«Sí que había pasado antes por baches y apuros económicos, pero nada parecido a lo de ahora», asegura Ana, vecina del barrio de las Delicias. Es cajera en un supermercado. Cobra 940 euros al mes por una jornada de 34 horas y media y solo de alquiler -en su momento le embargaron su piso- tiene que pagar 400 euros. Su casero le exige seguir pagando, a pesar de que es la única que aporta ingresos en su casa, que comparte con sus tres hijos (de 19 y 10 años y un bebé de 18 meses) y su nuera, que está embarazada.

«Me han concedido una tarjeta de alimentación gracias a la ayuda de la Red de Ciudados de Delicias. Además ellos me han dado leche y pañales para el pequeño», explica la mujer. La red a la que hace referencia es un sistema comunitario que se ha puesto en marcha en este distrito zaragozano. Constituido por vecinos voluntarios, se dedican a ayudar a las personas que lo necesitan allí donde la administración no llega.

Debido a que sus hijos ahora no salen de casa, los gastos de luz y agua se han disparado, asegura Ana. «Además en casa no tengo wifi, y compré datos para que mi hija pudiera hacer los deberes desde casa. Me ha venido una factura de 100 euros», añade. También paga a una vecina del barrio para que cuide de sus hijos cuando ella trabaja. «Lleva mucho tiempo conmigo y no lo puedo quitar el único sustento que tiene», cuenta.

Ayudar y ser ayudado

En el trabajo, después de pedir una reducción de jornada, le amenazaron con hacerla rotar si no asumía las condiciones que le imponían. «Mis hijos dependen de mí, por lo que no puedo renunciar al trabajo. No me puedo permitir decir que hasta aquí, que ya no puedo más. Tengo que seguir hacia delante y encima mantener una cara agradable», zanja.

Pepi es otra de las personas a las que atiende la Red de Cuidados de Delicias. En su caso, además, ella misma también ayuda a otras personas a través de este canal solidario vecinal. Es empleada doméstica y en la actualidad ha visto reducidos sus ingresos porque su empleador es un hombre mayor que teme contagiarse. «Cobro unos 600 euros al mes y en casa estamos seis y dos de ellos tienen discapacidad. Mi hija se vino justo antes del estado de alarma a casa con sus dos hijos y se ha quedado», explica.

Por cuidar de uno de sus hijos con discapacidad recibe, además, 170 euros. Y por el piso paga 200, porque es de otro de sus hijos y le hacen un favor. «Seguro que hay gente que está peor que yo... así que bueno», se resigna.

Desde la Red de Cuidados le han facilitado alimentos y le ayudaron a ponerse en contacto con los servicios sociales de la administración. «Luego, yo voy a hacer la compra para algunas personas. Adelanto el dinero y luego me lo devuelven. La gente lo agradece muchísimo la verdad», dice.

En el barrio, ella misma explica que gente que conoce de toda la vida y que creía en buena situación económica también está pidiendo ahora ayudas.

«La situación se ha agravado muy rápido, pero las personas que sufren las crisis siguen siendo siempre las mismas. Esto ha sido un golpe para personas que ya estaban machacadas», dice Cristina Hoyos, una de las voluntarias que impulsó la Red de Ciudados de las Delicias. En la actualidad son 100 personas las que están prestando ayuda. Se organizan en 10 equipos diferentes, cada uno con una función. Han comprado alimentos ya por un valor de 3.000 euros para sus vecinos, y también realizan tareas de acompañamiento (telefónico) o ayudan a que los vecinos se compartan el wifi. «Hemos atendido ya 2.600 llamadas», asegura Hoyos.