Cuando Anunciación tenía tan solo 6 años una pandemia conocida como gripe española provocó entre 20 y 40 millones de fallecidos, especialmente niños. Ahora esta zaragozana acaba de cumplir 108 años en medio de otra epidemia, la del coronavirus, lo que no le impidió celebrar su cumpleaños, aunque no como tenía previsto ni ella ni el resto de su familia como consecuencia del estado de alarma en el que están restringidos los movimientos.

Entre la nieta y la sobrina de Anunciación se reparten a diario la compra o entrega de alimentos u otras necesidades de la anciana y de la cuidadora con la que vive en el centro de la capital aragonesa. El pasado miércoles no fue una simple visita ya que la anciana estaba de cumpleaños y había que darle una sorpresa, especialmente para intentar romper la rutina de esta mujer que está acostumbrada a salir a la calle.

Fue su nieta la encargada de ello. Acudió a la vivienda, esta vez con la comida ya hecha tanto para Anuncia, que es como le llaman sus seres queridos, como para la mujer que la asiste y le acompaña las 24 horas del día. «No fue una comida muy especial porque a mi madre lo de comer no le ha ido mucho y ahora con la edad menos, come más bien poco», señala su hijo Juan, de 72 años. De postre compraron la ya tradicional trenza de Almudévar, que hizo de tarta para colocar las velas que debía soplar y que acabó haciendo sin ayuda alguna del resto de comensales.

Ese día en la mesa no se sentaron dos personas, sino también la nieta porque en el postre venía la sorpresa que Anuncia no se podía haber imaginado: una videollamada con todos sus familiares y no son pocos, ya que tiene un hijo, seis nietos y nueve biznietos, quienes le cantaron el cumpleaños feliz y luego estuvieron un rato hablando.

Juan, su hijo de 72 años, reconoce que no era lo planificado en un primer momento pero que el confinamiento «así lo marcó» y al final pasaron un rato agradable que ya extrañaban.

«Mi madre tiene una salud de hierro, se pone muy pocas veces mala y le dura poquísimo, lo que más le falla es la vista y el oído, pero ese día parece que lo recuperó del todo», recalca visiblemente contento Juan. «A este paso nos va a enterrar a todos, ya lo hizo la pobre con mi hermano y con su marido, que lleva 25 años viuda», añade,

Este hombre reconoce que su madre se impacienta por no poder salir a la calle. «Se levanta sobre las 9.30 de la mañana, le ayudan a ducharse y sale a su terraza con las plantas, que es lo que siempre le ha gustado, pero es verdad que últimamente me dice que quiere salir a la calle, que cansa de ver siempre lo mismo», afirma, a la vez que señala que «vamos a tener la esperanza de que cuando todo esto pase ya haya buen tiempo y podamos ir a disfrutar del sol al Café de Levante donde le gusta tomarse su horchata».

«Para mí también está siendo duro porque me gusta ir a verla todos los días y yo, con mi edad, tampoco puedo exponerme a salir a la calle», resalta Juan, quien aprovecha para pedir a la gente que se quede en su casa.

El secreto de la longevidad es, según Juan, «comer lo justo y trabajar mucho». «Ella tenía una perfumería en el Coso de Zaragoza, hacía todos días cuatro veces el recorrido de su casa al trabajo y luego hacía las cosas de casa, no ha parado», añade. No obstante señala que, como es obvio, sufre los achaques propios de la edad, especialmente afectada tiene la memoria a corto plazo. Eso sí, se acuerda de todo lo que le pasó años atrás.

Aunque los deseos no hay que contarlos para que se cumplan, esperemos que Anuncia pidiera celebrar los 109 años sentada a la mesa con toda su familia.