Es una cacicada, parece mentira que todavía pasen estas cosas, una locura contra la propia playa. María Dolores Iglesias, presidenta de la asociación de voluntarios ambientales Trafalgar, se refería así a la decisión conjunta de los comerciantes y la Junta Vecinal de Zahara de los Atunes (Cádiz) de fumigar la playa con lejía el pasado domingo para, supuestamente, hacer más segura la primera salida de los niños tras semanas de confinamiento.

La asociación ecologista ya ha denunciado lo ocurrido ante la Junta de Andalucía por un delito medio ambiental, ya que no contaban con la autorización pertinente, y se plantean acudir también a los tribunales porque que entre las huellas de los tractores han localizado al menos un nido con huevos de chorlitejo patinegro, que está en plena época de cría.

La voluntaria explica que se enteraron del atentado ecológico por el aviso de unas de las familias que participan en los programas de cuidado de especies y playas. Una niña de 9 años nos dijo que los chorlitejos a los que ellos estaban cuidando los estaban matando los hombres con los tractores, que se habían metido en el espacio de cría.

La noticia se difundió rápidamente por las redes sociales, y tras el revuelo formado y las críticas de buena parte de los vecinos, el presidente de la Junta Vecinal, Agustín Conejo, del partido independiente Gente de Zahara, tuvo que salir a reconocer que fue una actuación equivocada y que surgió con la mejor intención de proteger a los menores que pudieran pasear junto al mar.

Este argumento, sin embargo, no termina de convencer a los ecologistas, que explican que la zona fumigada no es la playa urbana del pueblo, sino que está a dos kilómetros del punto por donde podrían haber pasado los menores. Así, deslizan un supuesto interés económico de un hotelero de la zona, presidente de la asociación de comerciantes e impulsor de la iniciativa, para intentar garantizar que la zona está libre de covid-19 de cara al verano, ya que la zona presume de algunas de las mejores playas salvajes de Cádiz que atraen cada verano a cientos de turistas.

Tractores en las dunas

Pese a estar prohibida la entrada de vehículos a motor en la zona de arena, la acción de limpieza se llevó a cabo con tres tractores, dotados de ampliaciones para fumigar en franjas de casi ocho metros de ancho con una solución de dos litros de lejía por cada 100 de agua. Los mismos vehículos pesados que días atrás se usaron para desinfectar las calzadas y aceras de la localidad y que, al acceder a la orilla, arrasaron de paso la zona dunar. La lejía es un limpiador potentísimo, y es normal que se use para limpiar la zona de asfalto, replica Iglesias, pero la playa se regenera y limpia por sí sola, no hacía falta.

Algunos de los voluntarios, tras lograr un permiso de la Guardia Civil para romper momentáneamente el confinamiento, pudieron recorrer este martes la zona. Explican que "en el perímetro fumigado no se ve nada, siquiera algún insecto, han matado todo en el suelo, lamenta Iglesias, "no piensan que esto es un ecosistema vivo, sino simplemente tierra. La portavoz ecologista estima que en el espacio fumigado podía haber en estos momentos una veintena de nidos de chorlitejo, que ponen los huevos en la arena. Desde la asociación ponen además el acento en la intensa vida animal que registraba la zona después de 40 días sin seres humanos en la playa, en los que además se han sucedido fueres lluvias y vientos de Poniente y Levante, que han regenerado la zona de forma natural.

Las críticas han llovido también desde la Junta de Andalucía, cuyo delegado territorial de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Daniel Sánchez, reclamaba un poco de sensatez. ¿Cómo se puede fumigar una playa? ¿Están pensando en lo que están haciendo? A veces es difícil de entender algunas conductas avaladas por responsables políticos, lamentó. Reconoció además que la iniciativa no contaba con autorización ambiental o sanitaria de la administración regional, que envió hasta el lugar un agente de Medio Ambiente para valorar lo ocurrido. En la misma línea se pronunciaron desde Greenpeace, que comparaba lo ocurrido con la invectiva del presidente norteamericano Donald Trump de usar inyecciones de lejía para atajar el coronavirus en los humanos. Fumigar con lejía playas en plena época de cría de aves o de desarrollo de la red de invertebrados que sustentarán la pesca costera y destrozar el valor turístico del litoral, no es una de las ideas de Trump. Está ocurriendo en Zahara de los Atunes, reprocharon en sus redes.