La mitad de los pacientes aragoneses ingresados en unidades de cuidados intensivos (uci) padecen coronavirus. Los 62 enfermos de covid-19 que están siendo atendidos en la actualidad en intensivos igualan a los pacientes críticos del resto de patologías. De hecho, los pacientes de covid-19 en uci han llegado a superar la barrera del 50% de ingresos en uci esta semana, pero el último balance de Salud Pública recoge 62 pacientes frente a los 65 del martes. Un ligero alivio que confirmaría la tendencia descendente de casos positivos. Pero los profesionales aseguran que el efecto del descenso de casos tardará en llegar a las ucis.

El hospital Clínico de Zaragoza es el que más ingresos suma, con 170 (20 en uci), seguido por el Servet, con 131 (21 en uci), y el Royo Villanova, con 43 (4 en uci). Con un menor número de ingresos pero con una ocupación total de sus recursos de intensivos continúan el hospital de Barbastro y el San Jorge de Huesca. El centro barbastrense sigue teniendo sus cuatro ucis llenas de pacientes covid y otros 24 en planta. En el San Jorge hay 24 ingresos, siete en uci, lo que ha obligado a abrir más camas.

De hecho, según confirmaron fuentes del Departamento de Sanidad, se ha tenido que poner ya en marcha el plan de contingencia en el San Jorge para abrir más recursos para pacientes críticos de coronavirus. Su unidad de intensivos tiene 10 puestos, cinco para covid y cinco para otras patologías. En el plan de contingencia está previsto que «cuando se superan los cinco de covid, como ya ha ocurrido, se abra una zona en el bloque quirúrgico, llamada sala de acogida, con cinco puestos para pacientes no covid».

De este modo, la unidad de cuidados intensivos habitual se queda con 10 puestos para coronavirus y la nueva zona atiende, con cinco camas, a los pacientes covid negativos. Desde Sanidad señalaron que, pese a la «tensión» en estos centros, no hay un problema con la atención a los pacientes críticos, ya que «las camas uci en Aragón funcionan como un único servicio» y la disponibilidad actual es del 30%.

También en Barbastro han tenido que tomar decisiones alternativas. Después de todo el verano con las ucis llenas, tras derivar a pacientes a Huesca, ahora cuentan con una importante ocupación de pacientes de otras patologías (90 en total) en planta, lo que ha obligado a habilitar nuevos espacios covid en el Centro Sanitario Bajo Cinca de Fraga. Elena Castellar, directora del hospital de Barbastro, explicó que «el objetivo es ser previsores antes de que llegue una nueva ola». Se han habilitado 20 camas covid, del total de 30 puestos que había disponibles en el centro fragatino. Hasta allí han empezado a llegar pacientes «que todavía tienen una PCR positiva, que ya han pasado por un ingreso agudo en nuestro hospital, pero que todavía no pueden recibir el alta o tienen dificultades para mantener el aislamiento en su domicilio», señaló Castellar. Este servicio se ha reforzado con personal de enfermería, auxiliares y celadores.

El doctor Gabriel Tirado, jefe del servicio de uci en el hospital Royo Villanova de Zaragoza, señaló que aunque en la última semana, los casos positivos de coronavirus en Aragón han bajado, el efecto en las hospitalizaciones todavía no se observa. «En las ucis vamos con unos 15 días de retraso», señaló, y se apresuró a desmentir que el virus haya perdido intensidad en verano. «No ha perdido ni agresividad ni virulencia; lo que ocurre es que en marzo detectábamos una parte pequeña de los casos, los más graves, y no contabilizábamos el global de contagios, que era mucho mayor que ahora», explicó. En esta segunda fase, «hay una mayor capacidad diagnóstica y puede parecer que haya menos incidencia, pero alrededor del 15% del total de los contagios llegan a la uci, tanto en la primera oleada como en esta», señaló.

Para el doctor Tirado, el hecho de que una sola patología ocupe la mitad de las camas uci de los hospitales aragoneses «implica una mayor tensión de todo el sistema, y pone de manifiesto la importancia que tienen las medidas sanitarias de seguridad». El jefe de la uci del Royo Villanova subrayó que «el correcto uso de la mascarilla, especialmente en lugares cerrados y en las celebraciones familiares, junto al lavado frecuente de manos, son importantísimos para rebajar la incidencia del virus».

Y es que, en esta fase de la pandemia, la patología del coronavirus convive con todas las demás, mientras que en el confinamiento se anularon citas médicas y al paralizarse casi por completo la actividad social, también bajó la presión hospitalaria.