«Esta no es una manera de vivir». Esa es la idea que repiten los habitantes de un almacén en las afueras de Albalate de Cinca en el que se amontonan una veintena de temporeros que se ha desplazado a la comarca del Cinca Medio para la campaña de la fruta. El alcalde de la localidad, Ricardo Chárlez también es consciente de esta situación y asegura que con la ayuda de Cáritas y UGT están trabajando en una solución. Pero por el momento el entorno se ha convertido en un posible foco de contagio del covid-19.

Abdulai es un senegalés de 28 años que llegó hace quince días a la campaña de la fruta. Antes había estado trabajando en granjas en el entorno de Zaragoza. «Cuando se acabó mi contrato no tenía otra opción más que intentar coger melocotones», asegura. No tiene papeles y considera que es difícil acceder a una vivienda mejor. «No tenemos casa ni tampoco jefes», asume.

Con menos resignación vive su situación Seidu, un veinteañero de Mali que trata de hablar con su familia con un viejo teléfono móvil. «Ahí dentro estamos de normal unas cinco personas, no suele venir mucha más», indica. Sin embargo, los camastros y los equipajes que se guardan dentro del almacén hacen dudar de su afirmación. Antes de acabar en la campaña de la fruta en condiciones de explotación ha estado trabajando en un matadero por la zona de Gerona.

Comenzó como una casa de temporeros, pero con el tiempo su propietario se ha desentendido y un temporero que ejerce como cabecilla se encarga de alojar de forma ilegal a personas con necesidad de encontrar un sitio para pasar la noche, explica el regidor. También les proporciona trabajo de forma ilegal a cambio de un pequeño alquiler.

«Tenemos que encontrar una solución lo antes posible», asegura, a pesar de que todas las propuesta de realojo han caído en saco roto. Por el momento, para evitar males mayores, el consistorio ya ha habilitado el pabellón municipal como albergue de emergencia en el caso de que se detectara algún contagio entre los trabajadores de la población.