No es que fuera una explosión de alegría el anuncio del paso a la Fase 1, ni siquiera entusiasmó a todos la determinación que ha puesto el Ayuntamiento de Zaragoza para que las terrazas sean el punto de luz que guíe a los hosteleros hacia la normalidad, ya sea nueva o antigua. Se hace camino, pero no todos pueden empezar a andar. La vuelta es el primer paso solo para algunos, aquellos capaces, con músculo económico, condiciones, necesidad, sobre todo espacio. Para muchos otros la realidad guarda enormes semejanzas con la de días atrás. ¿Qué hace hoy un establecimiento sin terraza? ¿Qué hacen todos esos bares pequeños que apiñan, como mucho, cuatro mesas junto a su fachada? Nada. No abren, ni se lo plantean. Así seguirán un altísimo número en la fase 2. Cuando culmine la 3 se apreciará hasta dónde llegan los daños, se podrá cuantificar cuántos se han quedado en la crítica travesía.

Es decir, habrá terrazas hoy en Zaragoza. Se podrá tomar un café, un pincho de tortilla, hasta una cerveza con el alcalde... Y lo mejor de todo, a cualquier hora del día, sin restricciones temporales. Como siempre, vamos. Hasta la 1, las 2, las 3, según días y casos. No obstante, la curva de la depresión sigue en picado. De hecho, los sondeos del sector de hostelería indican que no llegará al 10% el número de establecimientos que sacarán sus veladores a la calle el primer día de permiso.

José María Marteles, presidente de Cafés y Bares, califica de «buena noticia» que la provincia de Zaragoza haya accedido en bloque a la Fase 1, pero insiste en demandar mayores cotas de seguridad jurídica. «No es de recibo que las condiciones de actividad en cada una de las fases se publiquen con tan poco margen temporal. Se dificulta y condiciona la capacidad de adecuación de los locales y la toma de decisiones empresariales sobre cuál es el momento más óptimo para la reapertura en condiciones de seguridad y viabilidad».

La preocupación entre los hosteleros aumenta por «la ausencia de adopción de medidas en materia fiscal y económica, solicitadas en reiteradas ocasiones a las diferentes administraciones públicas», lo que va a provocar que sean muy pocos los negocios hosteleros que hayan decidido reanudar su actividad con limitaciones de aforo al 50% en terrazas, a pesar del acuerdo alcanzado con el ayuntamiento para ampliar espacios destinados a tal fin. «En los próximos días dispondremos de datos concretos sobre cuáles de nuestros socios van a reanudar su actividad en esta Fase 1, pero según nuestras estimaciones es probable que esa cifra no llegue al 10% del total».

En la misma línea se expresan desde Horeca, la federación de empresarios de hostelería de Zaragoza, donde aseguran que la mayoría no abrirá. «Es el sentir general de las empresas tal y como lo están transmitiendo los últimos días». El motivo es que no tienen «garantías ni certezas» sobre grandes aspectos que se vienen reclamando desde antes incluso del decreto de Estado de alarma. Todavía existen demasiadas dudas».

En el resumen quedan otras opiniones que rechazan de plano la vuelta de las terrazas. Es el caso de la plataforma de afectados por el ocio nocturno de Zaragoza. «Las calles y plazas son espacios públicos, de la ciudadanía, no pertenecen ni a los bares ni al ayuntamiento, por lo que no puede privarles de su uso por motivos no justificados o arbitrarios», argumentan, además de exigir a la Policía actuación y vigilancia para que se cumplan las normas «de verdad».

Las terrazas de El Tubo

El principal centro gastronómico de Zaragoza ha permanecido cerrado durante toda la cuarentena. Bodegas Almau era el único establecimiento que había puesto a la venta sus productos a través de teléfono o internet. Hoy abrirán las principales terrazas sin una evidencia clara de cómo se va a poder cumplir con la normativa sanitaria de reapertura.

«Tenemos una clientela muy heterogénea y debemos adaptarnos a ella. Las circunstancias exigen una determinada distancia social, hay sitios que son realmente estrechos y debemos tener especial cuidado para guardar las medidas de seguridad», indicó Arturo Almuzana, gerente de la Asociación de Bares y Comercios de El Tubo.

La Junta ha mantenido reuniones con el ayuntamiento para conocer los protocolos y han sugerido colocar en cada entrada arcos que controlen la afluencia. «Habrá gente que deberá estar fuera y se perderá capacidad de aforo. Hemos creado un protocolo para las autoventas y repartidores porque queremos ir un poco más lejos en el tema de seguridad», aseguró Arturo Almuzana. A partir de ahora, será uno de los factores a tener en cuenta además del producto, el precio y la ocupación del local. «Sin duda alguna, quién va a elegir es el cliente, si le parece que está en las medidas adecuadas para entrar a tomar una consumición, entrará, sino, no lo hará», concluyó.