La solidaridad en la crisis del coronavirus también ha llegado a través de las impresoras 3D. Este es la tecnología que han empleado los grupos de voluntarios que han surgido para suplir los problemas de falta de material de protección sufridos por los sanitarios que están en la primera línea de la lucha contra la enfermedad. Uno de estos colectivos es CoronaMakers Aragón, que en dos meses ha fabricado más de 40.000 pantallas y una cantidad similar de piezas para sujetar mascarillas. Con este logro y la satisfacción de haber aportado su granito de arena a la causa, esta red solidaria interrumpió ayer la actividad al considerar que ya no es necesaria su aportación, aunque se mantendrá en la retaguardia por si es necesario que se reactive.

«Esto no significa el final, simplemente queremos dejar los grupos de voluntarios en pausa», señalaron en un comunicado desde este grupo, que ha contado con cientos de colaboradores repartidos por toda la comunidad. La decisión se ha tomado ante la nueva situación de la pandemia, la reducción de los pacientes hospitalizados y la solución de los problemas de suministro de material homologado que sufrían los sanitarios aragoneses, lo que ha hecho que las peticiones de sus dispositivos hayan llegado a ser prácticamente nulas. «Creemos que no somos necesarios en este momento a no ser que nos soliciten pequeñas reposiciones», detallan.

Otro de los motivos que les ha llevado a parar la producción y entrega de piezas es para no perjudicar a las empresas y autónomos que se han visto forzados a reorientar su actividad a raíz de los estragos económicos causados por la covid-19 y que han visto un interesante nicho de mercado en los materiales de protección individual. De seguir con su labor solidaria, concluyen, «estariamos haciendo competencia desleal y lo único que queremos es perjudicar a alguien en una situación tan complicada».

Aunque CoronaMakers Aragón pone en pausa sus impresoras, si la situación los requiere, advierten, «en menos de 10 minutos podríamos volver a ponernos en marcha».

LA EXPERIENCIA DE ARAMAKERS

Aramakers, otro de la redes solidarias creadas, sí continúa con su cometido. Iñaki es uno de los miembros que impulsó esta iniciativa, que surgió como respuesta a la falta material de protección para sanitarios. «Aparte de ser autónomo, trabajo en un gran comercio y nos dimos cuenta del problema», explica. Poco a poco, se fueron sumando voluntarios que cubrieron las diferentes necesidades del cometido que se marcaron. «Hay gente que se ocupa de la logística, unos se encargan del diseño o otros del reparto». Hasta la fecha han entregado sus productos a «entre 200 y 300 centros médicos», no solo en Aragón, sino también en ciudades como Santa Cruz de Tenerife, Soria o Barcelona, entre otras.

La forma de trabajar del colectivo está muy volcada en las redes sociales: «tenemos un grupo en Facebook y desde allí el nos solicitaban el material. Después nosotros nos encargamos de imprimirlo y diseñarlo». Han hecho mascarillas, gafas, válvulas para los respiradores y tensores. «Una de las cosas que más nos dicen los sanitarios es que los productos que hacemos son verdaderamente cómodos y que se adaptan muy bien a lo que buscan», dice orgulloso.