La campaña de esquí 2020-2021 está condicionada por el covid-19, como ocurre con todas las facetas de la vida en tiempos de pandemia. El virus y la crisis derivada del mismo van a suponer un reto mayúsculo para las estaciones aragonesas, que confían en abrir salvo que lo que impida un nuevo confinamiento o restricciones de la movilidad. Al margen del uso de mascarillas y geles hidroalcohólicos, que entrarán también a formar parte de la cotidianidad de los remontes, uno de los cambios más importantes que pueden darse es la reducción de los aforos de acceso a los remontes.

El número de esquiadores en las pistas de los centros de nieve podría llegar a limitarse a un tercio de la capacidad estimada (un 70% menos), siguiendo el modelo que están aplicando las estaciones del Cono Sur que están ahora abiertas, según señalan fuentes conocedores del sector. En cualquier caso, el efecto de esta medida será muy limitado los días de entre semana, en los que el número de usuarios es más reducido. Y más en esta ocasión, ya que no se espera la llegada de los numerosos grupos de escolares que suele haber gracias a los programa de Semana Blanca.

UN DEPORTE SIN RIESGO DE CONTAGIO

Otra idea que cobra fuerza es la desaparición de los pases de temporada, algo que se está planteando hacer el grupo Aramón, ya que sin ello será más difícil controlar la afluencia de usuarios en las pistas. Oficialmente, las estaciones de esquí no sueltan prenda por ahora de cómo será la temporada.

Lo que sí está claro es que la práctica del esquí o del snowboard no suponen un riesgo para la transmisión del virus. Aspectos como el espacio entre esquiadores (es fácil mantener la distancia de seguridad) y la velocidad en la práctica de estos deportes hace que sea prácticamente imposible el contagio de una persona a otra. Por otro lado, las estaciones de esquí ofrecen mucho espacio en lugares abiertos y los recubrimientos bucales ya son comunes para muchos, especialmente cuando se dan temperaturas frías.

El acceso a los remontes, donde los esquiadores suelen agolparse, sí es un punto más problemático, pero el problema se puede resolver con la limitación de la capacidad de las estaciones ya mencionada. En cuanto a las colas que pueden formarse, existe la opción de ampliar el horario de apertura de los mismos, con el objetivo de poder distribuir de manera más eficiente a los esquiadores, según concluye un artículo de Lugares de Nieve, portal especializado en deportes de invierno.

ESCUELAS DE APRENDIZAJE

En cuanto a la compra de forfaits, y con el fin de evitar colas y aglomeraciones, las estaciones y agencias por un lado primarán la compra a través de los canales online. Otro de los desafíos a los que tendrán que hacer frente las estaciones de esquí son las clases de aprendizaje. Con casi total seguridad, se tendrán que reducir el número de alumnos por clase e instructor.

Es mucho lo que están en juego en un sector que supone el 20% de la riqueza de la provincia de Huesca y el 8% a nivel de toda la comunidad autónoma. Por ello, los municipios y las empresas que viven del esquí piden apoyo político y aunar fuerzas para saldar la temporada como mejor se pueda. En este sentido, el verano está siendo alentador. Las estaciones están registrando uno de los años con más afluencia de visitantes. «La gente está yendo a la montaña porque se siente segura y no hay masificación», defiende Jesús Ibáñez, presidente de la patronal del sector Atudem.