Carmen Cortés y Carlos Lorente, abonados del Real Zaragoza y del Casademont

Los abonados del deporte profesional todavía no pueden disfrutar de los partidos de sus equipos desde la grada. No la han podido pisar desde que hace justo un año se decretó el estado de alarma. Lo cuentan, por ejemplo, Carmen Cortés y Carlos Lorente, un matrimonio que es socio tanto del Real Zaragoza como del Casademont, los dos equipos profesionales de la comunidad.

Cortés explica que es una situación «muy triste» porque a ella la televisión no le gusta. Aprovecha para citar a Víctor Fernández, que dijo a la vuelta de la cuarentena que «el fútbol sin público no es fútbol». «Nos hemos hecho socios esta campaña por ayudar a los clubs», aclara la aficionada, y añade que entienden que «no se pueda ir porque no son las condiciones adecuadas».

Su marido coincide con ella en que «ahora mismo es solo un negocio» y confiesa que no ven todos los partidos por la televisión. «Me pongo más nervioso, en el campo estoy más cercano y me he dado cuenta de que el público empuja mucho», expresa Lorente. Ya no solo a los jugadores, sino también a los árbitros: «Desde que no hay afición no tienen la misma presión», advierte y sentencia que «campan a sus anchas». Por la situación de ambos equipos, además, se les está haciendo duro, pero como parece que el Casademont ha levantado cabeza lo que llevan «fatal es sobre todo el Zaragoza», cuenta Carmen Cortés.

«El año pasado nos fuimos a Santander y, aunque empatamos, luego en Málaga ganamos», relata la abonada, que estaba «convencida de que ascendían». Ahora, en vez de viajar para ver a su equipo, Lorente explica que «no es lo mismo» y que va «cambiando de canal» para ver el resultado por la televisión.

Alodia Villar, entrenadora del Íbero CR de rugby

El Íbero CR todavía no ha vuelto a la competición. Su entrenadora, Alodia Villar, relata que cuando más han notado las consecuencias del coronavirus ha sido ahora, cuando están a punto de regresar a los campos: «Te das cuenta de que llevas un año sin jugar», confiesa. Además, también desde el punto de vista del deportista, explica que ahora se ponen «la mascarilla para entrenar y se evitan algunos ejercicios» pero que esta semana «acabamos de jugar nuestro primer amistoso, placando y sin mascarilla».

De momento en la Liga aragonesa solo se han inscrito dos equipos para este curso. Ellas y el Fénix. «Nosotras no hemos perdido jugadoras por la pandemia», asegura. El Íbero «lo ha llevado muy bien a nivel de club para conservar el grupo e incluso incorporar nuevas jugadoras, aunque no ha sido fácil», advierte. Ese era «el objetivo».

Esta situación no es igual en todos los equipos. «Las circunstancias son muy dispares, lo han sido siempre porque hay algunos que nunca tienen quince jugadoras», relata. Estas son las necesarias para jugar un partido, aunque cuando algún equipo en la competición no llega al número se adapta el partido para jugar las máximas posibles. Por ejemplo siete contra siete.

Villar también explica que ahora más que nunca «es muy importante realizar jornadas de puertas abiertas para captar nuevas jugadoras en la comunidad». Por esto, ellas y el Fénix se unen el próximo sábado para organizar una para chicas de categoría sub-23. Por el momento, esperan a que Tarazona y Huesca puedan sacar equipo.

José Ramón Moreno, presidente del AD Sala 10

La pandemia también ha afectado a la economía de los clubs. José Ramón Moreno, presidente del Fútbol Emotion, cuenta que en este año marcado por el coronavirus lo que más se ha notado ha sido en los patrocinadores. «Es muy complicado lograr empresas que apoyen a los deportes, porque están todas afectadas» y además apunta que «no va a ser solo para esta temporada» sino que ya se está «arrastrando a la siguiente».

El dirigente del equipo que juega la Liga Nacional de Fútbol Sala relata que otra de las grandes consecuencias económicas se debe a «la disminución de los ingresos en la taquilla». «Que no haya afición lo hemos cuantificado como unos 60 o 70 mil euros menos en la temporada», aunque tendrán que esperar a acabar el curso para conocer la repercusión real. Por ejemplo, cuenta que el miércoles que viene, con el Barça, van a ingresar unos 2.000 euros, mientras que el año pasado fueron 7.000.

El del cuadro catalán será el segundo encuentro que juegan con afición en las gradas desde que entró en vigor la nueva orden, pero antes estuvieron varios meses en los que jugaron a puerta cerrada. «Veremos si más adelante nos dejan tener más público o al revés».

Sin embargo, por las condiciones en las que se desarrolló el curso pasado «hay mucha gente que piensa, y eso realmente nunca lo sabremos, que el equipo se salvó y logró la permanencia gracias a la pandemia». En ese sentido, «puede ser que beneficiase», confiesa Moreno. Las circunstancias del club aragonés en Segunda División serían totalmente diferentes a las de ahora.