La pandemia del coronavirus y las incógnitas sobre cuándo terminará han afectado psicológicamente a niños y adolescentes hasta el punto de que han aumentado significativamente las consultas médicas por problemas del sueño. Este incremento se suma al mayor número de consultas que reciben los pediatras sobre problemas relacionados con la ansiedad, la obesidad y las somatizaciones del estrés.

Fernando Baixauli, pediatra del grupo sanitario Vithas, subraya que la pérdida de algunas rutinas de los menores, como las extraescolares deportivas, y sus miedos al coronavirus les están provocando problemas de salud y dificultades en el aprendizaje. En declaraciones a Europa Press, Baixauli ha hecho hincapié en que los menores "llevan experimentando durante más de 12 meses emociones como incertidumbre, miedo, ansiedad, problemas de conducta, irritabilidad, desobediencia, enuresis, abuso de las nuevas tecnologías y problemas del sueño". Los expertos destacan que una mala calidad del sueño puede tener especiales repercusiones en el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social de los niños.

Para que el crecimiento cerebral sea correcto, es imprescindible que el menor tenga un hábito de sueño saludable y descanse lo suficiente, como recuerda el doctor Baixauli, porque "el gran desarrollo neuronal depende en gran medida de las sustancias que se segregan durante el sueño".

Baixauli menciona que los problemas más comunes que se han disparado en la pandemia son el insomnio y las parasomnias, y en especial las pesadillas. Además, en la infancia han crecido las negativas para ir a dormir y los despertares nocturnos, y se han multiplicado sus consultas sobre trastornos del sueño.

Entre los trastornos del sueño, están los terrores nocturnos, una interrupción del sueño, más dramática que una pesadilla, que acostumbra a suceder por estrés o cansancio. Al día siguiente, los niños son incapaces de recordar el episodio de terror nocturno porque se da durante un sueño profundo, como explica Baixauli.

Los adolescentes también están sufriendo actualmente más problemas en el sueño, como es el retraso del inicio del sueño y la necesidad de descansar más horas. Por ello, Baixauli confirma que "el adolescente que no duerme de 8 a 10 horas por la noche, no descansa lo suficiente, está irascible, tiene difícil despertar y menor rendimiento académico (en las primeras horas de clase)".

Seguir unos horarios y una rutina, así como crear un buen hábitat de sueño, puede evitar estas alteraciones del sueño en la infancia. Baixauli también indica que es útil no tomar bebidas de cola o chocolate, no realizar actividad física en las horas previas al descanso y, sobre todo, evitar la televisión para conciliar el sueño y el estar ante una pantalla más de dos horas al día. En el caso de los adolescentes, recomienda realizar ejercicio físico regularmente y evitar una hora antes de dormir los videojuegos, el móvil, el estudio, el internet, la televisión, la cafeína y la cola.