La gran fiesta del pueblo judío nace de un mandato bíblico mencionado en el Éxodo 13:8: «Y en aquel día contarás a tu hijo...» Así, la fiesta del Pesaj, que todos los años une a las familias hebreas que se encuentran en la distancia, este año ha tenido una particularidad especial. La unión se ha hecho a través de las redes y la palabra ha recibido un protagonismo inusitado.

El confinamiento no ha evitado que esta conmemoración de la salida del pueblo judío de Egipto tenga la solemnidad que requiere. Y la asociación aragonesa Sefarad, además, ha preparado un encuentro por Skype (el pasado miércoles) que permitió que una veintena de personas consumieran los alimentos simbólicos en un ambiente distendido (y en ocasiones entrecortado, por eso de las interferencias). Había asistentes que estaban en Zaragoza, como la presidenta de la entidad, Timna Segal. Pero otros se asomaron a esta cita desde lugares tan distantes como Israel o México.

«No es una cena más», destaca la impulsora de la cita. El Pesaj es la gran celebración del pueblo judío. Si se buscara un equivalente con las costumbres católicas se estaría ante la relevancia de la Nochebuena. Lo importante es que los primos, los tíos y los abuelos se sienten en la misma mesa. Aunque para eso tengan que cambiar de ciudad. Sin embargo, las circunstancias de este año han cambiado por completo esa posibilidad. «Los que han participado han estado muy agradecidos», señala tras haber propiciado esta unidad en la distancia.

Las claves del Pesaj están en el simbolismo de los alimentos que se consumen, así como en algunos de los detalles. Ninguno de ellos pasaron inadvertidos a los pequeños que participaban en la ceremonia (al final, algunos tuvieron que intentar la conexión a través del Whatsapp, por culpa de los malditos cortes). El pan se consume sin levadura y el lavado de manos se realiza en la misma mesa con el objetivo de recrear aquellos años de travesía por el desierto a los que tuvo que hacer frente Moisés.

La asociación Sefarad no es la primera vez que se enfrenta a una actividad de este tipo. Su calendario de actividades está completamente ligado al calendario judío y suelen invitar, tanto a judíos como a gentiles a participar de las fiestas y costumbres. En algunos casos (cuando aún se podía salir de casa para realizar actividades no esenciales) estas reuniones tenían un componente divulgativo que en este Pesaj no ha sido necesario, pues todos los participantes son conocedores del rito.

POR EL MUNDO

Por circunstancias personales, los participantes estaban en diferentes lugares del mundo. De hecho, que algunos estuvieran en Latinoamérica se debe a la intensa labor que desde Sefarad Aragón realizan para asesorar a los descendientes judíos de las aljamas aragonesas. Muchos de los que han conseguido sus papeles gracias a este vínculo siguen profundamente agradecidos a las personas que les ayudaron a precisar sus ancestros. Otro motivo más para la celebración.

Sobre la mesa, el pasado miércoles, se colocaron diversos alimentos. Todos con un relato asociado a su consumo. Por ejemplo: la tradición judía cuenta que el pueblo judío salió huyendo intempestivamente de Egipto, sin mucho tiempo para terminar de preparar el pan, por lo que durante el viaje el producto que se consumió era sin fermentar o ácimo.

También se toma maror, esto es, una hoja de lechuga. De esta forma se recuerdan «los amargos tiempos» que sufrieron aquellas personas que tuvieron que emprender el camino a la tierra prometida. Y el banquete se completa, entre otros alimentos, con jaroset, una mezcla de manzana rallada o dátiles picados, nueces, vino, canela y almendras que por su consistencia se asemeja a la argamasa para los ladrillos que los hijos de Israel debían fabricar cuando construyeron las ciudades para los faraones Pithom y Ramsés antes de emprender la huída.

Segal destaca que las circunstancias de la celebración han sido complicadas, pero está satisfecha de haber podido mantener la actividad. Hace unas semanas tuvieron que suspender a última hora la fiesta del Purin (una especie de carnaval judío). Así han logrado cumplir con el mandamiento de transmitir su tradición a las nuevas generaciones. Con las canciones y las parábolas que contribuyen a forjar una comunidad.