Pocas veces las distancias ideológicas estuvieron más difuminadas y las físicas más presentes en una sesión de las Cortes. El primer pleno después de decretarse el estado de alarma se celebró ayer en una cámara casi vacía, con apenas un tercio de los diputados, siguiendo el formato de una diputación permanente, en el momento más extraordinario que ha vivido la sede de la soberanía aragonesa. Es el segundo pleno que se celebra en estas circusntancias de distanciamiento, pero el primero desde que se decretó el estado de alarma.

La veintena de diputados de los ocho grupos parlamentarios intervinieron desde sus escaños; nadie subió al estrado. Y, antes de comenzar, todos hicieron más notorio el vacío de la cámara al sumarse al minuto de silencio en recuerdo de las más de 500 víctimas y del doctor Sanmartín, médico de atención primaria fallecido por covid-19.

No hubo aplausos, arengas, ni abucheos desde las bancadas. Tampoco saludos ni apretones de manos. El pleno dejó patente ese ambiente enrarecido que lo empaña todo. Y un mensaje de apoyo. Todos, sin distinción, desearon al vicepresidente Arturo Aliaga su pronta recuperación y su regreso al escaño en cuanto supere la enfermedad.