«Riiiiiing». «¿Quién es?» «Cartero; le traigo una notificación por infringir las medidas sanitarias contra el coronavirus»«Riiiiiing».. De esta manera debe sonar la llegada de una notificación por infringir alguna de las medidas sanitarias relacionadas con la lucha contra la pandemia del coronavirus. Desde hace semanas, Correos colabora con el Departamento de Sanidad para ensobrar los expedientes de sanción y enviarlos por correo certificado. Un sistema que requiere la entrega en mano al destinatario, o sea, al infractor, y que suma un paso más en el tortuoso camino que recorren las multas de la pandemia. Desde que se detectan hasta que se pagan. Pero tiempo al tiempo.

Antes de que el cartero llame a la puerta del incumplidor, han podido pasar semanas --si no meses-- desde que se transgredieran las normas y una patrulla de la Policía Nacional, Local o de la Guardia Civil pillara al ciudadano en cuestión con la mascarilla bajada, fumando a menos de dos metros de los demás, saltándose el confinamiento perimetral de alguna ciudad o de cualquiera de las tres provincias o reinterpretando el horario del toque de queda.

Al confirmar los agentes la ausencia de justificación que explique el incumplimiento, el primer paso es notificar a los correspondientes servicios provinciales de Sanidad la propuesta de sanción con su correspondiente cuantía económica. Los servicios provinciales de Sanidad en Zaragoza, Huesca y Teruel se encargan entonces de clasificar los expedientes por procedencia y por tipo de infracción. Nótese, en este caso, que cada uno de los tres servicios provinciales efectúa una clasificación que difiere levemente de la de los demás. Principalmente, las denuncias se agrupan por el mal uso (o ausencia) de la mascarilla, el incumplimiento de los confinamientos perimetrales, del toque de queda o de los fumadores que lo hacen a menos de 2 metros de los demás o en terrazas.

Una vez clasificadas, las sanciones se introducen en la base de datos y se redacta el expediente de sanción, que comprueba la motivación y la cuantía determinadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Aquí llegamos al paso previo a que el cartero llame a la puerta del multado. El departamento de Sanidad cuenta desde hace semanas con la colaboración de Correos para esta labor de notificación. Ahí, sí, comienza el proceso en el que el sobre debe entregarse en mano al infractor. Si no se encuentra en la vivienda, Correos deja la notificación en el buzón y el implicado debe ir a recoger la carta hasta la sucursal más cercana.

Una vez con el expediente en su poder, el ciudadano que ha infringido las normas puede optar por, directamente, pagar, o alegar. Según explican desde el departamento de Sanidad, la norma establece un plazo para presentar alegaciones, que a su vez tiene otro periodo de respuesta por parte de la Administración. Y así, van pasando los días mientras cada semana Sanidad recibe otras mil propuestas de sanción.

Y si no, al BOA

Para los casos de ciudadanos despistados, que no abren la puerta al cartero, que no ven la notificación en el buzón, o que no quieren ir a por ella en la sucursal, pasado un tiempo determinado se notifica de manera oficial a través del Boletín Oficial de Aragón.

Es un camino tortuoso. Pero si las restricciones lo son para todos y son la base para atajar la pandemia, todos los servicios mencionados deberían contar con los recursos suficientes para que este fuera un proceso ágil y efectivo. Para que el infractor no encuentre, además de sus excusas, la suerte de poder pagar tanto tiempo después.