-¿Cómo valora la situación actual? El número de afectados y de fallecidos sigue creciendo.

-Es una mezcla de preocupación y una percepción de que la gente ha asumido la situación y la dimensión de este problema sanitario. Las cifras son cada vez mayores y, aunque no estamos en la cantidad de fallecidos de Italia, preocupa la dinámica. Además, también percibo la inquietud de las personas por un posible bloqueo del sistema sanitario.

-¿Por qué nadie esperaba esto?

-No esperábamos una transmisión tan brutal, insólita y dura. Nos asombrábamos cuando en China se cerraban ciudades y aquí prácticamente se ha cerrado un país entero, con todo el mundo encerrado dos semanas en su casa, algo inédito en España. Hasta hace una semana, lo que recibíamos era que estaba controlado y que solo se trataba de unos focos en Madrid, Vitoria o La Rioja y, de repente, se cierra todo el país de golpe. No se fue consciente de la situación. Hace tiempo que insistí en que no se estaban haciendo pruebas cuando había gente que, incluso desde enero, había ido a China, la factoría del mundo, y que pudo venir infectada. Parecía que el virus no iba a llegar aquí, pero cuando castigó a Italia la cosa ya cambió. Fue entonces cuando se produjeron los errores al permitir aglomeraciones, partidos de fútbol, manifestaciones...

-Y el desastre…

-Este virus afecta levemente a la mayoría si tienes síntomas leves como un poco de tos o fiebre baja, pero muchas personas con esos síntomas que no lo han comunicado al sistema sanitario pueden contagiar. Al final se ha producido una explosión de casos y el Gobierno se asustó y vio la magnitud de un problema que no había percibido.

-Y que ahora se ha extendido por todo el mundo.

-Es un problema de transporte aéreo. Si esta epidemia, en vez de en China, se hubiera originado en el centro de África, la dimensión no sería tan grande porque, insisto, China es la factoría de Europa. En España hemos seguido los mismos pasos que Italia, sobre todo para mal. Se minimizaba el problema, pero siempre dije que, aunque con los mismos síntomas de la gripe, este era un virus desconocido ante el que estás inerme. No tienes nada para combatirlo. Otra decisión no acertada fue no analizar a todos. En China y Corea sí lo hicieron y les ha ido bien porque sabían dónde estaban los contactos de los infectados, se les identificaba y aislaba y eso daba cuenta de la dimensión real del problema.

-Todo apunta a que el confinamiento será más largo…

-El problema es que, si se prolonga, no sé si la gente aguantará con la misma disciplina porque el confinamiento adicional incluiría Semana Santa y la gente está acostumbrada a salir, aunque sea a su pueblo.

-¿Qué cree que pasará tras estas dos semanas?

-Las autoridades gubernamentales estudiarán el impacto del confinamiento en el desarrollo de la epidemia. Teóricamente, debería haberse producido un efecto importante al impedir nuevos contagios, pero no sabemos si realmente se producirá un descenso de casos porque, si ahora no están todos los identificados al no hacerse pruebas a todos, no podemos compararlos con los de un punto de partida. Quizá habrá que prolongar un par de semanas más el confinamiento para estar seguros.

-¿Mantiene que el pico se puede alcanzar en la primera quincena de abril?

-Si se corta la cadena de contagios, quizá sea así. A mediados o a finales y principios de mayo. Todo dependerá del efecto del confinamiento. Estamos ante un virus muy contagioso que, cuando entra en una residencia, o se toman medidas rápidas de aislamiento, o la progresión es imparable.

-El Ayuntamiento de Zaragoza le tiene como asesor. ¿Qué ha sugerido o recomendado?

-Insistieron mucho en cerrar los centros de día y les dije que para mí eso era fundamental. De hecho, creo que no están saliendo casos nuevos. Hablamos de desinfectar el tranvía y los autobuses y me pareció una medida estupenda. De hecho, Zaragoza fue la primera ciudad donde se hizo. Así que cada noche se lleva a cabo esa tarea con agua y lejía, así como las calles más transitadas.

-En Aragón el número de casos es bajo pero el índice de mortalidad es el segundo más alto del país por detrás de Madrid. ¿Todo está relacionado con la falta de pruebas?

-La mortalidad se extrae en función del número de fallecidos por casos identificados y se han hecho muy pocas pruebas, por lo que sale una tasa de mortalidad que no es real. Al igual que la cifra de casos. Cuando se hagan los tests rápidos subirá la cantidad de enfermos y, consecuentemente, bajará la letalidad.

-La FIMA, la Cincomarzada, el 8-M, la tractorada…¿Todo aquello se debería reflejar ya en los datos de incidencia?

-Igual tenía que haber salido ya, pero insisto en que no se puede saber si no se hacen análisis. En cualquier caso, la contaminación es menor en Aragón y parece que hay menos probabilidad de contagio que en otras comunidades, pero toda concentración humana supone un riesgo alto.

-¿Cuándo habrá una vacuna?

-Chinos, australianos, americanos o alemanes han iniciado ya una carrera hacia la vacuna. Ahora no es tan difícil y el procedimiento ha mejorado mucho en los últimos años. Pero el problema es que hay que estar muy seguro de que es eficaz y segura porque, si no, los organismos reguladores no la van a autorizar. Calculo que después del verano habrá una o más. Pero lo más prometedor son los antivirales para frenar el virus. Creo que llegará antes del verano.

-¿Hay algún motivo para el optimismo?

-Moderado. Esta pandemia nos ha de servir para prepararnos para el futuro porque vendrán más por la globalización en que vivimos. Son virus animales que saltan la barrera de especie y llegan al humano. China debe cambiar cosas pero nosotros también. ¿Acaso el ébola no nos enseñó nada? Siempre debe haber una reserva de equipos de protección porque si se infectan los sanitarios estamos perdidos.