torre Outlet de Pikolin), ha provocado que los locales del centro de la ciudad «sean un auténtico problema de escena urbana, de salubridad, iluminación, pérdida de valor para los propietarios de locales e incluso de viviendas cercanas», explica el presidente de ECOS, preocupado porque el cambio de hábitos de consumo puede enquistarse: «Menos hostelería, menos equipamiento personal (vestido-calzado-complementos-cosméticos) por la menor vida social y el teletrabajo en casa, que facilita el ahorro de los gastos en equipamientos personales».

Tampoco hay que olvidar lo que se denomina el ahorro del miedo, que incluye a las personas más conservadoras, que se ajustan el cinturón temerosos de los problemas futuros, los que lleguen derivados de la mala coyuntura económica. El Índice de Confianza del Consumidor en lo referente a expectativas futuras de la economía se encuentra en estos momentos muy bajo. «Esta pandemia marca un antes y un después, con el cierre de establecimientos en un futuro próximo, la digitalización a marchas forzadas y un largo etcétera».

Tampoco ha funcionado la respuesta de las instituciones tras el primer año de pandemia, aunque esto pueda cambiar en los próximos días dentro del plan que han anunciado los diferentesGobiernos pero del que se desconocen sus términos. «Los apoyos económicos por inyección de fondos públicos son insuficientes. Y si son créditos ICO habrá que devolverlos, con lo cual habrá un obituario continuo de empresas que desaparecen».

Como decía Darwin en El origen de las especies, sobreviven solo los que son capaces de adaptarse mejor a los cambios. «Para no extinguirse habrá que adaptarse, con estructuras más reducidas, el teletrabajar desde casa (si se puede, en el comercio es difícil) o la imprescindible digitalización. Aunque hay servicios que se prestan en el establecimiento que son difíciles de digitalizar como las tintorerías, reparaciones, peluquerías y hostelería por poner algunos ejemplos», indica Pueyo, seguro de que «quedaremos menos empresas y algunas tocadas financieramente» por la larga pandemia, además de que habrá «menos renta disponible por parte de los consumidores excepto en ciertos grupos como funcionarios y jubilados».

A pesar de que las ayudas, en una u otra manera, van a llegar, el pesimismo predomina en el sector del comercio, donde se desconocen los términos del «plan de choque» del Gobierno Central que parece que va a aprobar en breve. «El anuncio del incremento de la cotización de la cuota de autónomos nos parece una provocación. Ahora no toca», dice el presidente de ECOS, que pide a las autoridades que sean muy escrupulosos a la hora de elegir el destino de las ayudas. «Los fondos que se destinen de apoyo a las empresas deberá ser el Gobierno muy cuidadoso de que se entreguen a empresas que tengan viabilidad, para no dilapidar recursos públicos. Es de justicia que los fondos sean considerados como una indemnización para empresas obligadas al cierre o a limitaciones ya que la Administración ha obligado a cerrar y/o reducir horarios y aforos. Habrá que destinar ayudas a empresas que, aun sin restricciones, han visto reducir muy drásticamente la facturación».