La vacuna de Johnson&Johnson, aprobada el fin de semana pasado por las autoridades estadounidenses, fue recibida por la comunidad científica como un salto cualitativo en la lucha contra el covid-19. Esta última inoculación solo requiere una dosis y puede almacenarse a temperaturas normales, dos condiciones que deberían servir para acelerar la campaña de vacunación y facilitar su transporte hasta las regiones más remotas del país. Pero esa vacuna también ha despertado dilemas morales entre la jerarquía católica de Estados Unidos por la forma en la que fue desarrollada, apoyándose en líneas celulares de fetos abortados. Y aunque no hay consenso entre los obispos, la curia ha recomendado a los católicos que opten por otras vacunas si tienen opción de elegir.

Las vacunas de Pfizer y Moderna despertaron preocupación porque utilizaron líneas celulares derivadas de abortos en su fase de pruebas, pero no en su producción, dijo esta semana la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU. La de Johnson&Johnson, sin embargo, genera un mayor conflicto moral porque se probó, se desarrolló y se está produciendo con esas líneas celulares derivadas de abortos. Ese análisis ha llevado a los obispos a recomendar las dos primeras siempre que los católicos tengan opción de elegir, una circunstancia que no se da actualmente en EEUU. La compañía no ha tratado de desdecir a la curia, pero subraya en un comunicado que no hay tejido fetal en sus vacunas.

Los vínculos, en cualquier caso, se antojan bastante remotos, según señalan los expertos. En los tres casos, las líneas celulares extraídas del tejido fetal proceden de abortos voluntarios acaecidos en los años setenta y ochenta del siglo pasado, según le ha dicho a 'The Washington Post', James Lawler, un especialista en enfermedades infecciosas de la red sanitaria Nebraska Medicine. En el caso de Johnson&Johson, ese tejido data de un aborto de 1985. Un recurso que es, además, bastante habitual. El tejido fetal también se utilizó en el desarrollo de las vacunas contra la varicela, polio, rabia o sarampión, según los expertos.

Postura del Vaticano

El dilema de la jerarquía católica ya fue abordado por el Vaticano en diciembre, un Vaticano que esta vez ha priorizado el esfuerzo por salvar vidas a la preservación más estricta de la doctrina. La Congregación para la Doctrina de la Fe dijo por entonces que es moralmente aceptable" recibir este tipo de vacunas cuando las inoculaciones "éticamente inobjetables" no están disponibles para el público. El papa Francisco ha recibido desde entonces la vacuna de Pfizer y el gobernador de la Ciudad del Vaticano ha afirmado que los empleados que se nieguen a recibir la vacuna podrían ser sancionados o despedidos.

Lo que no significa que todos los obispos estadounidenses estén bailando al son de la misma canción, una circunstancia que preocupa a los expertos sanitarios. La diócesis de Bismark (Dakota del Norte) dijo esta semana que la vacuna de Johnson&Johnson está moralmente comprometida y, por lo tanto, es inaceptable que sea administrada por médicos católicos o recibida por sus feligreses. Otros, como la archidiócesis de Nueva Orleans, han dejado la cuestión a discreción de la conciencia individual de cada uno.