Tras la Primera Guerra Mundial y coincidiendo en el tiempo con el fin de otra pandemia, la de la bautizada como gripe española, llegaron los que han pasado a la historia como los felices o locos años 20. Una época de prosperidad económica en EEUU y algunos países europeos, que sentó las bases del consumo individual de bienes y que hizo que las clases más acomodadas se lanzasen al disfrute del ocio con los cabarets o los clubs de jazz como imagen icónica de aquellos años. Ahora, hay quien cree que la historia puede repetirse. El catedrático de Sociología de la Universidad de Yale, Nicholas A. Christakis —considerado por la revista Time como una de la cien personas más influyentes del mundo— cree que en 2024 ya se podrá hablar de postpandemia y “puede venir una época de desenfreno sexual y derroche económico”. Psicólogos y sexólogos, sin embargo, descartan que tras superar la pandemia de coronavirus se viva una euforia colectiva, pero creen que habrá dos fórmulas de enfocar la vida: quienes apuesten por disfrutarla al máximo y quienes salgan de esta crisis sanitaria más cautos y prudentes.

Christakis recuerda que si se echa la vista atrás se descubren ciertos patrones que siempre se repiten. “En los últimos 2.000 años cuando termina una pandemia siempre hay una fiesta”, señalaba hace unas semanas en una entrevista a la BBC, en donde argumentaba sus pronóstico con el hecho de que, durante una crisis como la actual, “la gente ahorra más, tiene menos interacción social, se queda más en casa y ve menos a sus amigos”. Esto, augura, tendrá un efecto rebote cuando la situación se normalice. Christakis cree que los ciudadanos apostarán más por el ocio —desde ir a restaurantes hasta recitales, pubs o eventos deportivos—, habrá una mayor tolerancia al riesgo y “la gente se gastará el dinero que no se pudo gastar”, señaló a la cadena BBC.

Varios expertos, sin embargo, se muestran algo escépticos ante este futuro. “Creo que van a convivir dos posiciones. Por una parte hay gente que tiene mucha necesidad de disfrutar, que se ha dado cuenta de que es una necesidad importante para ellos y por otra, personas que a raíz de la pandemia serán más prudentes”, explica la vocal del Colexio Oficial de Psicoloxía Concepción Rodríguez, quien pone dos ejemplos de lo que, cree, sucederá cuando la pandemia quede atrás. “Los adolescentes, por ejemplo, que se han privado de mucho, tienen ganas de poder vivir más, de disfrutar, de no renunciar y es normal, no es algo negativo”, indica esta psicóloga, quien habla del otro extremo, cosas que igual han llegado para quedarse. “Sabemos más de las enfermedades y esto puede llevar a la prudencia. Igual a partir de ahora será raro que alguien vaya a un aeropuerto, donde hay personas de todo el mundo que pueden traer algún virus, sin mascarilla”, sostiene.

Tampoco confía en la euforia colectiva el sexólogo Emilio López Bastos. “En general la mayoría de las personas expresan el deseo de recuperar la normalidad en la que vivían antes y en ningún caso la expectativa de experiencias novedosas”, indica López Bastos, quien aunque reconoce que en las primeras festividades o alivio de restricciones —como en Navidad o los puentes— sí “hubo una mayor actividad social y festiva”, no cree que sea la dinámica habitual cuando acabe la pandemia. “La vuelta a la normalidad no será brusca ni repentina así que creo que se producirá sin euforia”, sostiene López Bastos.

Los expertos creen además que la experiencia personal durante la pandemia será clave para ver cómo se encara su salida. “No es lo mismo una persona que ha sido prudente y ha guardado las medidas y que no se ha contagiado y por tanto ve que le compensa esa actitud que quien lo ha hecho y sí tuvo el virus”, indica Rodríguez, quien recuerda además que hay muchas personas que precisan incluso atención psicológica para volver a realizar tareas cotidianas como tomar o un café o quedar con sus amigos “debido al miedo, el estrés y la ansiedad”.

Tampoco estos expertos están de acuerdo en que haya un desenfreno sexual o económico. “El modo de relacionarse con los demás está cambiando y creo que hay mas prudencia a la hora de mantener relaciones”, indica Rodríguez. “No se puede generalizar sobre si han cambiado los hábitos sexuales este año ya que depende de si se trata de adolescentes, parejas en paro, con teletrabajo, solteros, etc... pero sí se puede hablar de cierta fatiga y cambios en hábitos normalizados de la vida de los que no está aislado el deseo sexual”, señala Bastos, quien reconoce que los límites a la movilidad “afectaron a las personas sin pareja para establecer nuevas relaciones” y han provocado un aumento del uso de internet para conocer gente. En lo económico, Rodríguez recuerda que hay personas “en una difícil situación económica o en precariedad laboral”, algo que dificultará el derroche que augura Christakis.