El servicio de traslado de pacientes oncológicos que deben desplazarse a Zaragoza para sus sesiones de radioterapia se mantiene pese al estado de alarma y también siguen vigentes en la comunidad los viajes a los centros sanitarios de aquellas personas que necesitan diálisis. «Se consideran procesos improrrogables», según fuentes del Salud.

En este sentido, continúan adelante también los traslados al hospital Arnau de Vilanova, en Lérida, de las personas residentes en la zona limítrofe de la Franja.

Lo que sí se ha extremado son las medidas de higiene y de protección. En este sentido, el Salud ha dado la instrucción de que «como máximo» viaje dos pacientes por vehículo. «Dentro de las limitaciones a los taxistas también se les intenta dar mascarilla. En estos casos pueden ser útiles las de tela», añadieron desde el departamento de Sanidad, que tiene vigente, hasta el 31 de julio del 2020, un acuerdo con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) para sufragar estos desplazamientos.

«El transporte para el tratamiento de radioterapia se mantiene con normalidad y, una vez en el hospital, las medidas de protección al usuario ya las toman directamente los sanitarios», apuntaron desde la AECC en Zaragoza.

Los conductores de los taxis también se afanan en extremar las medidas de sus vehículos y, tras los trayectos, todos están desinfectando sus coches. Además, al paciente se le ha pedido que, cuando se siente detrás, lo haga manteniendo «la máxima separación» del conductor. Es decir, debe sentarse el diagonal a él, no detrás de su asiento.

Se estima que alrededor de 70 pacientes al mes se benefician de estos traslados a los hospitales de Zaragoza y de Lérida para sus sesiones de radioterapia.

«La situación da respeto»

El estado de alarma y el avance del coronavirus se cuela estos días en todas las conversaciones. También en los taxis que cada día se dirigen a Zaragoza o a Lérida con pacientes oncológicos que deben someterse a sesiones de radioterapia. «Yo la verdad que intento obviarlo y darle otro tipo de conversación a la persona que llevo, pero se hace difícil», cuenta a este diario Pedro Antonio Alba, un conductor que realiza traslados desde Calatayud a la capital aragonesa. Ayer llegó sobre las 15.20 horas a las inmediaciones del hospital Miguel Servet, donde dejó a una mujer. Lo hizo con una mascarilla puesta y con un coche que él mismo desinfecta cada día con alcohol.

«La situación da respeto. Las mascarillas las he conseguido yo, me ha resultado muy difícil. También llevo guantes y cuando debo coger alguna maleta o algo, los utilizo», cuenta Alba, que lleva desde septiembre del 2018 prestando este servicio en la Comarca de Calatayud.

En Aragón se ha pedido que, como máximo viajen dos personas por vehículo. Hasta ahora se podían más. Y la situación difería con Cataluña, algo que ha generado reprimendas policiales. «No tenía sentido», reconocen los taxistas de la zona del Bajo Cinca tras días llevando a varios enfermos de diálisis en el mismo vehículo desde Fraga al hospital de Lérida.

En este caso cuentan que los protocolos aragoneses les permitían cargar con dos o más pacientes, frente a lo que sucedía al otro lado de la frontera, en Cataluña, que obliga al transporte individual. La situación ya ha cambiado, pero demuestra «una vez más», según dicen, la improvisación con la que se están planteando las soluciones en esta crisis. «Está todo sin concretar, por eso es difícil seguir las normas”, protesta Víctor Romea, propietario de una empresa de la que dependen tres familias.

Solo un puñado de enfermos requiere este servicio, pero no se puede detener. «Nosotros llevamos a los pacientes en un espacio muy reducido, eso nos provoca intranquilidad», manifiesta Marcial Vicente, con dos vehículos en Fraga. En su caso, más allá de no poder superar el 50% de la capacidad del coche a la hora de hacer los transportes sanitarios no ha recibido otras indicaciones. «Intentamos desinfectar con nuestros medios, no podemos hacer mucho más», dice.

Por otro lado, se han encontrado con que la mayoría de los servicios que realizaban en su día a día (relacionados con fiestas, transportes para empresas, desplazamientos entre pueblos) han quedado cancelados por la cuarentena. «Si esta situación dura varios meses las cosas se pondrán complicadas», lamentan.