En medio de un agravamiento de la crisis sanitaria, con nuevos picos de muertes por coronavirus, Brasil entra en una etapa más peligrosa de su deriva política. Sergio Moro, el juez que en su momento condenó a prisión a Luiz Inacio Lula da Silva y que, como premio, obtuvo de Jair Bolsonaro el Ministerio de Justicia y Seguridad, ha abandonado el Gobierno de ultraderecha. La dimisión obedece a su rechazo a los cambios en la cúpula de la Policía Federal (PF) promovidos por el presidente. Al dar el portazo, Moro dijo que Bolsonaro atentaba contra la "autonomía" de la PF, un límite que ni siquiera el demonizado Partido de los Trabajadores (PT) se atrevió a cruzar. El ministro renunciante dejó entrever que la decisión del capitán retirado de cambiar el mando policial estaría relacionada con una necesidad de blindar a sus hijos.

La incomodidad de Bolsonaro con el trabajo de la PF había aumentado debido a las investigaciones sobre una equipo de propagación de 'fake news' en las redes que atacan a opositores políticos y convocan a las manifestaciones en favor del cierre del Congreso y la intervención castrense. Detrás de ellas estaría el concejal Carlos Bolsonaro. "El propio presidente me dijo que quería una persona propia para poder llamar y obtener información, informes de inteligencia. Este tipo de conducta es inaceptable", dijo Moro. Aseguró también que el mandatario le había expresado su "preocupación por las investigaciones que estaban en curso en el Tribunal Federal Supremo" y que apuntan en la misma dirección.

Corta convivencia

Moro también había expresado semanas atrás su desacuerdo con la estrategia de Bolsonaro frente al Covid-19 que ha matado a cerca de 4.000 personas y provocado 50.000 contagios, según estimaciones oficiales que las investigaciones de tres universidades multiplican por 10. De acuerdo con Bernardo Mello Franco, columnista de 'O Globo', Moro usó su toga de juez para ayudar a Bolsonaro a llegar al poder. "Al principio, el acuerdo fue de beneficio mutuo para ambos". Al nombrar al juez de la explosiva causa 'Lava-Jato', Bolsonaro pudo vender "la imagen de que lucharía contra la corrupción". Pero "la convivencia pacífica fue de corta duración".

El exministro estuvo el año pasado en el centro de otra tormenta política cuando el sitio Intercept Brasil dio a conocer los mensajes de texto que intercambiaba en sus tiempos de juez con el fiscal de la llamada causa 'Lava Jato', Deltan Dallagnol, en el marco de la trama que buscó derribar la figura de Lula y llevarlo después a la cárcel para sacarlo de una carrera electoral que benefició a Bolsonaro. Las comunicaciones de esa naturaleza entre la parte acusadora y el magistrado no son permitidas por la Constitución y el Código Penal.