Las ceremonias en el cementerio de Torrero, en Zaragoza, han descendido drásticamente desde que comenzó la crisis sanitaria. No porque haya menos fallecimientos, sino por el efecto del coronavirus y la responsabilidad de los ciudadanos, que renuncian a las despedidas. Desde el día 6 de marzo, cuando se registró el primer fallecido por el covid-19 en la comunidad, se han solicitado en el camposanto zaragozano 103 salas de velatorios y se han celebrado 116 ceremonias, mientras que las incineraciones han mantenido el número y ascienden a 151. La media en los últimos 13 días es de ocho despedidas al día, cuando suele estar entre 14 y 15.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza explican que hay una «clara tendencia en el descenso de velatorios». Esto se aprecia fácilmente porque lo habitual es que haya más salas reservadas que incineraciones en Torrero y en los tanatorios privados de la ciudad. Esta disminución, admiten, tiene mucho que ver con el miedo al contagio del coronavirus y con la responsabilidad de la ciudadanía, consciente de que, incluso en estos momentos, se deben evitar las reuniones y optar por una despedida íntima. «No es que haya menos muertos, sino que la gente está decidiendo no celebrar las ceremonias por seguridad y porque saben que no va a poder acudir nadie por el estado de alarma», explica el gerente del tanatorio municipal, Carlos Lobera.

EN CIFRAS / En febrero se solicitaron 362 salas, se celebraron 351 ceremonias y hubo 308 incineraciones. La media diaria fue de 12 despedidas en el camposanto de Torrero, mientras que este mes se ha reducido drásticamente, con una media de ocho velatorios al día desde el primer fallecido por coronavirus. Este jueves, por ejemplo, hay solo tres salas reservadas, siete funerales y 14 incineraciones.

Aunque el horario y los servicios son los mismos, este número tan bajo ha permitido al tanatorio reorganizar su calendario de trabajo, de manera que por las tardes no se celebran misas de despedida ni funerales, aunque se mantiene abierto, pero con el personal mínimo necesario.

PROTOCOLO / El consistorio ha limitado el número de personas que puede velar a un familiar o ser querido a tan solo diez personas, como también ha hecho con las bodas, para evitar aglomeraciones. En el caso de que el fallecido sea una víctima del covid-19, el protocolo es especial y no se pueden celebrar ni funerales ni velatorios porque, aunque ya fallecido, hay que seguir respetando la cuarentena.

Cuando llegan los cuerpos al cementerio, en una bolsa estanca y en una ataúd con unas determinadas características de estanqueidad e impermeabilidad, se dejan en una cámara de congelación que hace una labor de aislamiento hasta que se procede a su incineración. Esta es la opción recomendada para en estos casos, aunque si el deseo es ser enterrado, también se procedería.

Solo se prescindirá de la cremación si el fallecido lleva un marcapasos, que tendría que retirar médico en una situación normal pero que se ha prohibido en casos de infectados por el coronavirus a petición del ministerio de Sanidad, que recomienda que no se manipule el cadáver como medida de prevención. En este caso, se tendría que optar por el entierro.

Desde la Funeraria Serfunova Zaragoza explicaron que los empleado deben llevar buzos de cuerpo entero, calzas en los zapatos, doble guante, gafas y mascarillas protectoras. Además, tanto las inhumaciones como las cremaciones se realizan a las 7 de la mañana, cuando menos gente hay en el cementerio.