Las carreras de caballos han resucitado. Ha sido al tercer mes. Casi entre los muertos. Y después de descendidas a los infiernos. Así de cierto: este deporte hípico pondrá mañana fin a su crítica situación y se convierte en el primero que reanuda la competición en España, tras dos meses largos de parón por el coronavirus. Será con una jornada de trotones a puerta cerrada en el hipódromo mallorquín de Son Pardo y una semana después, el 3 de junio, con otra de purasangres en el hipódromo donostiarra de Lasarte.

La celebración este miércoles, a partir de las 18.30 horas, de un mitin de carreras de caballos no solo supone para este deporte el privilegio de liderar el regreso de la competición profesional en España, sino además un balón de oxígeno en una actividad tocada de muerte. Desde que el estado de alarma obligó al confinamiento, miles de empleos se han tambaleado en este sector, muy poco tomado en serio a nivel nacional, pero con un gran potencial económico: un solo caballo genera entre cinco y ocho puestos de trabajo.

Confinados por obligación

Los 700 purasangres que compiten galopando en las pistas españolas y los 1.000 ejemplares que corren trotando en los hipódromos baleares han aguantado como han podido sin apenas las caricias de sus cuidadores. La ansiedad que genera en estas razas ecuestres la inactividad de estar días encerrados en sus establos ha estado presente en ejemplares que cuestan cuidarlos entre 600 y 1.500 euros al mes. “Un caballo no es una moto que aparcas y, luego, arrancas. Debes mantenerlo y ejercitarlo cada día. Y eso no ha sido fácil durante la cuarentena”, afirma Rafael Manera, director técnico de la Federación Balear de Trote.

Ahora el deporte hípico balear, en la 2ª fase de la desescalada, tiene el honor de retomar las competiciones profesionales en España por delante del fútbol. La organización del programa inaugural, con cuatro carreras de trotones, es un salvavidas para los 400 propietarios y 700 profesionales que viven del trote en las islas Baleares. Según Manera, un bálsamo para el sector: “Hemos sufrido mucho durante todo este tiempo. Ahora, aunque sea sin público ni apuestas en el recinto, verlos correr ya supone un primer alivio para todos”.

El jockey Carlos Cruellas ganó, el 12 de marzo, con Barman d'Eglefin, la carrera de Son Pardo. / IRENE M. PERY

Las carreras en las islas cuentan con el apoyo de PMU, la red de juego francesa, que será la que permita en esta jornada que se pueda apostar desde Francia, en locales autorizados del País Vasco o a través del juego online en toda España. Todo sucederá en la pista mallorquina de Son Pardo bajo unas estrictas condiciones de seguridad: después de haber pasado los jinetes distintos controles de salud, estos saben que deberán correr con mascarilla, evitar cambiarse en el recinto y no recoger ningún trofeo, entre otras medidas adoptadas.

Siete días después

El galope también iniciará su actividad. Será una semana después, el miércoles 3 de junio. En en Lasarte (San Sebastián), localidad que ha aprovechado estar en la 2ª fase de desescalada para celebrar carreras y que acogerá ese día cinco pruebas de purasangres a puerta cerrada.

El hipódromo donostiarra repartirá 51.000 euros en premios y permitirá que los aficionados jueguen a través de las quinielas hípicas en los locales de Loterías y Apuestas del Estado (LAE). “A partir de ahora tendremos de nuevo más posibilidades de ingresar dinero y demostraremos que somos capaces de poner en marcha la rueda de este deporte”, explica el propietario y entrenador Marc Comas.

El regreso de las carreras hípicas en España imitará el ejemplo de Francia y Alemania. En estos dos países también se convirtieron en el primer deporte profesional en volver tras el covid-19. Incluso fueron portada por el triunfo de dos ejemplares propiedad de los futbolistas Griezmann y Lenglet . Ellos ganaron en un escenario que no contó con el aliento de los aficionados, las apuestas de sus seguidores y las coronas de los campeones. Como sucederá en las pistas españolas. Eso sí, primero al trote y luego, ¡al galope!